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OPINIÓN

24 de abril de 2020

Emisión, inflación e impuesto a los ricos

No parece inmediata una disparada inflacionaria en el corto plazo. Cuando la epidemia disminuya, habrá tiempo para esterilizar dinero.

La jactancia de pensar que los modelos económicos son leyes físicas y a la vez que la economía es mucho más comprensible, natural y predecible de lo que en realidad es, hoy no les da escapatoria. Para disimular en la TV brotan reemplazos que no dejan de concebir situaciones contra factuales a la medida de un sector de la ciudadanía. Parlotean de supuestos escenarios futuros mucho más graves que la muerte de seres humanos por la pandemia de estos días. ¿…?

Macroeconomistas entrepreneur

Alguien dijo incontinentemente: “Si no se levanta la cuarentena, habrá cuarenta y cinco millones de muertos al final”. Como no abundan en otros conocimientos, van de nuevo por la expansión monetaria. - ¿De qué otro tema saben? – Son los mismos que votaron a Macri convencidos que entendían de economía política y política. – ¿Cual es su perspectiva ética? – Calificaron como injusto para quienes hicieron aportes jubilatorios, que se jubilen los que no hicieron aportes. No obstante les pareció justo que los evasores que blanquearon u$s 116.000 millones, se equiparen con los que pagaron sus impuestos al día.

Como entre 2015 y 2019 hubo 300% de inflación, los empresarios macroeconomistas que facturan honorarios, pero venden lobby, dejaron el asunto de lado. Ahora volvieron para hacer su trabajo. El día que se resuelva la inflación, -¿de qué van a hablar los nietos y hoy abuelos fundadores de la tablita cambiaria?-

La audiencia los necesita porque son los únicos capaces de comprender y resolver el problema inflacionario.

Pero porque negarlo, aunque Sturzenegger duplicó la base monetaria en diecisiete meses, indudablemente la oferta de dinero ahora mismo también está creciendo. Sin embargo, recuerde que antes del 10 de diciembre de 2019 existían al menos tres fracasos preexistentes, a los que se sumó la declaración de pandemia.

  • Nos caímos del mundo

El primero de ellos fue en enero de 2018 cuando el Gobierno de Mauricio Macri perdió el acceso a los mercados voluntarios de colocación de deuda, dejando al país al borde del default. La intervención yuxtapuesta del FMI (2018) evitó que tuviera que incumplir los compromisos asumidos. A solo dos años del pago a los fondos buitres y habiendo recibido una economía con un bajísimo nivel de endeudamiento-mayoritariamente en moneda local-reperfilaban deuda en pesos.

  • Se rompe la caja de cambios

El segundo porrazo obedeció a que el ajuste del gasto primario, aplicado desde el momento que el FMI concedió su ayuda, hizo que la economía pasara de crecer 2,6% (2017) a contraerse alrededor de 5% (2028-2019).

Los efectos colaterales de tal maniobra podrían compararse con un automóvil que viene trepando una pendiente a 60 km por hora y de pronto introduce marcha atrás a 120 km. Se queda sin valvulina (fluido que mantiene lubricada y operativa la caja). La caja no se rompe en el momento, van fallando poco a poco las marchas, dejan de entrar los cambios y los ruidos de piñones se hacen notar.

Trasladado a la economía, se produjo una desaceleración de la recaudación en modo “bola de nieve”, con déficit cuasi fiscal, que neutralizó el recorte del gasto primario.

  • Default

El tercer tropezón emerge de los dos primeros choques de calesita. Dado que Mauricio Macri queda aislado del mundo, incurre en default reperfilando en forma compulsiva los pagos de la deuda en pesos (agosto de 2019).

Conclusión

El gobierno de Alberto Fernández se hace cargo de un país que ya no puede pedir prestado para financiar programas de estímulo a la demanda agregada, como lo podría haber hecho -y, a tasas muy convenientes- si Macri no hubiera contraído una deuda exuberante en dólares, agravada por un sinnúmero de devaluaciones (550% acumulado). Ahora el Banco Central está emitiendo dinero para cubrir los programas del gobierno apremiado por una tasa inicial de pobreza de alrededor de 40%.

