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6 de mayo de 2020

Sobreviviente de la Cordillera de los Andes: “Allá el aislamiento era riesgo de vida, era soledad”



Es uno de los 16 sobrevivientes de las 45 personas que iban a bordo del avión uruguayo que llevaba un equipo de rugby. Su gran fortaleza física, como sus valores, le sirvieron para afrontar la adversidad de la tragedia. La familia. Dios.

05/05/2020 - 21:54 Santiago

“Paciencia, perseverancia y disciplina” son las herramientas de las que se valió Antonio “Tintín” Vizintín, uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes que sucedió el 13 de octubre de 1972, cuando el avión uruguayo que transportaba un equipo de rugby se estrelló en los picos nevados. Y éstos son los instrumentos de los que hoy se vale para hacer frente a la cuarentena obligatoria y preventiva por la pandemia del coronavirus.

El ex rugbier uruguayo, en una entrevista exclusiva con EL LIBERAL, evocó aquel desgraciado episodio y también brindó consejos acerca de lo que debe hacer el ser humano para no sucumbir ante una epidemia como la que se está viviendo en este siglo XXI.

¿Cómo vive el aislamiento obligatorio y preventivo por la pandemia del coronavirus?

Lo vivo como algo no normal. Es insoportable. Pero, hoy en día no nos podemos quejar del aislamiento, porque uno habla y ve por teléfono a sus amigos, a su familia, a todo el mundo. El aislamiento era la época en que uno tenía que estar solo y que no había siquiera televisión. Hoy hay televisión, hay películas, puedo hablar y ver a mis familiares o conocidos por teléfono. Es decir, la parte comunicación rompe con todo lo que es el aislamiento. Nosotros pasamos por 72 días de aislamiento… no tanto, porque, quiérase o no tenía relación con mis otros compañeros. Hoy es más con la familia. Quizás haya que aprovechar este mal momento que estamos pasando para mirar un poco para adentro y conversar más con nuestros familiares.

¿Qué puntos de comparación, si es que existen, hay entre lo vivido en esos 72 días en la Cordillera de los Andes con lo que hoy sucede por el Covid 19?

Aquello (por la supervivencia en la Cordillera de los Andes) fue sin opciones, estuvimos obligados. Hoy, alguna opción más tenemos. Allá el aislamiento era riesgo de vida, era soledad, era una cantidad de cosas, muchas que acá no las tenemos; es decir, no estamos sufriendo de soledad, no estamos sufriendo de hambre, no estamos sufriendo de sed, no estamos durmiendo arriba de colchones de una piedra, no estamos en esas condiciones. Hoy, la cosa es mucho más suave, pero si uno lo puede mirar diría: “Me tengo que quedar en casa, no tengo que salir o puedo salir muy poquito”. Y bueno, tiene sus dificultades pero también hay cosas peores que eso.

¿Qué herramientas que utilizó en la Cordillera de los Andes para sobrevivir las aplica hoy en estas circunstancias que vivimos por el coronavirus?

Paciencia, perseverancia y disciplina también porque es parte de lo que nos piden, de lo que nos obligan. Tenemos que tener cierta disciplina, cierto orden y que eso, a su vez, nos lleva a acatar lo que nos dice el Estado, lo que nos dicen los médicos. Hay que ir aguantando las cosas y sustituyéndolas por otras cosas: las salidas por charlas y juegos en casa, por el compartir cosas con nuestros hijos que antes eran imposibles.

¿Cuál es el mensaje que les da a sus hijos, a sus nietos y a la sociedad misma en virtud de todo lo que se está viviendo por el Covid 19 y en base a lo vivido por usted en octubre de 1972 en la Cordillera de los Andes?

Mis hijos lo han acatado mucho. Mis nietos también, que están en el campo estudiando y lo están llevando. No sé si dar consejos, pero somos grandes y nos tenemos que dar cuenta cuando la situación es grave. Si el Estado nos pide que estemos en cuarentena, ante la gravedad de la situación, es lo que debemos hacer. No somos niños para que nos estén diciendo dos veces las cosas y seamos irresponsables ante la magnitud de la pandemia que estamos viviendo. Entonces, creo que hay que tener paciencia, saber esperar el momento adecuado y llenarnos con otras cosas que no sea el salir. Con respeto a lo vivido en la Cordillera de los Andes, justamente, se cultivó la paciencia, la disciplina, la hermandad, la amistad. Todo esto se practicó allá y hoy nos están sirviendo acá también.

