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29 de octubre de 2025

Bulat: “El país despejó parte de la incertidumbre, pero queda mucho por hacer”

El economista dijo a Cadena 3 que “no sería traumático” correr las bandas del dólar para sumar reservas. Consideró que la reforma laboral debe incluir fiscalización y la impositiva, coordinación con las provincias.

A propósito del amplio triunfo electoral del gobierno de Javier Milei y el apoyo inédito del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, ¿hay un nuevo país en términos económicos? ¿Se ha superado la crisis financiera de Argentina? 

No, no necesariamente. Sí se ha despejado un riesgo claro, que era la posibilidad de que al gobierno le fuera muy mal en una elección muy polarizada. Si La Libertad Avanza no ganaba, la oposición fuerte que quedaba era el kirchnerismo, lo cual a los mercados no les gusta y hubiera generado mucha más tensión. Sin embargo, en la microeconomía, la historia no cambió demasiado. Aún tenemos restricciones cambiarias, una tasa de interés alta, y cierta tensión cambiaria, ya que el dólar había bajado, pero está volviendo a los niveles previos. Lo positivo es que se eliminó una parte muy fuerte de la incertidumbre. El riesgo país bajó de 1100 a 700, el Merval subió, los bonos aceleraron, y Estados Unidos se comprometió a apoyar. Esto despeja incertidumbre, pero no significa que los fundamentos macroeconómicos estén resueltos. Queda mucho trabajo por hacer, y el presidente mismo lo reconoció al mencionar que toca sentarse con los gobernadores y negociar reformas laborales y tributarias para que Argentina vuelva a crecer. La economía venía chata o incluso cayendo desde febrero, por lo que toca revertir esa situación.

Imaginando que el país está volando en el aire, con grandes expectativas de desarrollo e inversiones en el futuro inmediato, ¿qué le preocupa más: la cuestión financiera, que fue conjurada temporalmente por Estados Unidos, o la economía real y la microeconomía, que está parada hace varios meses y se ve poco ayudada por el aumento de las tasas de interés para frenar la corrida cambiaria? 

Si el trapecista representa el desarrollo económico al cual apunta Argentina, lo que más me preocupa es el tema educativo. Argentina está perdiendo muchísimo capital humano en los jóvenes, lo cual evidencia un deterioro tremendo. Aunque esto parezca lejano y quede al margen cuando la economía está tensa, si Argentina quiere crecer de verdad por muchos años, con una sociedad educada que genere mayor productividad, es imprescindible atacar este tema como una de las primeras cosas que se deben hacer.

Es fundamental que se resuelva la cuestión financiera. ¿Cree que están dadas las condiciones para que bajen las tasas de interés y se reactive la economía para las empresas y los consumidores que hoy no tienen crédito? 

Sí, creo que eso tiene que pasar. Las tasas de interés a nivel global se calculan sumando la expectativa de devaluación de la moneda y la prima de riesgo país. Cuando el riesgo país empieza a converger y la expectativa de devaluación está más baja, la tasa de interés que Argentina debe pagar para estar en la paridad mundial es bastante menor. Por lo tanto, sí creo que vamos hacia una tasa de interés menor. La estrategia del gobierno era tener tasas altas y encajes muy altos para mantener el dólar más bajo. Ahora, pueden bajar algo los encajes, liberar más dinero en pesos, lo que bajará la tasa y permitirá el crecimiento del crédito. La situación actual de tasas altas es letal para la microeconomía: la mora familiar está altísima, los créditos hipotecarios se detuvieron, y los créditos prendarios cayeron por el aumento de cheques rechazados. Esto se puede revertir rápido, y es una de las principales medidas que creo que hay que tomar. Una tasa más baja podría implicar un dólar más alto, pero para mí no sería tan traumático; un dólar más alto en esta Argentina no es algo que vaya a disparar los precios ni generar un dólar de pánico. Daría más aire, y aunque la desinflación sea un poco menos rápida, incluso sería algo mejor.

Dejar correr un poco el dólar supondría salir o modificar el actual esquema de bandas, dado que el tipo de cambio está cerca del techo. ¿Un dólar, por ejemplo, de 1600 o 1700 pesos le garantizaría a la producción argentina una mejor exportación y más competitividad frente a las importaciones? ¿Sería traumático modificar el esquema cambiario? 

Ese esquema implicaría un cambio en las bandas. No creo que sea traumático para la economía que el Banco Central o el Tesoro corran las bandas para implementar una nueva estrategia de acumulación de reservas. Si bien el dólar puede subir un poco porque no se sabe dónde va a estar, al ver que la entidad central comienza a reacumular reservas, se anula o se baja la expectativa de shocks devaluatorios futuros. Cambiar el esquema cambiario para asegurar mayor fortaleza del Banco Central o del Tesoro subirá un poco el tipo de cambio, pero no generará una ruptura. Hoy estamos muy lejos de un escenario de pánico, como el dólar de 3700 pesos (a precios de hoy) que se vio en noviembre de 2023. Un dólar algo más alto que permita comprar reservas es más sostenible a largo plazo que mantenerlo bajo todo el tiempo. Mantener el dólar bajo está perjudicando a actividades como la construcción, el turismo y a los exportadores. Este cambio no es un escenario tan malo, sobre todo sabiendo que Estados Unidos está detrás, que los activos están allí y que lo político está estable.

