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2 de julio de 2020

El maíz y su relación con la carne

En el marco del Congreso Maizar 4.0, expertos de las tres carnes principales (bovina, porcina y aviar), analizaron los desafíos de integración para toda la cadena.

De las producciones que agregan valor al maíz, la conversión en proteína animal es la principal, y contribuye a sostener el consumo de carne de 120 kilos por habitante por año de la Argentina, uno de los más altos del mundo, si no el principal. Por eso, el panel “Transformación del maíz: la oportunidad de las carnes en el mercado mundial” del Congreso Maizar 4.0 convocó a expertos de las tres carnes principales, bovina, porcina y aviar: Víctor Tonelli, de la firma homónima; Lisandro Culasso, de la AAPP, y Carlos Sinesi, de CEPA, moderados por Dardo Chiesa, de la Mesa de las Carnes.

Para situar el negocio de la carne vacuna, Víctor Tonelli contó que, “a nivel internacional, en los últimos 20 años, ha crecido prácticamente 100%, y lo extraordinario es que casi el 90% del crecimiento está dado por Asia, y dentro de Asia, por China”.

En cuanto a los precios, mientras el del pollo y el del cerdo más o menos se mantuvieron en los últimos 10 años, el de la carne vacuna creció 50%, sobre todo a partir de febrero de 2019, cuando la fiebre porcina africana empezó a dar señales de que iba a generar un fuerte impacto no solo en China sino también en la región. “Hoy, casi el 60% de la producción mundial está bajo distintos efectos de deterioro por esta pandemia. Es uno de los factores que más ha impactado en el faltante mundial. Solo la carne vacuna incrementó un 20% sus precios en 2019 por esto”, dijo Tonelli.

“En cuanto a la otra pandemia, la del COVID-19, es uno de los factores que más ha impactado por la pare generó en 2020: el precio ha caído 15%, devolvió gran parte del crecimiento anterior”, dijo el experto. “China hace 10 años no tenía relevancia internacional y hoy representa el 30% de la carne vacuna que se comercia en el mundo”.

En la Argentina, señaló Tonelli, en los últimos 10 años, la carne vacuna creció prácticamente un 19% en el volumen ofrecido, manteniendo lo destinado al mercado interno y enviando casi todo el crecimiento a las exportaciones, que pasaron de representar el 9% en 2011, a 27-28% del total este año. “Esto marca que las exportaciones han comenzado a tener un protagonismo importante”. De hecho, la Argentina pasó de despachar 200.000-230.000 toneladas, a 830.000 en 2019. Si se proyecta lo ocurrido en los primeros 5 meses de 2020, da cerca de 800.000 toneladas.

“Hoy en el negocio se ve un fuerte interés en invertir en actividades de mediano y largo plazo, como recría de machos y vientres, cuyos resultados se verán en un escenario relativamente alejado de la situación actual, esperando que sea mejor”, dijo Tonelli. En cuanto a aquello que tiene que ver con la cotidianeidad, está muy sujeto a cómo vaya a evolucionar la economía argentina.

En exportación, encontró sumas y restas: China, con los nuevos brotes y precios a la baja, en tanto que los otros países del Hemisferio Norte, retomando otra vez la actividad: Israel, la UE y Estados Unidos, que, por sus propios problemas internos, “nos permitiría colocar las 20.000 toneladas de cupo, que pocas veces se pudieron aprovechar”.

“En términos generales, es uno de los sectores que ha podido mostrar solvencia, una estructura de fortaleza en términos de cuidar a sus trabajadores, sostener salarios de calidad, abastecer a la población y generar divisas en volumen significativo. “Nuestra cadena de ganados y carnes vacunas el año pasado llegó a generar 3.500 millones de dólares entre la carne y las menudencias, y este año va camino a repetirlo”, destacó.

Respecto del consumo de maíz, Tonelli aclaró que hoy, en la Argentina, de las categorías que tienen como destino la producción de carne propiamente dicha (vaquillonas excelentes y todos los machos), cerca de 70% hace su etapa de engorde o terminación de los últimos 100 a 120 kilos a corral. Esto ha implicado un incremento de la demanda de maíz, que históricamente era de 6-8 millones de toneladas, a 15 millones. “Y en la medida en que las recrías sigan avanzando, como desde el año pasado, probablemente en los próximos dos años, y por terminar animales más pesados, estemos agregando 3 a 4 millones de toneladas más a la demanda, para ser transformados en carne”, estimó.

