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OPINIÓN

29 de julio de 2025

Casi la mitad de los niños de 6 a 11 años tiene una cuenta en redes sociales

Expertos advierten sobre el mal uso de dispositivos y sus efectos en la salud mental durante las vacaciones de invierno.

Las vacaciones de invierno, ese momento tan esperado para desconectar y recargar energías, parecen haber perdido su esencia. 

Según un estudio basado en datos de la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, casi la mitad de los niños de 6 a 11 años tienen cuentas abiertas en redes sociales, un fenómeno que se intensifica durante el receso invernal. 

Lejos de ser un período de descanso, estas semanas se convierten en un caldo de cultivo para la ansiedad, la irritabilidad y los trastornos de sueño. ¿La razón? Un "efecto espejo" donde los niños reflejan los hábitos de los adultos, quienes, atrapados en el torbellino digital, abusamos de celulares, tablets, notebooks y televisores.

La Organización Mundial de la Salud recomienda un máximo de dos horas diarias de pantallas para los menores. Sin embargo, una encuesta reciente revela que el 32,11% de los niños pasa más de cuatro horas frente a estos dispositivos, y un alarmante 24,38% de los padres admite no controlar este tiempo. 

La falta de estructura durante las vacaciones, con horarios desordenados y actividades improvisadas, agrava el problema. Pero el núcleo de la cuestión no es la pantalla en sí, sino su abuso. El celular se transformó en el "nuevo libro en la playa", pero con una diferencia crucial: mientras un libro invita a la introspección, el dispositivo nos conecta constantemente, robándonos la capacidad de vivir el momento.

Este fenómeno no solo afecta a los niños. Los adultos, pendientes de sus teléfonos incluso en un bar o en la orilla de un río, hemos reemplazado la conversación y la contemplación por notificaciones y publicaciones. Las vacaciones, que antes eran un espacio para crear recuerdos y compartir historias al volver, ahora se diluyen en un flujo constante de posteos en redes sociales. 

Publicamos todo en tiempo real, y al regresar, no queda nada nuevo que contar. Peor aún, este hábito se transmite a los más chicos, quienes, imitando a sus mayores, acceden a redes sociales a edades tan tempranas como los 6 años, a menudo con la complicidad de un adulto que facilita la creación de esas cuentas.

Según la OMS, uno de cada siete jóvenes de 10 a 19 años padece trastornos mentales como ansiedad, depresión o alteraciones del comportamiento, y el uso excesivo de pantallas es un factor clave. La recomendación es clara: retrasar la entrega de teléfonos inteligentes hasta los 13 años y establecer horarios estrictos para el uso de dispositivos. Pero esto requiere esfuerzo, compromiso y, sobre todo, un cambio en los adultos.

Fuente: Cadena 3

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