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4 de noviembre de 2022

"En Argentina se puede crecer 26% en maíz, 26% en trigo y 15% en soja achicando brechas"

Así lo afirmó el investigador y asesor Juan Pablo Monzón en el marco de la segunda edición de Sembrar Saber. El encuentro reunió a los principales actores de la agricultura de precisión para hablar sobre los desafíos de la agricultura variable y cómo seguir aumentando producción.

El Congreso “Sembrar Saber” reunió a más de 1.000 asistentes online que siguieron atentamente los aportes realizados por los 18 oradores que, distribuidos en 4 bloques temáticos, lograron abordar la agricultura variable desde todas las miradas posibles. La conclusión: se trata de una forma de producir en crecimiento que irá consolidándose cada vez más. La forma de llevarla adelante es entre todos: proveedores de insumos y tecnologías, asesores y productores.

Juan Pablo Monzón es productor, asesor e investigador. Para él, la respuesta a la mayor demanda de alimentos debe surgir del incremento de la productividad y no de la superficie. “Desde el 2000, la superficie agrícola crece a razón de 13 millones de hectáreas por año y se avanza sobre áreas ambientalmente frágiles”, anunció.

En contraposición, argumentó que hay que ir hacia un modelo de intensificación sustentable y la forma de lograrlo es disminuyendo la brecha de rendimientos por hectárea de cultivo. “Si se achica esa brecha, en Argentina se puede crecer 26% en maíz, 26% en trigo y 15% en soja”, dijo. Pero para lograrlo, hay que ajustar el uso de nutrientes: “El balance es negativo en todos los nutrientes y regiones. Deberíamos duplicar la dosis de nitrógeno y fósforo, y multiplicar por 6 la de azufre promedio en el país”, apuntó Monzón.

Para Juan Ignacio Rattalino, de Syngenta, comprender los límites de la productividad de los cultivos y el desempeño de los lotes es fundamental para establecer metas realistas de producción e identificar oportunidades para afinar las prácticas de manejo actuales.

La respuesta está en la ambientación. Agustín Pagani, de Clarion, explicó que se trata de identificar aquellas zonas dentro de un lote que expresan una combinación homogénea de factores limitantes de rendimiento para las que un único nivel de insumos es apropiado. En base a eso, se puede hacer un manejo por densidad: “A medida que uno aumenta la densidad de plantas, el rendimiento tiene un comportamiento cuadrático, un nivel óptimo en que el cultivo maximiza su productividad y por debajo del cual el rendimiento cae. También es posible zonificar el manejo de nitrógeno y fósforo, analizando la demanda del suelo, de extracción y los niveles de productividad”, enumeró.

Nicolás Pizzichini, de Precision Planting, dijo que para hablar de siembra variable y siembra de precisión tenemos que hablar de los robadores de rindes, que son los que generan las brechas.

Se trata de cinco factores: la nutrición, la emergencia de las semillas, el sistema dosificador de la sembradora, el espaciamiento entre semillas y la población -que la sembradora variable pueda aplicar la dosis justa en cada ambiente-.

Para que las semillas emerjan lo más rápido posible es fundamental medir la humedad del lote. Esto se puede hacer con un sensor de carga que va en el cuerpo de siembra en el sistema de control de profundidad”, dijo y se refirió al Smart Firmer, un sistema que aporta información sobre la humedad y limpieza del surco, la temperatura del suelo, la materia orgánica. Datos que permiten definir rangos de densidad y aplicar una prescripción en tiempo real.

Luis Mayer, de Nidera, presentó los modelos disponibles para la toma de decisiones de densidad y fertilización que surgen del Recomendador de Nidera. Con esta herramienta es posible determinar la densidad adecuada para cada uno de los materiales para cada ambiente. Se aplica en maíz y girasol y arrojan no solo la densidad óptima biológica sino también la densidad óptima económica.

El Recomendador de Nidera también informa el requerimiento de nitrógeno, que según Mayer es dinámico y se aleja del modelo teórico fijo de 22 kg/t ya que depende de los rendimientos. Además, la plataforma tiene una herramienta que se llama “Variable Nidera” que permite autogestionar el lote variable de acuerdo a la productividad que tenga cada ambiente. “Si no tenemos una ambientación preestablecida también la podemos generar a través de imágenes satelitales de NDVI combinables con otras capas de información”, explicó el técnico.

Agustín Bianchini, de Okandú, hizo hincapié en la calidad de implantación. “La siembra directa se caracteriza por tener rastrojo en superficie que genera variabilidad de humedad en suelo. Muchas veces se generan sectores compactados por la huella de la propia sembradora, de las tolvas o las cosechadoras, con lo cual hay una desuniformidad de la compactación del suelo, la humedad y la cobertura de rastrojo. Eso genera una variabilidad en la humedad de la semilla y afecta su momento de germinación. El desafío en estos sistemas de siembra directa y rotación está centrado en la colocación de semillas para optimizar sus condiciones de germinación”, explicó.

