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POLITICA

20 de junio de 2020

A un año del triunfo, Perotti tiene un escenario repleto de desafíos

El rafaelino lleva seis meses en la gestión. La pospandemia volverá a poner la seguridad en primer plano. Vicentin, una brasa en la mano.

Hace un año que Omar Perotti ganó las elecciones, pero hace seis meses que gobierna. Primera lección: demasiado tiempo entre los comicios y la asunción.

Los efectos de esa larga transición produjeron resultados inesperados. En vez, de acercar a los entonces oficialistas y opositores, se transformaron en una pesadilla eterna. Se rompió la mesa de la transición, se rompieron las relaciones entre el PJ ganador y el Frente Progresista. Y Miguel Lifschitz y Perotti ni siquiera se sacaron una foto juntos.

A un año de aquellos trastornos, la relación entre ambos es mala, no se volvieron a reunir a solas gobernador saliente y entrante y cada tránsito de una ley por la Legislatura se convierte en un paisaje laberíntico. Después de eternos conciliábulos, acusaciones y escenas de culebrón veraniego, el Ejecutivo tuvo un conjunto de leyes que, básicamente, le permite salir a tomar deuda. Pero en un mundo que, pandemia mediante, no quiere saber nada con esa opción.

   

 

En este semestre, la Casa Gris comprobó que se hace difícil dar cumplimiento a la principal consigna de Perotti en la campaña: "Orden y paz". La seguridad sigue y seguirá siendo una cuestión primordial para los santafesinos que, desde diciembre, tienen un ministro picante de lengua, polémico, mediático y contestatario. Se verá si también resulta eficiente. A los seis meses no se pueden hacer juicios definitivos sobre nadie.

Pero, además de la inseguridad, el gobernador rafaelino deberá enfrentarse con una realidad nueva en materia económica. La pandemia hizo trizas algo que la Casa Gris igual pensaba dejar sin efecto: la cláusula gatillo como primer mojón de las paritarias. Chau, no va más.

Ahora se trata de ir mes a mes cerrando acuerdos probables. Por lo pronto, sería un gol de media cancha que los aguinaldos no se paguen en cuotas. Por lo demás, será muy difícil establecer grandes decisiones a largo plazo entre el Estado santafesino y los colectivos estatales.

A esa realidad económica difícil como en todas las provincias, le explotó en las manos al gobernador la bomba de la expropiación de Vicentin. Justo a Perotti, quien había logrado apoyo de ese sector en los comicios, especialmente entre los directivos de Vicentin. El Gringo, como se lo llama a Perotti, además de Piamontés, no puede permitirse ni darse el lujo de que la empresa sea expropiada sin más.

El Samoré conjetural

Lo entendió a medias el presidente Alberto Fernández, quien ahora le dio tiempo a Perotti para que trate de darle cobertura empírica a la "propuesta alternativa", que evite en unos meses la bandera del Estado peronista en el mástil de Vicentin. La unidad en la diversidad es más difícl en la acción que en las campañas electorales.

El gran riesgo para la Casa Rosada es que los diputados de las provincias hagan una remake de la Resolución 125 y le prodigue una derrota a la Casa Rosada. Los legisladores, se sabe, tienen que regresar a sus provincias después de votar.

Pero, volviendo a Perotti, el semestre del mandatario santafesino parecía que iba a terminar con una pelea con parte de la tropa en Senadores luego de que, en diciembre, los seis senadores conducidos por Armando Traferri le aprobaran un presupuesto confeccionado sin la opinión del futuro número 1 de la provincia, pero con la lapicera de Lifschitz.

Finalmente, al menos por ahora, Perotti puede decir: todos unidos triunfaremos. Y Traferri también. A un año de la victoria y con seis meses de gestión, el gobernador perdió a un ministro de su propio riñón. Que más que ministro era un amigo. Carlos Parola se fue, convertido en grupo de riesgo, en medio de la pandemia. Algo, por lo menos, irresponsable.

Si algo no perdió Perotti fue la calma. Como un volante de buena técnica escondió la pelota debajo de la suela, le sacó ruido a la renuncia presentada hace ya tiempo por Parola y, finalmente, puso en su lugar a Sonia Martorano, quien no hará extrañar un ápice al renunciante funcionario.

Con la oposición dando coletazos, y sin grandes chances de unidad, la pandemia de coronavirus resultó para Perotti un problema, pero también una oportunidad. Lo puso en la vía para poder arrancar con su proyecto de gestión. Un tema será el que dará a su administración una nota favorable o desfavorable: la seguridad.

Se sabe que la economía depende más de la Nación que de lo que pueda hacerse desde la bota. Nada que no haya ocurrido desde hace muchos años a esta parte. Pero ahora con algunas urgencias más.

fuente: la capital

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