AGRICULTURA
11 de noviembre de 2025
Un bioestimulante a partir de la molienda de soja: la UNL y el desafío de refuncionalizar los residuos

Un equipo de la UNL creó un bioestimulante a base de residuos de soja. Buscan revalorizar un subproducto clave del agro.
Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) desarrollaron un bioestimulante orgánico a partir de los residuos de soja que actualmente tienen escaso valor agregado. El proyecto es impulsado por especialistas de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ-UNL) y el Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (INTEC).
El objetivo es crear un producto que acelere el crecimiento vegetal y complemente los fertilizantes inorgánicos tradicionales, pero con una base natural, rica en nitrógeno orgánico.
En ese sentido, el programa Una Tarde a la Vez de AIRE dialogó con Ricardo Manzo, investigador del proyecto, quien explicó: “La idea es siempre proyectar, mejorar. Los residuos se van a generar igual en función del proceso, pero la idea es tratar de aprovecharlos, refuncionalizarlos, agregarle diversidad a ese tipo de desechos que, si bien no tienen un gran valor agregado, en otros lugares como China se le da mucho más valor”
El bioestimulante se produce a partir del residuo que queda tras la extracción del aceite de la soja, un subproducto que contiene cascarilla y proteínas parcialmente degradadas. “Lo que uno tiene que hacer es re-funcionalizar la proteína por diferentes tratamientos. En nuestro caso proponemos una solución mucho más sustentable: el uso de enzimas, otras proteínas biológicas que rompen las proteínas de la soja y liberan sus aminoácidos”, detalló Manzo.
A través de este proceso se obtiene lo que se conoce como hidrolizado proteico, un líquido que puede ser formulado y aplicado sobre diferentes cultivos, tanto extensivos (como soja, maíz y trigo) como intensivos (hortalizas).
Este estimulante orgánico se presenta como una alternativa a las sales derivadas del amoníaco o nitratos, utilizados comúnmente en la agricultura convencional.
Actualmente, el expeller de soja es destinado a la elaboración de alimento balanceado o utilizado en acuerdos de intercambio entre empresas. Cada 1.000 kilos de soja producen cerca de 800 kilos de expeller y 200 de aceite, por lo que la magnitud del subproducto es significativa. “Buscamos darle más valor para poder diversificar esa matriz de esa propia empresa”, señaló el investigador.
Ensayos en laboratorio y próximos pasos
Por el momento, las pruebas se realizan a escala reducida, con lotes de hasta 100 litros. Aunque estos volúmenes son pequeños para la industria, representan un avance clave en términos de investigación aplicada.
“Nosotros hacemos estudios de laboratorio, a muy pequeñas escalas. Las empresas, 100 litros no representan nada. Pero es también una inversión muy grande”, sostuvo Manzo.
Fuente: Aire Agro
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