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SALUD

24 de agosto de 2020

El coronavirus empujó a una capa de la clase media hacia la subsistencia

Sectores que nunca necesitaron ayuda tienen que asistir a comedores, reciben subsidios estatales y se atienden en la salud pública.


La pandemia golpeó duramente los bolsillos de la población rosarina, y uno de los correlatos sociales de este fuerte impacto se grafica en el hecho de que las capas más frágiles de la clase media se vieron empujadas a cambiar de hábitos y costumbres, y recurrir a asistencias de modo inédito, como quizás nunca había tenido que hacerlo en los últimos 20 años luego del estallido de la convertibilidad.

   Se trata de un sector de la población que por la fuerza de las circunstancias económicas tuvo que volver a caminar buscando precios, cambiando el consumo centralizado en el supermercado por uno diversificado para obtener la mejor oferta. En los casos más dramáticos, incluye a personas que quizás tuvieron que ir por primera vez a un comedor comunitario, mientras la canasta básica es cada vez más inalcanzable y pone en duda algo tan básico como la capacidad de procurarse un plato de comida (ver aparte).

   En este grupo de caídos en la miseria también se cuentan personas de distintos rubros que se quedaron sin ingresos y tuvieron que improvisar para sobrevivir vendiendo todo tipo de productos, en especial comida casera; profesionales freelance y trabajadores cuentapropistas que son monotributistas y hoy reciben el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE); y gente que se quedó sin empleo y perdió la obra social sindical o ya no pudo pagar la prepaga y hoy recurre al sistema de salud público.

   En cuanto al IFE, en Santa Fe lo cobran 689.531 personas (248.760 en Rosario), de las cuales el 44 por ciento son hombres y el 56 por ciento mujeres. Si bien los datos brindados por la Ansés indican que la gran mayoría de los beneficiarios son trabajadores informales o desocupados (421.829 mil personas, un 61,5 por ciento del total) también lo reciben 64.910 monotributistas de las categorías más bajas (A, B o social), que representan el 9,41 por ciento y son en su mayoría personas que no estaban habituadas a recibir este tipo de asistencia del Estado.

   Además se incluyen 168.815 personas que perciben la Asignación Universal por Hijo o por Embarazo (AUH o AUE); 18.858 trabajadoras de casas particulares y 7.676 titulares de Progresar. La ayuda llega al 31,1 por ciento de las personas que tienen entre 18 y 65 años, lo que representa al 44,4 por ciento de la población económicamente activa.

   Respecto de las personas que debieron recurrir al sistema de salud estatal por quedarse sin cobertura, es un fenómeno que desde el municipio ya venían notando desde antes de la pandemia. “Ha estado ingresando gente nueva desde principios de año. Es difícil cuantificarlo comparativamente por el año pasado por la pandemia y el efecto que tuvo el aislamiento social en la primera etapa”, reconoce Fernando Vignoni, director de Centros de Salud de Rosario.

   Sin embargo, afirma que sí notaron en el último tiempo, con el aumento de casos, que “muchas personas sintomáticas se acercaban a la consulta y para poder acceder al hisopado porque habitualmente tenían un circuito en algún sanatorio, prepaga u obra social de la seguridad social, pero le implicaba un pago que no podían afrontar”. Así, muchas personas tuvieron su primer contacto con la salud pública a partir del Covid-19.

   Además, resaltó que “muchas personas que trabajan por cuenta propia y tenían un circuito de ingreso habitual, que no estaban acostumbradas a la asistencia del Estado, se acercaron a los centros de salud para informarse sobre cómo acceder al IFE u otros programas”. Esto se debió, mayormente, a que la atención primaria fue la única institución que estuvo abierta en el territorio en los comienzos de la pandemia.

La canasta no para de subir y llegó a los 67 mil pesos

El relevamiento de la canasta para la clase media que elabora una consultora local volvió a subir en julio. Según el estudio, una familia de rosarinos de ingresos medios necesitó 66.789 pesos para poder acceder a los productos y servicios básicos. Los resultados de la medición realizada por la asociación de usuarios y consumidores Cesyac implican una suba del 1,20 por ciento respecto del mes anterior, con un fuerte componente de los alimentos, y un incremento interanual de 32,17 por ciento.

El conjunto de los productos de consumo masivo (alimentación, productos de higiene y aseo personal) cotizó 21.569 pesos, mientras los servicios básicos para el hogar (alquiler, impuestos, servicios personales y de la vivienda, y transporte) sumaron 45.216 pesos.

Fuente:La Capital

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