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OPINIÓN

11 de septiembre de 2020

Fernández desvistió un santo para vestir a otro

Claves. Para intentar cerrar el conflicto con la policía bonaerense, el presidente tomó la decisión que le reclamaba Cristina: sacarle fondos a Rodríguez Larreta

Al gobierno nacional, y más a la principal sucursal (la Gobernación bonaerense), se les abrieron todos los flancos. Y una tensa expectativa recorre al resto del país. La mala relación entre gobiernos y policías provinciales siempre es una mala noticia. Anoche, Alberto Fernández pretendió vestir el santo bonaerense desvistiendo al santo porteño.

   Para recordar un episodio parecido al que se vive hoy, hay que remontarse al 2013, cuando varias provincias sintieron el sacudón (entre ellas Santa Fe). La huella mas fuerte de aquellas tensiones se vivió en Córdoba. La policía cordobesa sacó el cuerpo y decenas de saqueos se produjeron en la Docta.

   Desde ese mismo momento, los cordobeses se la juramentaron a Cristina Fernández de Kirchner, cuyo gobierno no quiso enviar refuerzos policiales ni distender la crisis. El odio cordobés contra el kirchnerismo nació ahí, hace siete años. Por Caba debe haber quienes sientan casi lo mismo: el jefe del Estado decidió sacarle fondos a Horacio Rodríguez Larreta para dárselos a Axel Kicillof.

   La decisión fue un pedido de Cristina Fernández de Kirchner, quien le venía reclamando a su presidente designado que endurezca el tono contra Rodríguez Larreta. Los conocedores de la intimidad aseguraron que Cristina le dijo: “Alberto, date cuenta: Larreta es Macri”.

Clima bizarro

Ayer, corría olor a pólvora en la quinta de Olivos, defendida preventivamente por efectivos de la Policía Federal y rodeada de policías bonaerenses con bombos y banderas, con las sirenas de los patrulleros sonando desafinadamente, todos con sus armas reglamentarias. Y sus familiares acompañando el mitin. “Esto es muy triste, causa tristeza y preocupación ver policías reclamando armados, pero además vigilados por otras fuerzas de seguridad. No entendimos nada”, le relató el minuto a minuto un vecino de calle Villate, en Olivos, a este diario.

   

 

   La cuestión tiene muchos interrogantes para el presidente de la Nación y el gobernador bonaerense. En un país normal no se permitiría la protesta de un sector específico de armas llevar. Y se castigaría. Pero es verdad, también, que en un país normal un policía no ganaría la irrisoria suma de 35 mil pesos.

   Los problemas mayúsculos de inseguridad, toma de tierras y pandemia constituyen una tríada que, más que nunca, necesita de la acción policial. La bonaerense, más que una fuerza policial de provincia, es un ejército de casi 90 mil efectivos.

Otro ladrillo en la pared

Las particularidades del personaje que conduce la fuerza, como es Sergio Berni, a la larga trae más problemas que soluciones. Todo el día en los medios de comunicación, voceando sus intenciones de pasar del otro lado del mostrador de la política no cae bien entre los subordinados. Se trata, claro, de otro ladrillo en la pared. Pero la jefa de Berni, quien sigue en el cargo, es Cristina. De no ser así ya hubiese sido eyectado.

    De acuerdo a las soluciones que aparezcan y a la resolución o no del conflicto la protesta se extenderá a otros ámbitos, a otras provincias. Había ayer clima de inquietud en Santa Fe y otras geografías provinciales. Ante eso, el gobernador Omar Perotti debió abrir la billetera y ofrecer una salida de caja rápida.

   Pero todo está a la espera de la solución bonaerense. Es hora de que los gobiernos se den cuenta de lo que tienen que priorizar a la hora de mejorar sus grillas salariales, de lo contrario la parada policial bonaerense será la primera chispa. Y vendrán otras.

   A la par del conflicto aparecieron todo tipo de versiones respecto al poder político y al liderazgo del presidente. Desde quienes miraban una movida fogoneada por algún integrante del poder en las sombras (o no tanto) hasta los que aparecieron para recordar las frases de Eduardo Duhalde en un programa entre gallos y medianoche. Nunca subestimen al viejo caudillo, que conoce la provincia de Buenos Aires mejor que nadie.

   De todos modos, la protesta pasará, porque en la Argentina todo pasa y todo vuelve. La circularidad de los problemas nativos es la pulimentada demostración de que los gobiernos pasan, pero los problemas son siempre los mismos, más graves.

   Justo al mismo momento en que la plantilla política oficial ofrecía ir a darle un abrazo corporativo a Fernández, el presidente anunció un mordiscón a los fondos para Caba. Es verdad que Rodríguez Larreta administra un presupuesto exagerado, casi igual al de ciudades del Primer Mundo. Y que goza de la Policía Metropolitana, Gendarmería, Policía Federal y Prefectura.

Atento, Perotti

Omar Perotti debe estar atento a lo que está pasando. Fernández le cederá a provincia de Buenos Aires 60 mil millones para gastos en el área seguridad. Debería pedir, al menos, un buen porcentaje para Rosario, que está en emergencia desde hace largo tiempo. La ciudad es la única del país en la que aumentaron los homicidios en la comparación con el año pasado, en pandemia.

   Hasta el propio presidente se dio cuenta de la disparidad y, en medio de su discurso mencionó a Santa Fe. Y la promesa que les había hecho a los santafesinos. Que aún no cumplió.

   Por ahora vistió al santo bonaerense para desvestir al santo porteño. Falta Santa Fe.

Fuente:La Capital

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