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ECONOMÌA

1 de noviembre de 2018

El 10% de los niños de entre 5 y 15 años del país tiene al menos un trabajo

El informe señala además que esa actividad productiva se intensifica entre los adolescentes de 16 y 17 años. También indica que en más del 40% los hogares donde hay un niño o adolescente que trabaja, reciben la Asignación Universal por Hijo.

El Instituto Nacional de estadística y Censos (Indec) difundió este jueves la “Encuesta de actividades de niñas, niños y adolescentes (EANNA). Resultados definitivos para los ámbitos urbano y rural 2016 - 2017” (accedé al informe completo), cuyo objetivo es medir y diagnosticar con precisión la situación del trabajo infantil en el país. 


Se trata de la segunda encuesta de este tipo aplicada en el país (su antecedente en el año 2004) y la primera de carácter nacional, ya que cubre a toda la población de la Argentina, tanto la residente en zonas urbanas como la que integran las áreas rurales.


El concepto de trabajo infantil presente en esta publicación considera el conjunto de actividades productivas desarrolladas por los niños y niñas de 5 a 15 años y los adolescentes de 16 y 17 años. De acuerdo a la ley n° 26.390, a partir de los 16 años los adolescentes pueden trabajar con ciertas protecciones especiales. Las actividades productivas incluyen el trabajo orientado al mercado (trabajo en la ocupación), la realización de actividades de autoconsumo y el desarrollo de tareas domésticas de manera intensiva.


El compromiso del multidisciplinario equipo que llevó adelante la encuesta ha sido esencial para garantizar excelencia y confiabilidad en los resultados, atributos básicos del servicio público estadístico oficial. 


La principal contribución de este proyecto es generar información estadística actualizada sobre el tema y aportar conocimiento para el diseño y planificación estratégica de la política pública dirigida a la prevención y erradicación del trabajo infantil.


RESUMEN DEL INFORME


>> En el total del país, el 10,0% de los niños y niñas de 5 a 15 años realizan al menos una actividad productiva, con mayor incidencia en las áreas rurales (19,8%), y en las regiones del NOA y el NEA (13,6% y 13,1%, respectivamente).


>> La actividad productiva se intensifica entre los adolescentes de 16 y 17 años: el 31,9% del total del país realiza al menos una, mientras que en las áreas rurales lo hacen el 43,5%. Al igual que lo que ocurre con los más chicos, son las regiones de NOA y NEA donde la incidencia del trabajo productivo es mayor entre los adolescentes (36,8% y 33,4%, respectivamente).


>> Los resultados de la encuesta muestran que las distintas formas del trabajo infantil y adolescente están más extendidas en las zonas rurales, e inciden en mayor medida entre los adolescentes, principalmente en lo referido al trabajo en la ocupación, involucrando a casi uno de cada cuatro varones y mujeres de 16 y 17 años (22,8%).


>> El trabajo mercantil entre los niños, niñas y adolescentes tiene mayor presencia relativa en las áreas urbanas del NOA y el NEA, y en áreas rurales de las regiones Pampeana, Cuyo y NEA. Las actividades de autoconsumo son más relevantes entre los adolescentes rurales del NEA y la región pampeana, y las actividades domésticas intensivas, con prevalencia femenina, cobran relevancia entre aquellos residentes urbanos del GBA, NOA y Cuyo, y rurales del NOA y NEA. 


La participación en actividades productivas es diferencial por género: mientras que los varones se encuentran más vinculados con el desarrollo de actividades mercantiles y de autoconsumo, las niñas y adolescentes participan en mayor medida de las actividades domésticas intensivas, reflejando patrones culturales de división sexual del trabajo que tienden a replegarlas en dicho ámbito y que se constatan en todas las regiones del país.


>> Las actividades mercantiles más difundidas entre los niños y adolescentes urbanos están relacionadas con el trabajo en negocios, talleres u oficinas por dinero (para el 39,9% de los niños y niñas y el 37,9% de los adolescentes que trabajan) y la construcción y reparación de viviendas entre los varones más grandes (el 29,5% de los adolescentes). En las adolescentes urbanas se destacan el cuidado de niños y personas mayores o enfermas, la limpieza de casas y la elaboración de comidas o productos para vender, concentrándose en estas actividades cerca del 40% de su trabajo. Si bien minoritario, el 12,5% de las niñas de dicho ámbito cuidan a niños, personas mayores o enfermos fuera de su hogar por dinero, asumiendo responsabilidades que no son acordes a la etapa del ciclo de vida por la que transitan.


>> En las zonas rurales, más de la mitad de los niños y niñas que trabajan se dedican al cultivo o cosecha de productos para vender (14,2%), el cuidado u ordeñe de animales (14,4%), la ayuda en la construcción o reparación de otras viviendas (11,9%) y la ayuda en negocios u oficinas (11,9%). Las actividades principales entre los adolescentes rurales son el cultivo o la cosecha de productos con fines de venta (15,1%), la ayuda en negocios, comercios o almacenes (12,4%), la construcción o reparación de viviendas (9,5%), la producción de ladrillos (8,9%) y el ordeñe y cuidado de animales de granja o de campo (8,6%).


>> La relación laboral que prevalece entre los más chicos es la ayuda familiar a padres u otras personas de su entorno cercano (67,7% de infantes urbanos y 65,2% de sus pares rurales). Sin embargo, a medida que crecen, se extienden las relaciones salariales de tipo precario (39,3% para los adolescentes urbanos y 29,9% para los rurales) y los acuerdos cuentapropistas informales, principalmente entre los que trabajan en el medio rural (25,2%). La amplia mayoría carece de algún tipo de beneficio social (vacaciones pagadas, obra social, días pagos por enfermedad, etc.) derivado de su trabajo.


