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POLITICA

25 de julio de 2022

Según Zuleta Puceiro, para salir de la crisis el Gobierno debe dar un giro total en su política económica

Dijo que es necesario un shock para cambiar las expectativas políticas y un consenso amplio. También, incorporar equipos técnicos no afines al Gobierno, además de una autocrítica.

¿Cuál es su análisis de lo que sucedió esta semana y cómo quedó el Gobierno nacional?

Marchamos hacia un momento álgido de un proceso de crisis general que no nos es del todo desconocido. Crisis similares tuvimos varias veces desde el 83, en el 93 y en 2002, 2003. La crisis tiene componentes económicos y políticos. Todos son complejos, pero no son complicados. Sabemos cómo se llega a estas crisis y también sabemos cómo se sale de ellas.

¿Se puede estar en camino a una nueva, pero similar a cuál de las previas?

Las crisis anteriores tuvieron factores muy similares, pero también muy diferentes. Lo que sabemos es cómo se llega: por problemas políticos. Por las dificultades de la dirigencia política y sus relaciones internas para articular consensos. Eso se ve no solo en las relaciones del Gobierno y la oposición, que no son tan importantes como las relaciones internas. El peronismo ya no es una dirigencia política cohesionada, con una unidad de propósitos y de ideas. Son grupos muy diferentes entre sí, con intereses antinómicos muchas veces y por sobre todo, el triunfo y la afirmación de uno de ellos implica la supresión de otros. Por ejemplo, los meses largos de la crisis interna entre el Presidente y el kirchnerismo. Esto está en la génesis y es un factor de incertidumbre muy grande.

 

¿Y cómo se sale de esto?

Todas las veces que estuvimos en crisis, en 1987, en 2003 particularmente, pero también en el 93, fueron procesos de los cuales se salió cambiando radicalmente las expectativas políticas. Es decir, tiene que haber un proceso en el cual la política pasa en primer lugar a reconocer errores e ideas equivocadas y propone a la sociedad una expectativa, una visión del futuro totalmente diferente.

En el caso de Alfonsín, fue abandonar las ideas que lo habían llevado al Gobierno, con la incorporación de un grupo altamente tecnificado y la implementación de un mecanismo para desmontar las expectativas inflacionarias. Lo mismo pasó con Cavallo. De un día para el otro, la economía tradicional del peronismo, las alianzas que habían llevado a Carlos Menem al poder, quedaron atrás, sustituidas por toda la filosofía política de la apertura, la privatización y la reforma del Estado.

En el 2001 cayó el sistema político. Sustituyeron la Convertibilidad por un mecanismo de devaluación y pesificación asimétrica y reglas de juego muy diferentes que obligaba a los actores políticos a acomodarse. Esos tres ejemplos, donde se produce ese shock a las expectativas políticas, esa propuesta de un mecanismo de gestión de la crisis que pase por desarticular la inflación inercial y reglas de juego a las que hay que adaptarse, también implica equipos distintos y una autocrítica del mecanismo que está vigente.

En este momento no hay ni autocrítica, ni ningún mecanismo sustitutivo. Las medidas como las cambiarias que se van enhebrando son básicamente ridículas. No hace otra cosa que agitar la idea de que el Gobierno no sabe dónde está ni hacia dónde va. Este es el factor principal hoy. ¿Va a aceptar el presidente Fernández hacer ese cambio en los elencos políticos, concurrir al FMI y ofrecerle al FMI lo que le está pidiendo que son reformas estructurales? No lo sabemos. Da la impresión que aún no está la cosa tan madura como para que diga que se equivocó, que hay otros equipos, que hay alianzas con los empresarios, con la dirigencia política, una concertación, para dejar atrás la filosofía política con la que llegó al Gobierno. Eso no ha ocurrido.

 

 

¿El Gobierno puede aún generar el respaldo político suficiente para cambiar las expectativas? Porque aún estamos lejos de un recambio presidencial…

Alfonsín fue capaz de hacerlo, luego fue capaz de hacerlo Menem. De la Rúa no pudo hacer eso. Alberto Fernández podría hacer eso porque está preparado, sabe técnicamente. Le implicaría cosas muy difíciles para él, pero que tendrá que afrontar como lo es incorporar equipos de Gobierno mucho más independientes, técnicamente mejor preparados y dejar de lado un elenco político que vino básicamente del kirchnerismo. Me imagino que cuando llegue la ministra de Economía Silvina Batakis al FMI y allí le pregunten si lleva algo distinto de lo que llevó el ministro anterior, y si ella solo pide que le extiendan los plazos, entonces el fracaso es absoluto. En ese momento, nos va a ser muy difícil levantarnos de ese fracaso. Si Batakis, en cambio, dice que lleva un elenco de decisiones que implican un cambio radical de lo que pensó este Gobierno hasta ahora y si dice: "traigo la Anses, las obras sociales, la reforma tributaria, la reforma laboral, el acuerdo de las fuerzas políticas de acompañar este proceso, pero sobre todo la idea firme de apoyarme", tiene otra legitimidad política.

 

¿No es un planteo muy idealista?

