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INTERNACIONALES

24 de diciembre de 2017

Crecen las internas vaticanas y las conspiraciones contra Francisco

Los sectores conservadores se oponen a las reformas que está llevando a cabo el Pontífice argentino.

El Papa Francisco va adelante con dificultad con sus reformas en la Iglesia. “Son más difíciles de hacer que limpiar la Esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”, dijo el viernes en un discurso ante la Curia Romana. Según varias figuras cercanas, el Pontífice está solo en ese proceso, mientras las polémicas y las contestaciones se entrecruzan en un clima de crecientes tensiones internas. En sus augurios de fin de año a los cardenales y monseñores que animan el gobierno central de la Santa Sede reconoció que la situación es alarmante al hablar de “los traidores de la confianza” y “los aprovechadores”, de la “desequilibradora lógica de los complots y los pequeños círculos” que “representan un cáncer”. Jorge Bergoglio no se refería solo al ámbito de la Curia Romana, que vuelve a demostrarse, en las palabras del pontífice argentino, una estructura infestada por las luchas de poder ya culpables de haber contribuido a la renuncia histórica en febrero de 2013, de Benedicto XVI Joseph Ratzinger, primer Papa que lo hace en 600 años, debido a los escándalos y filtraciones de documentos secretos que ensombrecieron el Vaticano durante años. Hasta julio pasado fue Prefecto de la Doctrina de la Fe, un cargo muy importante en el Vaticano, el cardenal alemán Gehard Müller, en permanente contraste con el Papa, que no lo confirmó en el cargo. Si ya lo era antes, el teólogo germano es ahora una bomba de tiempo aún más peligrosa para Bergoglio. En una entrevista dijo hace poco que hay un frente contra el Papa y “el riesgo de una lenta separación podría desembocar en un cisma de una parte del mundo católico que está desorientado y desilusionado”. El pontífice es el garante de la unidad de la Iglesia y un cisma evoca lo peor: las épocas en la que en la Iglesia dominaban las luchas internas y las divisiones. Los cambios en profundidad que propone Francisco a una Iglesia que quiere “pobre y de los pobres” no son digeribles por los conservadores, que acusan al Papa de haber sometido la doctrina al dominio de la acción pastoral, con incursiones en verdaderas herejías como en el caso de los divorciados vueltos a casar. Este tema ha dividido profundamente el tejido del catolicismo, con los tradicionalistas que consideran herético auspiciar de hecho la abrogación del matrimonio indisoluble a cambio de un “camino penitencial” que permita en algunos casos devolver los sacramentos a los que viven una situación tan irregular y hasta aceptando el nuevo matrimonio civil. Ha causado una gran impresión la carta que hace un mes publico el teólogo padre Thomas Winandy, capuchino de Washington. Dirigida al Papa, denuncia que “una gran confusión” se difunde en la Iglesia y el Papa es el culpable. “Los que devaluan las doctrinas de la Iglesia se separan de Jesús, autor de la verdad”, afirma. El teólogo era un importante animador doctrinario de la Conferencia Episcopal norteamericana. En la carta ataca al pontífice en nombre de los “fieles católicos” por los nombramientos de algunos obispos, obviamente progresistas, “que aparecen abiertos a quienes tienen una visión contrapuesta a la fe cristiana”. Las relaciones del Papa con la Iglesia de EEUU se han hecho más complicadas. En la asamblea general de los episcopales norteamericanos, en Baltimore, los obispos rechazaron al candidato de Jorge Bergoglio como presidente de la comisión Pro Vida, el cardenal de Chicago Blase Cupich, y prefirieron al conservador Joseph Naumann, arzobispo de Kansas City. El enviado del progresista National Catholic Reporter, Michael Sean Winters, escribió que “los obispos alzaron el dedo medio a Francisco”. El teólogo crítico Thomas Winandy debió renunciar a su cargo por su falta de comunión con el Papa, pero siguen resonando sus acusaciones a Francisco de no aceptar las críticas y “dividir a la Iglesia”. Otra Iglesia clave, en posiciones aún más conservadoras y críticas contra el pontífice, es la polaca. En un documento de 19 páginas los obispos rechazaron la posición del Papa en el frente caliente de los divorciados vueltos a casar y ratificaron que la única doctrina válida es la de su compatriota, San Juan Pablo II, que ratificó la indisolubilidad del matrimonio católico y los castigos a los fieles que viven situaciones irregulares. La Iglesia polaca sintoniza a fondo con las posiciones ultra nacionalistas y conservadoras del gobierno polaco, contra el que la Unión Europea estudia sanciones. El 7 de octubre, aniversario de la batalla de Lepanto de 1571, un millón de católicos movilizado por las diócesis se desplegó a lo largo de los 3500 kilómetros de fronteras para arrodillarse y rezar el rosario “por la paz y para salvar a la patria de la secularización y sobre todo de la islamización”. Según el diario “La Repubblica” se avecina otra estación de venenos al curare que producirá nuevos revoltijos. Esta vez por la aprobación de una “oración eucarística ecuménica”, que introduce un cambio inédito en la celebración de la misa. Una comisión reservada presidida por el cardenal Walter Kasper, integrada por teólogos católicos y luteranos, ha puesto a punto esta oración ecuménica “para permitir la comunión eucarística a las copias mixtas, o sea familias compuestas por una parte católica y otra luterana”. Según “La Repubblica”, esta misa seria considerada válida por ambas confesiones pese a las diferencias teológicas y la doctrina de la eucaristía. Inevitable que se renueven las polémicas en torno a la ortodoxia del nuevo paso ecuménico en dirección a los luteranos, que va a todo trapo desde que el Papa viajó a Suecia para celebrar los 500 años de la reforma protestante de Lutero, un gesto contestado por los tradicionalistas. “No hay nada que festejar”, desdeñó el cardenal Müller. La inminente misa católica-luterana está lista para comenzar con oficios litúrgicos en Alemania, asegura “La Repubblica”, para después llegar a las diócesis del mundo que lo consideren oportuno. Fácil es prever que se desatará una tormenta de contestaciones, seguramente encabezada por el guardián de la liturgia católica, el cardenal africano Robert Sara, en continuos choques doctrinarios con el Papa. Fuente: El Litoral

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