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POLITICA

30 de abril de 2020

Cuarenta días de una medida que también reseteó el escenario político en el país

Con la emergencia sanitaria la grieta entró en cuarentena, pero el aislamiento social y obligatorio genera nuevos conflictos.

Miércoles 29 de Abril de 2020

 

La Argentina llega hoy a los cuarenta días de aislamiento social preventivo y obligatorio con dos lecciones aprendidas. La primera es que decisiones a tiempo y cooperación política dan resultados: efectivamente, el país logró aplanar la curva. La segunda enseñanza es que la cuarentena tiene rendimientos decrecientes: es cada vez mayor el riesgo de que la sociedad, agobiada por el encierro y la recesión, termine de hecho con una medida extrema que también trastocó la dinámica política.

Como en toda crisis, los Ejecutivos adquirieron mayor centralidad. Es lógico: controlan las administraciones y, a diferencia de las legislaturas, tienen la capacidad de volcar bienes y servicios públicos en el territorio.

La emergencia puso a la grieta en cuarentena: por convicción o pura supervivencia, todas las autoridades políticas colaboran para enfrentar la pandemia. Hay una ventaja. Finalizado el ciclo electoral del año pasado quedaron en puestos de poder clave mandatarios como Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta, Omar Perotti y Pablo Javkin, que hacen política con una lógica más centrípeta que centrífuga: se alejan de los extremos y orbitan en el centro del espectro político.

Liderazgos

Incluso, la pandemia ordenó a gobiernos —como el nacional y el santafesino— que venían con dificultades para hacer arrancar sus gestiones.

También, los gobernantes reafirmaron su liderazgo en sus espacios políticos. Larreta y Javkin, además, desafían a dos peso pesado de su fuerza: Mauricio Macri y Miguel Lifschitz.

El ex presidente, en el llano, y el ex gobernador, desde la presidencia de la Cámara de Diputados de la provincia, encarnan los dilemas que atraviesan a las oposiciones, sobre todo a quienes no gestionan: ¿Cooperar con los gobiernos, y diluir su perfil? ¿O mostrar los dientes, y correr el riesgo de quedar en offside ante una opinión pública que pide soluciones y no rencillas entre políticos?

A nivel nacional, el ala dura de Juntos por el Cambio viene buscando desde el 20 de marzo un flanco donde entrarle al gobierno: la cantidad de testeos, el gasto de la política, las medidas económicas. En la última semana se agregó un nuevo planteo: la exigencia de sesiones presenciales en el Congreso.

En la provincia, el ex intendente rosarino tuvo que deponer su resistencia a la ley de necesidad pública: la pandemia agotó el margen de maniobra para seguir bloqueando la ley que reclamaba Perotti desde el comienzo de su mandato y que le permite tomar deuda por hasta 39 mil millones de pesos hasta fin de año.

La pandemia obliga al Estado a una transfusión masiva de recursos. Desde que se desató la emergencia el gobierno lanzó el ingreso familiar de emergencia, el bono para la asignación universal por hijo, y estableció el pago de una parte de los salarios de los trabajadores del sector privado. Esos fondos circulan en buena medida por un entramado de seguridad social que en buena medida Duhalde montó, el kirchnerismo extendió y el macrismo conservó.

Los límites del Estado

Sin embargo, el viernes negro en los bancos y el escándalo por la compra de alimentos por parte del Ministerio de Desarrollo Social exhibieron a cielo abierto déficits de gestión y capacidades estatales recortadas.

Sobre todo, el episodio que terminó con la salida de quince funcionarios de la cartera que conduce Daniel Arroyo ilumina zonas opacas de la administración: ineficiencia, comportamientos al borde de la legalidad. También, la fortaleza de los proveedores para ganarle la pulseada al Estado.

En este marco, movimientos sociales e iniciativas como Seamos Uno suman recursos en los barrios populares, una geografía sensible en la que cualquier chispa puede encender la pradera.

Chispazos

En este marco, y a falta de un Estado potente y una sociedad con disciplina oriental, el consenso que construyó la política sobre la cuarentena aparece como uno de los principales activos que tiene la Argentina.

Esto llevó a Alberto Fernández a niveles de aprobación récord en el papel de presidente profesor, que fue puliendo en la crisis.

No obstante, el acuerdo político pareció astillarse el fin de semana, cuando Alberto Fernández anunció que todas las personas podrían salir una hora por día a recrearse dentro de un radio de 500 metros de su domicilio.

Esa jugada generó un inédito comunicado conjunto firmado por Larreta, Kicillof, Perotti y el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, quienes se desmarcaron del presidente ante el riesgo de calles y plazas desbordadas que tiren a la basura el esfuerzo colectivo de la cuarentena. Riesgos de hacer equilibrismo sin red.

Más que un simple error de comunicación oficial, fue un problema político: el jefe del Estado lanzó una medida que no había abrochado antes con los gobernadores. Justo a él, que es un experto en el arte de la rosca.

Sin embargo, en este episodio subyace algo más profundo: el tironeo entre el gobierno nacional y los mandatarios provinciales por la distribución de los beneficios y los costos políticos de una medida eficaz en el plano sanitario pero que agrava cada día más la situación socioeconómica.

Por eso, la pregunta es no sólo cuándo se sale de la cuarentena, sino cómo. Para el politólogo Andrés Malamud "está cayendo la ficha de que la estructura social latinoamericana no resiste mucho tiempo la estrategia sanitaria europea. El dilema que tantos niegan (salud versus economía) es ahora real".

 

 

 

fuente: la capital

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