Hasta aquí parece idealista. Pero hay muchos factores que alientan esto. Por ejemplo: en ninguna de las crisis anteriores teníamos a todos los países que nos rodean en una buena situación económica. Tenemos a todos los sectores de la vida económica argentina en estado de competitividad y en una extraordinaria oportunidad como las que se abrieron siempre en las guerras: en la minería, en el petróleo, en el gas, en el litio, en la hidrovía, etc. Pero tiene un problema: la política nacional.

 

¿El kirchnerismo va a aceptar ese cambio radical que debería hacer el Presidente para cambiar las expectativas y aprovechar estas oportunidades?

El radicalismo tradicional tampoco lo pudo aceptar en el 87, ni en el 89' ni en el 93'. El radicalismo se opuso frontalmente a toda las reformas de Menem durante más de diez años. Tampoco pudo el peronismo tradicional contentarse con lo que traía Menem. Cuando el kirchnerismo llegó en el 2003, tenía afuera a todo el peronismo. Kirchner le ganó a Menem y con 22% empezó a gobernar. Solo en el 2008 cuando ya no era presidente, levantó la compuerta y el peronismo volvió a entrar al kirchnerismo. Siempre, en esos cambios, implica romper con los electorados propios, confiar en el país porque un 90% de la gente es independiente. Confiar en los recursos extraordinarios que se tienen competitivos y sobre todo confiar en los cuerpos técnicos.

Creo que en la Argentina hay independencia política, neutralidad y capacidad técnica como para afrontar los problemas. Ahora, para eso hay que poner en el Banco Central un directorio de gente solvente o en las mesas de dinero de la Anses o del Pami, gente que sepa manejar esto y, sobre todo, convencer a la sociedad que hay una genuina autocrítica y una genuina voluntad de hacer las cosas que están haciendo todos los países alrededor nuestro.

En Chile o Colombia, la economía no se toca. Perú no tiene sistema político, pero su economía funciona. Eso quiere decir que no hay un factor de descompensación profundo que es el movimiento peronista que realmente tiene una idea de conservar, sea como sea, ciertas visiones tradicionales. La idea por ejemplo de que la economía se reactiva emitiendo, gastando, no es así.

 

 


ARTÍCULO 100

“El Presidente tiene en la Constitución un recurso para recomponer el Gobierno y evitar una crisis”

-Si el Presidente no tiene la capacidad política para genera esta credibilidad que cambie las expectativas y tampoco la vicepresidenta, ¿cuál es la salida?

Las responsabilidades son diferentes. Cristina Kirchner es el poder real, pero ocupa un lugar que no es conducente. Ese poder real o se traslada al poder formal y asume un poder distinto, o no funciona. Hay un desacomodamiento. En el caso del Pr esidente, no. Él tiene el poder institucional y es el responsable. Hoy podría hacer una recomposición del Gobierno, acudir al Art. 100 de la Constitución y poner una jefatura de Gabinete fuerte y de semi presidencialismo. Podría encargarle ese Gobierno a todo un sector nuevo. El Presidente no necesita renunciar, ni producir una crisis. Pero implicaría abandonar su proyecto de reelección e invertir todo su capital político en generar una salida dentro de las instituciones, para eso cuenta con el factor institucionalmente más fuerte que hay hoy en la Argentina que son los gobernadores.

 

 

 

GESTIONES 

“Los gobernadores tienen en sus manos gran parte de la solución, conocen los problemas”

-¿Cómo ve todo este movimiento de los gobiernos del Norte Grande y qué participación pueden tener en aportar a esta situación?

Muy positivo. Creo que tienen en sus manos gran parte de la solución. No sé si están en la idea de ejercerlas ahora. Tal vez están esperando. Pero conocen el problema, gobiernan bien, dialogan. Son una fortaleza extraordinaria. Ahora, ¿van a jugar esta ficha ahora? Lo ignoro, pero sin lugar a dudas tienen no solo la oportunidad, sino también la responsabilidad de hacerlo. Porque esta confianza que la gente le ha dado a los gobernadores también puede ejercer un papel muy importante en esta crisis terminal del sistema político nacional. Porque no es terminal para el país porque hay recursos, hay oportunidades y sobre todo un enorme sacrificio que ha hecho la sociedad argentina que sigue esperando de la política respuestas que están muy por debajo de sus expectativas.

 

 

 

“No veo elementos que lleven a pensar en estallido social”

-La presión que hay por la suba de precios ¿puede desencadenar una explosión social?

No advierto elementos que nos lleven a pensar en un estallido social. Lo cual no quiere decir que en ciertos bolsones como el GBA, los grupos minoritarios, los movimientos sociales, los de izquierda, puedan activar una protesta social de las que ya conocemos. Pero no veo ninguna provincia que esté al borde del estallido social, ninguna. Porque a diferencia de todas las crisis anteriores, la Argentina tiene una red de protección social fuertísima como ningún país de América Latina la tiene. No creo que haya sectores que presionen legítimamente, lo que sí puede haber es un Grabois, gente que dice “o me dan esto o reviento todo”, eso es una extorsión.

Fuente:El Liberal

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