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OPINIÓN

12 de octubre de 2021

Un borrador electoral para 2023

Claves. En casi todos los frentes las elecciones de noviembre serán un "per saltum" para las presidenciales de dos años después

Como en una especie de per saltum político, la clase dirigente ya está pensando en el 2023, al margen de las elecciones del 14 de noviembre, que no le cambiarán la vida a nadie.

  Dentro de apenas dos años el poder cambiará de manos o seguirá con los mismos colores, aquí, allá y en todas partes. Las primarias han sido un muestrario de situación y las generales del 14 de noviembre un primer borrador de la historia. Pero algunas cosas están pasando.

  Alberto Fernández es el peor presidente que recuerde el calendario posterior a 1983, y sólo se sostiene por la ausencia de alternativas válidas y la depresión popular que, recién ahora, va camino a transformarse en bronca. Sólo Mauricio Macri puede empardar una gestión tan mala como la del dirigente porteño que hoy está en la principal poltrona.

  Qué mal ejemplo figurativo: dos de los peores presidentes son porteños. Es la hora de que la federalización de la Argentina empiece a ser tomada en serio por los propios habitantes del interior. Al menos es una buena noticia que el nuevo hombre fuerte del gobierno tenga tonada tucumana, entre tantos porteños y bonaerenses. Sólo dos ministros representan al interior. Con razón alguien dirá que el problema es la economía y no la procedencia geográfica de los gobernantes. Todo tiene que ver con todo.

 En ese esquema, la provincia de Santa Fe, al fin los santafesinos, deben recuperar la autoestima. En todos sus aspectos, no sólo políticos. Hay candidatas que sólo hacen campaña desde los medios de la ciudad de Buenos Aires, y hay otros candidatos que aparecen por la bota solo cuando hay que firmar la postulación. La respuesta pareció haber sido la inclusión de periodistas en las listas.

¿Juntos o más o menos?

En ese sentido es toda una incógnita lo que puede pasar en Juntos por el Cambio, que afronta la responsabilidad de tener que mantener el primer lugar. Suena extraño que no se haya constituido un comité de campaña con Losada, Maximiliano Pullaro, José Corral y Federico Angelini. Deberían hacerlo, jugar “juntos” de verdad, no como eslogan que suena como una melodía de Bill Evans, pero no tiene representación en la práctica.

  Losada tiene que retener el voto de Pullaro que, territorializado, representa el sufragio de la UCR. En Rosario fue diferente. La cuestión de la seguridad hizo que el diputado provincial cosechara muchos votos en barriadas. Algo que no tuvo parangón en el centro de la ciudad. A diferencia de otras provincias, en Santa Fe hay un escenario que presenta otros buenos candidatos, por caso Marcelo Lewandowski y Clara García, más Carlos Del Frade y la dupla Contigiani-Boasso. Entre otros.

 En el campamento radical admiten que hay votos que fueron a Pullaro que se podrían trasladar a García, e, incluso, a otros referenciados en la columna. Será clave la estrategia de Julián Galdeano, el que craneó la candidatura de Losada. Pero el FAP tiene una excelente oportunidad si sabe captar el voto que fue a la lista de Pullaro.

  A diferencia de otras elecciones legislativas, como ejemplo la del 2017, el gobierno nacional no tracciona para arriba a los candidatos del peronismo. Hoy, créase o no, Perotti tiene mejor imagen que Fernández, y Lewandowski está mucho mejor que Fernández y Perotti. Lo que necesita el candidato a senador, al igual que Roberto Mirabella en la lista a diputado, es que el peronismo santafesino deje de estar en ebullición interna

  Si Lewandowski la da vuelta, el peronismo tendrá un candidato a gobernador nacido y criado en Rosario, la ciudad en la que mejor le va. La Santa Fe productiva —incluida Rafaela y zona— fue arrasada electoralmente por Juntos por el Cambio. Por estas horas, Pablo Javkin —otro rosarino— empieza a visualizar la posibilidad de competir en dos años por la Casa Gris. Pullaro quiere un acuerdo con el intendente para poder ir por la sucesión, donde ya está anotada María Eugenia Schmuck, del javkinismo,

De reojo

Se escribió más de una vez en esta columna que Javkin y Lewandowski se miran de reojo. Representan a un espacio generacional que no es joven ni viejo: Es la generación que está en el momento justo y en el lugar apropiado para pegar el salto. Se sabe que en las competencias por cargos ejecutivos baja la cantidad de aspirantes extra políticos.

  Sea cual fuere el resultado nacional, no habrá salida a la crisis que tiene el país sin un acuerdo multipartidario. Pero no hay allí buenas noticias. Como dice el sociólogo Juan Carlos Torre, en el excelente libro Diario de una Temporada en el Quinto Piso: “La preocupación por el acuerdo es un argumento dirigido a la clase dirigente. Pero en un discurso a la Nación ese argumento debe ser complementado por otro que interpele a público más vasto, que es su adyacencia”. Al fin, los votantes no llevan “consenso” en sus bolsillos.

  De manera insólita, Fernández ha sido desplazado del vértice del poder real, ya no influye. Ahora, la pelota la tiene Juan Manzur. ¿Y después de las elecciones? Si el peronismo repite su derrota, la única que quedará en pie será Cristina. Dicho de otra forma, el peronismo volverá a depender de su núcleo duro. Si los resultados se revierten habrá nacido Manzur como un emergente federal.

  La moneda ni siquiera está en el aire.

Fuente:La Capital

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