En cuanto a la carne de cerdo, “en 2005, la Argentina producía 215.000 toneladas, equivalentes a 6,5 kg/hab/año, de los que solo 1 kg se consumía fresca, y el resto como fiambres y chacinados. En 2019, la producción fue de 630.000 toneladas de carne, tres veces más”, dijo Culasso. Gran parte de eso fue destinado a carne fresca, hoy hay en cualquier parrilla y hay carnicerías exclusivas. Llevó trabajo sanitario, genético, de promoción de consumo y en plantas, sostuvo.

“El cerdo fue una gran oportunidad para agregar valor al maíz y la soja, sobre todo en producciones lejanas a las zonas portuarias”, señaló. Además, la Argentina tiene uno de los costos de producción más bajos del mundo, 0,80 a 0,90 dólares, frente a Estados Unidos (1,10 dólares) y la UE (1,10 euros), somo muy competitivos”, dijo el ejecutivo.

Por otra parte, la Argentina pasó de no estar abastecida a exportar. “Hace tres años se formó el consorcio Argenpork, que agrupa a 20 productores, y ya exportaron el 55% del total de 2019”, dijo Culasso. “A China le faltan 20 millones de toneladas y la Argentina produce 650.000, es una gran oportunidad”.

“En el primer trimestre de este año, por primera vez en la historia, se exportó más cerdo del que se importó”, señaló Culasso. Después, en marzo, apareció el COVID-19, y “hubo meses muy complicados, es una cadena que no se puede parar, no se puede stockear animales. Hoy pudimos normalizar las operaciones, hay algún sobrestock que se va normalizando. Y también se están normalizando los precios.

Como desafíos, Culasso dijo que quieren seguir promoviendo el mercado interno; exportar más a China; abrir otros mercados, y ampliar la capacidad de faena. “Hoy hay solo 9 plantas habilitadas para China, con una capacidad de frío limitada; cerramos 2019 con un 4% de la producción exportada, queremos llegar al 20%”.

En cuanto a la sustentabilidad de los sistemas, Culasso dijo que “hay provincias que no tienen regulado el uso de efluentes, es una gran solución para fertilización de maíz por el nitrógeno y fósforo que aportan; solo Córdoba tiene reglamentado el uso agronómico”.

Carlos Sinesi, de CEPA, recordó que entre las distintas carnes en la Argentina se consumen 120 kilos por habitante por año, uno de los más altos del mundo.

“Desde la salida de la Convertibilidad, la avicultura tuvo un crecimiento exponencial: en 2019 terminó con un récord de 2,33 millones de toneladas. Por la peste porcina africana y el tipo de cambio, la exportación fue de 270.000 toneladas, unos 500 millones de dólares”, dijo Sinesi, y aclaró que la carne aviar se envía a 70 destinos, y China representa el 37%.

En cuanto al consumo interno, “lo proyectábamos en 46 a 46,5 kg este año, pero ahora se ve una proyección de 50 kg por la pandemia, altísimo para el mundo occidental”, dijo.

Respecto del valor aagregado en origen, Entre Ríos es la gran productora de carne aviar: “tiene más del 51%, y Buenos Aires casi el 36%. Para Entre Ríos, significa el 35 a 40% del Producto Bruto regional. El maíz que se produce en Entre Ríos no debería salir de allí porque los productores lo consumimos”, opinó Sinesi. En el país, la cadena avìcola consume 5 millones de toneladas de maíz anuales, además de toda la cascara de arroz para las camas de pollo, agregó.

Dardo Chiesa, el moderador del panel, les preguntó cuáles eran los principales desafíos que deben enfrentar las cadenas. Tonelli  dijo que ve dos cuellos de botella: el interno, en la necesidad de una mejora significativa en la cría, “estamos lejos de un mínimo razonable de eficiencia y competitividad”. Y en el exterior, “mi mayor preocupación es la tendencia a incrementar el proteccionismo, sensiblemente aumentado por la pandemia. Creo que la Argentina, lejos de bajar los brazos, debe insistir en los acuerdos bi y multilaterales”.

Para Culasso, los cuellos de botella de la producción de cerdos pasan por la capacidad de procesamiento apuntado a la exportación, y el financiamiento. En tanto, Sinesi coincidió con la necesidad de abrir mercados, y para su actividad incluyó la de agregar nuevos jugadores a la exportación, de modo que permita administrar los stocks, además del financiamiento: “Esperamos que, resuelto el problema de la deuda, accedamos a tasas razonables para la Argentina”, concluyó.

 

fuente: campo litoral

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