>> La intensidad de la jornada laboral es un indicador que compite con el rendimiento educativo: entre los más chicos (5 a 15 años), un porcentaje menor en términos cuantitativos (8,5% en lo urbano y 6,1% en lo rural), pero con alta significancia social, desarrolla jornadas de 36 o más horas semanales a una edad en la que la mayoría de sus pares participa de forma exclusiva en el sistema educativo formal.


Entre los adolescentes de 16 y 17 años, la jornada de trabajo a tiempo completo se intensifica: algo más de uno de cada cuatro varones (26,3% del medio urbano y 26,6% del rural) equipara su tiempo de trabajo con el de un adulto ocupado de tiempo completo.


Los principales motivos que los impulsan al mercado laboral están relacionados con la ayuda familiar y la necesidad de ganar dinero para sus gastos y los de su hogar.


>> Entre las niñas, niños y adolescentes, se evidencian condiciones de trabajo desfavorables: a alrededor de uno de cada tres le cansa la actividad que realiza; cerca de uno de cada tres señala que siente exceso de frío o calor al efectuar su trabajo; y uno de cada cuatro niñas y niños urbanos desarrolla su actividad en la calle o algún medio de transporte. La presencia de trabajo nocturno se intensifica en el medio urbano, principalmente entre las mujeres (16,6% de las de 5 a 15 años y 19,2% de las de 16 y 17 años declaran trabajar por las noches), a causa, fundamentalmente, de los trabajos de cuidados que ellas realizan.


>> Las brechas de ingresos laborales entre mujeres y varones adultos comienzan en la niñez y se profundizan en la adolescencia: mientras que las niñas —tanto urbanas como rurales— ganan un salario medio 22% inferior al de sus pares varones, entre las adolescentes la brecha salarial se intensifica. El salario medio de una adolescente urbana es un 40% inferior al de los varones, mientras entre sus pares rurales la brecha alcanza al 58%.


>> La principal forma que utilizan los más chicos para ir a trabajar son los medios propios (a pie o en bicicleta), mientras que los más grandes usan algún tipo de rodado como moto, colectivo, auto, camioneta o camión (42% de los adolescentes urbanos y 38,5% de los rurales).


>> La inclusión educativa de los niños y niñas de 5 a 15 años en Argentina es casi universal (98,7% de los que residen en ámbitos urbanos y 96,6% de los rurales). Sin embargo, el trabajo infantil en cualquiera de sus formas incide en las trayectorias educativas de quienes lo realizan. Las principales problemáticas que afectan a los niños y niñas que trabajan están relacionadas con las llegadas tarde y, en menor medida, con las inasistencias frecuentes a la escuela (el 29,6% de los niños urbanos llegan tarde y el 19,1% de sus pares rurales que trabajan para el mercado faltan con frecuencia).


>> Entre los de 16 y 17 años la asistencia escolar es menor: mientras el 87,4% de los adolescentes urbanos asisten a un establecimiento escolar, en las áreas rurales lo hace el 75,1%. Durante la etapa adolescente se registran menores porcentajes de concurrencia y mayores niveles de repitencia, lo que se intensifica entre aquellos que realizan una actividad productiva: 27,8% de los adolescentes urbanos que trabajan y 16,5% de sus pares mujeres no van a la escuela.


>> En el medio rural, los impactos negativos del trabajo se profundizan: el 45,5% de los varones y el 23,0% de las mujeres que trabajan para el mercado no concurren a un establecimiento educativo. En el NOA y NEA se observan los mayores niveles de deserción escolar entre los adolescentes que trabajan, aunque con niveles relativos diferenciales según se trate de áreas urbanas o rurales (18,3% en el NOA y 14,3% en el NEA urbanos, y 28,5% en el NOA y 27,7% en el NEA rurales).


Sin importar si se trata de un área urbana o rural, las expectativas sobre el futuro presentan diferencias según el sexo: las niñas y adolescentes tienen mayor propensión a solo estudiar y sus pares varones a solo trabajar al cumplir los 18 años de edad.


>> Mientras en el medio urbano el 15,5% de los hogares con niños y niñas tienen al menos un infante o adolescente que trabaja, en las áreas rurales esta relación se duplica, involucrando al 32,3% de estos hogares. Tanto en el medio urbano como en el rural, son las regiones NOA y NEA las que presentan una mayor proporción de hogares con niños, niñas y adolescentes que realizan actividades productivas.


>> Los hogares con al menos un niño, niña o adolescente que trabaja presentan un clima educativo bajo: 68,2% de los hogares urbanos y 87,7% de los del medio rural están integrados por miembros de 18 años y más con nivel educativo inferior al secundario completo.


>> Casi la totalidad de los hogares urbanos con niños y adolescentes residen en viviendas cuyas paredes y pisos están construidos con materiales resistentes. Contrariamente,
en las áreas rurales hay un déficit en estos indicadores, que se incrementa en los hogares con al menos un niño que trabaja: en el 21,8% de los hogares, las paredes son de materiales deficientes, mientras que en el 14,0%, los pisos presentan esta característica.


>> Dos de cada tres hogares rurales presentan condiciones de saneamiento inadecuadas: no poseen baño, lo comparten con otros hogares o no tienen desagüe a red pública o cámara séptica.


>> Los hogares con al menos un niño, niña o adolescente que trabaja perciben en mayor medida transferencias de ingresos no contributivos por parte del Estado: el 43,2% del medio urbano y el 47,5% del rural señalan recibir la Asignación Universal por Hijo para la Protección Social (AUH) por alguno de sus miembros.


INFORME COMPLETO

El Litoral Santa Fe - ellitoral.com  Texto PDF: Informe Eanna

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