“Cuando no cumplimos con los requerimientos para que las plantas emerjan en un rango de tiempo similar, empezamos a tener problemas de desuniformidad espacial o temporal. En 3 años de evaluación, la desuniformidad espacial y temporal en maíz mostró pérdidas de rendimientos relativas de entre 6 y 22%. En un rendimiento esperado de 13.000 kg/ha, la desuniformidad espacial y/o temporal puede reducir el rendimiento entre 800 y 2.900 kg/ha”, especificó.

Ricardo Ollúa, de Nidera, respondió a la pregunta del millón: ¿Cuántos kilos estamos dejando en el lote por no lograr una buena calidad de implantación? Según una serie de ensayos dijo que las pérdidas de rendimiento de maíz estimadas por falta de logro de densidades objetivo, desuniformidad espacial y temporal promediaron el 1%, 7,7% y 6,6%.

“Existe una gran oportunidad de achicar las brechas de rendimiento actuales mediante el control preciso de la práctica de la siembra”, expresó.

Qué dicen los productores

Nicolás Ridley, de MSU, no dudó en afirmar que la producción variable les permite optimizar los recursos y alcanzar promedios de rindes óptimos. Hace 5 años que MSU trabaja con estas tecnologías. “Nosotros traccionamos los estándares de calidad pagando adicionales a los contratistas que usan la tecnología de precisión. También es importante la capacitación”, destacó Ridley, para quien el beneficio, además de económico, es ambiental.

En Managro siembran unas 60.000 hectáreas distribuidas en distintas regiones. Alfredo Bernardoni destacó que con el uso de tecnologías no solo lograron ser eficientes en los costos productivos sino también en la toma de decisiones de riesgos de ambientes productivos. De hecho, “impulsamos internamente un área digital para impulsar nuevos negocios”, dijo y citó que hay una adopción de 16% de la aplicación de insumos variables.

Luis Verri es asesor del estudio Agronomy Tech. Se dedica a facilitar la adopción de tecnología y ejecutar agronomía optimizada en cada ambiente. “Por las características del modelo de negocio agrícola en Argentina, la agricultura variable se vuelve una necesidad para capturar renta: tiene una ganancia en dólares que es importante dentro de la renta de un cultivo”, dijo y reconoció que todo depende de la zona. “Así como en el oeste de Buenos Aires hay un 50% de adopción, en otras apenas llega al 10%. Hay gente que recién ve un mapa de rendimientos, una tecnología disponible desde los `90. La tendencia es a analizar mega datos para lo cual se van a demandar especialistas en la materia. Ya no tanto agrónomos, sino más tecnólogos y programadores”, opinó.

Fabián Belich, contratista de la empresa Agrícola Testa, se especializa en servicios de agricultura digital. Dijo que lo hizo por la demanda de los clientes pero también por una necesidad propia de continuar innovando. “En nuestro caso puntual, como contratistas, nos facilitó la operatoria y ampliar nuestra capacidad de trabajo en un 50%. Podemos sembrar a mayor velocidad y con mejor calidad. Esto termina en una mayor eficiencia”, dijo.

Que dicen los proveedores de tecnologías

Ignacio Eguren, de AgroPro, dijo que el negocio del agro es un conjunto de procesos y “lo que hacemos con diferentes tecnologías es ayudar a conocerlos”. Agregó que “estamos en un proceso de aprendizaje. El productor es un gran adaptador de tecnologías pero quiere ver resultados más rápido. Ese es nuestro desafío”.

Guadalupe Covernton, de Auravant, sostuvo que son los productores los que al final del día definen qué les aporta la tecnología. “Las herramientas tienen que adaptarse al productor. Los horizontes que nos brinda la tecnología son inimaginables pero el productor tiene que sentarse en la mesa e ir co-construyendo el cambio. En años tan difíciles como este, 3 o 4 quintales pueden hacer una diferencia. Todas estas herramientas tienen modelos gratuitos para probar, dar el primer paso y seguir creciendo”.

Covernton recordó que en solo cinco años se formó un ecosistema de empresas que interactúan entre ellas. “Debemos seguir hablando. El productor no puede adoptar 50 Apps que hacen distintas cosas. Por eso, en Auravant estamos trabajando en la integración con otras plataformas para que todo esto empiece a relacionarse y vincularse con el fin de agregar valor y hacerle más fácil la experiencia al usuario”, analizó.

Federico Richard, de Syngenta, dijo que sumar datos ayuda a producir mejor: “Lo importante es que desde las empresas hagamos un acompañamiento a los productores. Las tecnologías van a ir mejorando a medida que se vayan usando, por eso es importante el feedback”.

Fuente:Agro Clave

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