El riesgo de inflación existe cuando se enfrentan necesidades fiscales y la única herramienta disponible es la emisión monetaria. Pero desde el anunció de la cuarentena la base monetaria creció alrededor de 20%. Muchísimo menos que en cualquier otro país serio. En el mundo todos los bancos centrales están emitiendo grandes montos de dinero para apuntalar sus economías durante la pandemia. En Argentina los riesgos son mayores, ya que la inflación que dejó Macri fue de 55% (entre las más altas del mundo). La emisión de dinero puede excitar la inflación, aunque como ensayaran Prat Gay y Sturzenegger, no es la única manera de impulsarla.

Si el FMI acierta la economía se contraerá 5,7% en 2020 -lo mismo que en 2018 y 2019 sin pandemia-. El debilitamiento de la moneda dificulta el pago de deudas denominadas en dólares. Todo esto podría tener como consecuencia que la Argentina deba retomar el default de 2019 (Lacunza-Macri). De todos modos, los bonos ya cotizan a 30 centavos por dólar.

Martin Guzmán presentó la propuesta de reestructuración por alrededor de u$s 68.000 millones, donde un acuerdo negociado con los acreedores puede evitar una extensión de incumplimientos en medio de un panorama mundial incierto. Los acreedores ya están evaluando la concurrencia, como esto no es una boda, pero el Gobierno está sobre aviso que el escenario de este tipo de negociaciones nunca es: “Sí, acepto”.

Política monetaria para pandemias

El Estado a través del BCRA es el encargado de determinar la cantidad de dinero en circulación. Esta decisión tendrá efectos sobre el nivel de crédito y de las tasas de interés, e indirectamente afectará la demanda agregada, vía consumo e inversión. A su vez, el accionar de los bancos comerciales, genera lo que se conoce como “dinero secundario” a través del efecto multiplicador.

La expansión monetaria es una medida diseñada para impulsar préstamos a empresas. El BCRA redujo tibiamente ciertas ventajas de los bancos con el objetivo de liberar fondos para ser prestados. La idea es que hagan algo un poco más complejo que tomar depósitos, darse vuelta e invertir en LELIQ a tasas siderales. Es que en lugar de hacer su trabajo -prestar a las empresas-, los bancos prefieren dejar gran parte de su excedente en el BCRA, porque estos depósitos cuentan para la base monetaria.

No parece inmediata una disparada inflacionaria en el corto plazo y se puede esperar a que la pandemia abrevie su azote. Cuando la epidemia disminuya, habrá tiempo para esterilizar dinero.

En este momento el BCRA está preparándose para brindar apoyo adicional al gobierno para extender la cuarentena. Argentina no va a financiar los estímulos solo con emisión. Ahora mismo se intenta hacer sesionar al Congreso para sancionar una contribución extraordinaria de parte de las grandes fortunas. Cuanto menos déficit, menos emisión para financiarlo, menos inflación, según el manual del niño monetarista.

Por un lado, los macroeconomistas están siempre preocupados por el flagelo inflacionario que perjudica más a los pobres, según dicen. Entonces deberían estar a favor del impuesto, pero están en contra. Por otra parte, si los empresarios poseedores de grandes fortunas no desean que se genere una peligrosa espiral inflacionaria que corroa sus patrimonios y los licue, deberían propiciar un dispendio voluntario -como Bill Gates y Warren Buffet- un gravamen de emergencia.

Para los ricos y para los pobres es la mejor opción. En la Argentina 2015-2019 de 300% de inflación y 600% de devaluación acumulados las empresas valen muchísimo menos de la mitad -en dólares- de lo que valían en 2015.

Los efectos destructivos de la inflación pueden traer quiebras empresarias, retroceso industrial y pérdida del poder adquisitivo de los pobres. Escuchando a Cristiano Rattazzi, se supone que los empresarios subordinen todos sus objetivos a la estabilidad de precios, pues que le avisen a los macroeconomistas y comunicadores aliados. Tal vez no se les esté pidiendo que hagan tanto mérito.

(*) Profesor de Postgrado de la UBA y de Maestrías en universidades privadas. Presidente del Grupo Hacer. Economista Jefe de FECOBA. Máster en Política Económica Internacional

 

fuente: ambito

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