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OPINIÓN

24 de julio de 2025

Milei: el más maleducado, el menos populista

Milei: el más maleducado, el menos populista

Milei volvió a generar polémica por su estilo discursivo en la Derecha Fest. Sus insultos, como llamar "bruta traidora" a la vicepresidenta Victoria Villarruel o "morsa impresentable" al senador Mayans, marcaron un tono agresivo que muchos consideran inaceptable en la política. Frases como "mandriles", "kukardos" o incluso la mención de "exterminar políticamente" a opositores, aunque matizada, son un punto de inflexión.

Este lenguaje no solo naturaliza la violencia verbal, sino que polariza y aleja a quienes buscan un debate político más constructivo.

Sin embargo, equiparar a Milei con el populismo, como algunos trataron, es un error. El populismo, ya sea de izquierda o de derecha, se caracteriza por la movilización constante de masas, la apropiación del concepto de "pueblo" y el uso del Estado como maquinaria electoral.

Cristina Kirchner, por ejemplo, encarna este modelo con actos multitudinarios, movimientos sociales financiados y un discurso patriótico que apela a la representación popular. Milei, en cambio, es todo lo contrario. Con apenas el 15% de los diputados y el 10% de los senadores, no convirtió el Congreso en una escribanía. No busca llenar las calles de militantes ni repartir favores estatales para perpetuarse en el poder.

Al contrario, sus decisiones son impopulares en clave electoral: canceló 50.000 contratos públicos, vetó una ley de aumento jubilatorio por ser "infinanciable" y le dijo al campo que no bajará retenciones para no desequilibrar las finanzas. Incluso eliminó la pauta oficial, cortando un recurso típico del populismo.

Mientras un populista como Donald Trump baja impuestos en medio de déficits para ganar apoyo, Milei sube tasas de interés para evitar inflación, aún en campaña. A los sindicatos les propone reformas laborales; a la Unión Industrial Argentina le exige competitividad sin proteccionismos.

Estas medidas, lejos de seducir a las masas, son anti-electorales. Su obsesión no es beneficiar a grupos específicos para ganar votos, sino abordar cuestiones generales: inflación, inseguridad, orden público. Hasta los actos mileístas son distintos: en lugar de eventos masivos con "bondi y choripán", Milei cobra entrada. Hay personas que pagaron 40.000 pesos, no porque les sobre el dinero, sino porque creen en su mensaje y quieren escucharlo.

Dicho esto, su estilo maleducado y violento es un problema. Si bien su base más fiel –quizá un 5%, 10% o 15% de sus votantes– celebra estas agresiones, muchos de los que lo apoyaron por su propuesta liberal y antipopulista se horrorizan al escucharlo insultar a la vicepresidenta o a periodistas.

En una elección ajustada, ese porcentaje puede ser decisivo. Milei no es populista, pero su retórica beligerante aleja a la "gente de bien" que dice defender.

Fuente: Cadena 3

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