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OPINIÓN

5 de mayo de 2025

¿Qué viene después de odiar mucho, señor Presidente?

Esta semana, el presidente Javier Milei utilizó la expresión "no se los odia lo suficiente" en referencia a los periodistas, repitiendo un mensaje que Santiago Caputo había compartido en X.

Las palabras tienen un peso considerable y no son inocentes. Cada vez que se pronuncia una palabra, esta lleva consigo un significado y una consecuencia para los demás. 

La palabra "odio", según el diccionario, implica antipatía y aversión hacia algo o alguien, deseando su mal. En el campo de los sinónimos, encontramos términos como aborrecimiento, aversión, rencor y desprecio. 

Esta semana, el presidente Javier Milei utilizó la expresión "no se los odia lo suficiente" en referencia a los periodistas, repitiendo un mensaje que Santiago Caputo había compartido en X.

No estoy aquí para defender a la corporación de los periodistas. Al contrario, quiero señalar que cuando alguien en el poder incita al odio hacia un sector, persona o grupo, las consecuencias pueden ser graves. 

No me victimizo, ni a mí ni a mis colegas, por las palabras del Presidente. Sin embargo, es importante recordar que en Argentina esta no es la primera vez que un Presidente se enfrenta a los periodistas. 

El kirchnerismo ya hizo campañas para desacreditar y acorralar a los medios de comunicación. Ahora, parece que estamos ante una situación similar, con la misma intención.

Lo que se observa no es un enojo visceral del Presidente. Esta actitud se inscribe dentro de un libreto de la ultraderecha que él representa a nivel global. Donald Trump lo hizo durante su mandato en Estados Unidos, atacando a medios como The New York Times y la CNN. 

Viktor Orbán en Hungría y la ultraderecha en Francia, encabezada por Marine Le Pen, también utilizan discursos similares. Lo que está en juego es una estrategia política que busca deslegitimar todo lo que no se alinea con el anti-kirchnerismo y el populismo. Esto implica barrer con todos los que se encuentran en el medio: periodistas, economistas disidentes y dirigentes de partidos que no son lo suficientemente incondicionales.

Es crucial que el Presidente, si tiene pruebas, denuncie a aquellos periodistas que considere delincuentes. Todos sabemos que, en todas las profesiones, hay personas que no son "trigo limpio". 

El Presidente cuenta con amigos que le hacen preguntas complacientes y justifican su violencia verbal. No es sorprendente que existan periodistas que son absolutamente incondicionales y oficialistas; esto ocurrió a lo largo de la historia. Los oyentes, lectores y televidentes son conscientes de ello y ya han formado su propia opinión. No es necesario que el Presidente les diga quiénes son "buenos" o "malos".

Lo que realmente importa es alertar sobre las consecuencias de promover el odio. Esto no es una queja o victimización. La palabra "odio" no solo tiene un significado; su connotación puede detonar conductas violentas y generar más desgracias en un país que ya enfrenta serios problemas.

Por eso, no es trivial que el Presidente promueva el odio, en este caso contra los periodistas. Podría hacerlo contra cualquier otro colectivo, como economistas o políticos que ya ha intentado desacreditar. En lugar de discutir ideas o refutar informaciones que no le agradan, el Presidente opta por generalizar y meter en la misma bolsa a delincuentes y personas honestas. Esta generalización es peligrosa y, sobre todo, la promoción del odio convierte esa bolsa en una bolsa de gatos.

Fuente: Cadena 3

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