Las conversaciones sobre la reforma laboral y la reforma impositiva, dos de las tres reformas estructurales más importantes, ¿deberemos esperar a que se traten y salgan en el verano? 

Probablemente no las veamos antes del 10 de diciembre, que es cuando asume el nuevo Congreso, y se necesitarían sesiones extraordinarias para que eso suceda. No obstante, con el resultado electoral, el oficialismo no necesita demasiada gente para que se aprueben las leyes que ya tiene escritas; está muy cerca. Sumando La Libertad Avanza y el Pro, se encuentran a muy pocos diputados de poder votar las leyes. Respecto a la reforma laboral, he visto algunas ideas interesantes; hay que ver si se presenta como un paquete de la "Ley Bases" para que finalmente salga lo más importante. En cuanto a la reforma impositiva, mi temor personal es que no se ha conversado con muchos ministros provinciales. Sería un problema si la reforma viene solo del Ejecutivo con cambios en la parte nacional y no en la provincial, ya que los impuestos provinciales y municipales son muy distorsivos. El gobierno intentará impulsarlas en el verano, aunque habrá que ver si logran los quórums necesarios por parte de la oposición.

Actualmente, se discute menos la necesidad de medidas que favorezcan o hagan posible el empleo en las pymes, volviendo menos costoso el despido ante una caída de la actividad. En este sentido, ¿qué efecto inmediato podría tener un cambio de reglas laborales? 

La experiencia internacional indica que si la economía está en caída y se implementa una reforma laboral, probablemente haya más despidos que contrataciones en el ínterin. Si la economía no está traccionando, es difícil contratar gente. Las reformas globales, como las que pasaron en Uruguay y Brasil, apuntan a cuidar al trabajador, pero a permitirle a la empresa ser más flexible a la hora de contratar o despedir. Cuando se pone un tope a la salida (previniendo despidos), también se pone un tope a la entrada, porque la empresa que sabe que no puede despedir no se anima a contratar. Los países implementan prácticas como seguros de desempleo o indemnizaciones con topes. Otro tema es la apertura de los convenios colectivos de trabajo para negociar, además de salarios, temas de productividad y cambios de roles. En Brasil, por ejemplo, se ha usado el "banco de horas", permitiendo negociar no trabajar un día a cambio de compensar horas otro día o ganar francos. Una medida que se quiere retomar es un mínimo no imponible para las cargas sociales en el empleo privado formal, que busca que los primeros empleos y los salarios menores no tengan un costo de contratación tan alto. El desempleo es más alto en jóvenes que en gente mayor. Además, la informalidad no bajará sustancialmente si no hay fiscalización por parte de entidades nacionales o provinciales, ya que si no hay penalización por ir al menor costo, difícilmente se reduzca. El orden de las cosas debería ser: primero bajar costos y luego fiscalizar.

Sobre la reforma impositiva, que debe necesariamente incluir a los municipios, provincias y nación, ¿cree, apelando a su visión periodística, que esa conversación política imprescindible es viable hoy para lograr una reforma que alcance a provincia y a nación

Me cuesta mucho visualizar la estrategia con el tema de la coparticipación. Si queremos un cambio estructural en la parte tributaria, el tema más relevante es la coparticipación, los impuestos que están incluidos y el coeficiente de distribución secundaria, el cual está obsoleto ya que se basa en criterios de los años setenta y ochenta. Hay dos opciones: vaciar la coparticipación (bajar esos impuestos y crear nuevos), o que haya un consenso muy grande en Argentina. El gobierno podría dar pie a la discusión, pero veo mucho más poder de acción en la parte nacional que en la provincial. Esto sería un problema porque si la nación baja ciertos impuestos y las provincias reciben menos coparticipación, las provincias tienen la potestad de aumentar sus propios impuestos, como los ingresos brutos, para refinanciarse. Esto es un riesgo, ya que los ingresos brutos son realmente distorsivos y representan el 80% de la recaudación provincial de recursos propios.

La comodidad de algunas provincias, que eligen vivir de la coparticipación en lugar de promover la producción privada local significativa, las ha convertido en feudos que viven de impuestos de otras economías del país. ¿Cree que se encontrará una fórmula para generar incentivos que reviertan esta dinámica? 

Estoy 100% de acuerdo. Hay que discutir regímenes, pero por ahora no estamos en esa función.

¿Qué libro recomendarías a la audiencia?

“Antifrágil”, de Nassim Taleb y “La rebelión del público”, de Martín Gurri.

Entrevista de Sergio Suppo.

Fuente: Cadena 3

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