AGRICULTURA
3 de noviembre de 2025
Subsidios y derechos de exportación: el maravilloso arte del ajuste competitivo

El capital natural es solo una parte de la cuestión relativa a la necesidad de compensar atribuciones extraordinarias, dado que el capital intelectual también debe ser considerado al momento de realizar ajustes compensatorios.
Con mucha frecuencia, quizás demasiada, me he encontrado con personas escasamente informadas que aseguran que es injusto el hecho de que los productores estadounidenses (“farmers”) reciban subsidios agropecuarios al tiempo que los argentinos deben abonar derechos de exportación.
La cuestión es que ese fenómeno no es una casualidad, sino que obedece al hecho –debidamente documentado– de la necesidad de implementar acciones orientadas a equilibrar las relaciones de fuerza entre competidores.
Se trata de la famosa teoría de la compensación competitiva, también conocida como el ajuste reparatorio, por medio del cual resulta indispensable introducir mecanismos que habiliten la competencia equitativa entre participantes.
Mientras que en la Argentina es factible sembrar durante todo el año –si la humedad lo permite, claro–, en las principales zonas agrícolas de EE.UU. los inviernos son muy crudos y la nieve en esa época del año suele cubrir los campos, lo que ciertamente dificulta la posibilidad de realizar sistemas intensivos siempre verdes.
En algunas regiones argentinas hasta es posible intersembrar verdeos de invierno en cultivos de maíz con el doble propósito de consolidar la sostenibilidad de los sistemas agrícolas e incrementar la oferta de forraje destinada a los planteos ganaderos.
Sería abusivo no implementar un mecanismo regulador que propicie una situación de equivalencia entre ambas realidades tan disímiles. Para poner el tema en perspectiva: la ciudad de Chicago en EE.UU., comparable a Rosario en la Argentina, se encuentra en una latitud equivalente al límite entre las provincias de Río Negro y Chubut.
Los derechos de exportación, por lo tanto, consisten en una herramienta indispensable para garantizar la posibilidad de competencia por parte de los “farmers” y, en caso de que no resulten suficientes –como usualmente ocurre–, los mismos tienen que ser complementados con subsidios destinados a mantener el capital de trabajo de las empresas agropecuarias estadounidenses.
Sin embargo, el capital natural es solo una parte de la cuestión relativa a la necesidad de compensar atribuciones extraordinarias, dado que el capital intelectual también debe ser considerado al momento de realizar ajustes compensatorios.
Si bien existen investigaciones bien fundamentadas –realizadas por prestigiosas instituciones académicas– sobre las diferentes capacidades existentes entre los “farmers” y los productores argentinos, a los fines de este artículo (y además para no aburrir a los lectores con tediosos tecnicismos) estimo que basta con ilustrar la cuestión con una fotografía de Caleb Ragland, el presidente de la Asociación de Productores de Soja de EE.UU.
Por lo tanto, aquellos que inoportunamente afirman que EE.UU. debería eliminar los subsidios agrícolas y que la Argentina tendría que hacer lo mismo con los derechos de exportación, no saben que, en tal escenario, estarían rompiendo un equilibrio natural para que las fuerzas del mercado puedan expresarse con ecuanimidad en ambos extremos del continente americano.
Los derechos de producir de uno no son superiores a los de otros y todos deben tener igualdad de oportunidades para competir, de manera tal de premiar el esfuerzo, más allá de cuál haya sido la dotación aportada de manera arbitraria por la naturaleza.
Hagamos circular estos conceptos clave para evitar que las desinformaciones sobre un sector esencial para la Argentina terminen confundiendo a una parte de la sociedad. Y así, cada día que pase, estaremos más cerca del necesario cambio cultural para transformar al país en un faro civilizatorio ¡Viva la libertad, carajo!
Fuente: Aire Agro
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