 

“Es un momento en donde podemos compartir más cosas con nuestra familia”

Vizintin es uno de los 16 sobrevivientes de las 45 personas que iban a bordo. Su gran fortaleza física, como sus valores, le sirvieron para afrontar la adversidad de la tragedia.

¿Cómo imagina que será la “nueva normalidad” que vivirá la humanidad tras la pandemia?

Pienso que vamos a estar un año con tapabocas y que vamos a tener un relacionamiento social restringido. La gripe común que nos agarramos en invierno es tan o más peligrosa que ésta (Covid 19). Tendremos algunas restricciones. Tendremos que repensar cómo nos juntamos, qué medidas tomamos. Es parte de la vida y uno se tiene que ir adaptando y uno se va adaptando a las distintas situaciones por más difíciles que sean. El ser humano, antes o después, se adapta. Nos adaptamos nosotros en 72 días a circunstancias totalmente distintas a lo que habíamos vivido toda la vida.

¿Qué de bueno podemos sacar de este momento que nos toca vivir?

Es un momento en donde podemos reflexionar, es un momento en donde podemos compartir más cosas con nuestra familia, con nuestros hijos, con nuestros nietos, con nuestras señoras. Son esos momentos en donde estamos más en casa que afuera. Entonces, tenemos que aprovechar eso que a veces nos queda de lado y nos quejamos muchas veces y decimos “tendría que haber estado más con mi familia, con mis hijos, con mis nietos”. Ahora tenemos la oportunidad de hacerlo. No nos quejemos sino aprovechemos ese momento para disfrutarlo y sacarle el máximo provecho posible.

¿En algún momento ha tenido miedo por usted o por sus familiares en medio de esta peste?

Miedo, no. He tenido el peso de la responsabilidad de sentir de que yo tengo que estar sano para poder acercarme a mis nietos, a mi señora y a mis hijos. No es miedo. Tengo que ser responsable y tengo que cuidarme por mí y por los otros. Y así es como lo he encarado. Miedo, no. Lo que sí tengo claro es que no voy a buscarlo ni voy a hacer nada posible para encontrarlo. Al revés, me voy a cuidar lo más posible para poder cuidar a los míos también. l

 

“Pobre Dios, siento que no tiene nada que ver en eso”

Como mucho de sus compañeros que durante 72 días dieron pelea a las adversidades presentadas en la inmensidad de la Cordillera de los Andes, Vizintín suele brindar charlas motivaciones bajo el título de “Creer en nosotros mismos”.

 

Muchos opinan que sólo Dios puede detener la pandemia. ¿Cuál es su opinión?

Creo que es un tema absolutamente humano como ha pasado con todas las pandemias. Pobre Dios, siento que no tiene nada que ver en eso. Es decir, responsabilicémonos de nuestros actos y sigamos los consejos de los que saben: médicos, científicos y de la gente que está detrás de todo este tema. Es muy fácil decir “ruego a Dios para que esto se vaya”, pero ¿qué estamos haciendo para que esto se vaya? ¿Nos estamos cuidando en la cuarentena? ¿Estamos usando los tapabocas? ¿Estamos usando todo lo que está a nuestro alcance para tratar de prevenirlo? Va por ahí la cosa, no va por otro lado.

¿En Uruguay, se cumple a rajatabla la cuarentena?

En general, se puede decir que sí se respeta. Hay excepciones, como salidas a caminar por la Rambla, pero se respeta. Uno no puede decir nada porque, después de todo, hubo 17 muertos y 652 contagiados. Las cifras son muy escasas. Somos tres millones de habitantes. En esas cifras, nosotros tenemos muchos departamentos o provincias por así decirlo que no tienen nada, que no tienen ni muestra del coronavirus.

 

 

Historia del superviviente

Antonio “Tintín” Vizintín es uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes que sucedió el 13 de octubre de 1972, cuando el avión uruguayo que transportaba un equipo de rugby se estrelló en la cordillera. De tal infortunio, solo 16 jóvenes lograron sobrevivir de forma sorprendente. Nació en Montevideo el 24 de julio de 1953. Fue al colegio Stella Marys y empezó jugando al rugby de pilar, fue a la Facultad de Derecho, fue subdirector nacional de zona francas, también presidente de la selección de rugby del Uruguay y vicepresidente de “Old Christian Club”. Tenía 19 años cuando sobrevivió a la tragedia de los Andes, aquel 13 de octubre de 1972, en el que el avión uruguayo que transportaba un equipo de rugby se estrelló en los picos nevados. Iban en un viaje de fin de temporada del “Old Christian Club”, de Montevideo a Santiago de Chile. l

fuente: el liberal

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