OPINIÓN
23 de julio de 2025
Los que siempre tienen coronita

La Legislatura de Río Negro extendió el receso porque el feriado del 9 de julio cayó en vacaciones.
En la provincia de Río Negro, la legislatura dio un nuevo ejemplo de cómo el empleo público en Argentina opera, muchas veces, en una realidad paralela. Durante las vacaciones de invierno, los empleados legislativos no solo disfrutaron de dos semanas de receso, sino que además lograron que el feriado inamovible del 9 de julio —que caía en ese período— se trasladara al lunes 21 de julio, extendiendo así su descanso.
El resultado: volvieron al trabajo un día después de lo previsto, con la venia de las autoridades. Este episodio, lejos de ser un hecho aislado, refleja un sistema donde los privilegios del sector público contrastan con la realidad del resto de los argentinos.
La legislatura rionegrina, que emplea a unas 800 personas, no solo se destaca por estas concesiones. En lo que va del año, apenas realizó tres sesiones. Sí, tres. Desde la apertura el 1 de marzo, pasaron 80 días hasta la primera sesión, y las pocas iniciativas tratadas son, en su mayoría, irrelevantes: declaraciones, comunicaciones y hasta un proyecto para instaurar el Día del Intendente.
Entre las pocas propuestas de peso, se discutió declarar la educación como servicio esencial, pero incluso eso quedó en stand-by, atrapado en los intereses de gremios docentes, primos hermanos de los empleados legislativos.
Este no es un problema exclusivo de Río Negro. En Córdoba, por ejemplo, la legislatura también trasladó el Día del Empleado Legislativo a un viernes, regalando a sus trabajadores tres fines de semana largos consecutivos en junio. Todo esto, mientras el sector privado y, sobre todo, los trabajadores informales —quienes sostienen con sus impuestos este sistema— no gozan de tales beneficios.
¿Qué hacemos con esto? La indignación es un primer paso, pero no basta. El 73% de los consultados en una encuesta consideró que la legislatura de Río Negro "hace cualquier cosa para no trabajar"; mientras que un 10% lo ve "razonable".
Curiosamente, ese 10% coincide con la proporción estimada de empleados públicos y sus familias directas, los beneficiarios de estas "coronitas". La realidad es que estas prácticas no solo son una afrenta a la equidad, sino que cuestionan la utilidad misma de ciertas instituciones.
Si una legislatura sesiona tres veces en un año y se dedica a proyectos intrascendentes, ¿Cuál es su aporte real? ¿Justifica los 800 sueldos que paga?
La solución pasa por exigir un cambio estructural. Los ciudadanos deben demandar a los políticos un compromiso real para revisar el funcionamiento de los poderes legislativos y ajustar los regímenes laborales del sector público. También se podría explorar la vía judicial, denunciando la desigualdad ante la ley que estos privilegios representan.
¿Necesitamos legislaturas que, en lugar de custodiar buenas leyes o impulsar políticas públicas relevantes, se dedican a perpetuar un sistema de beneficios insostenible? Porque mientras unos pocos viven en otro planeta, el resto de los argentinos paga la cuenta.
Fuente: Cadena 3

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