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PANDEMIA

29 de marzo de 2020

Las mujeres que trabajan contrarreloj para lograr los kits de detección rápida

Formadas en el Conicet, saben que con este proyecto están dando un paso fundamental en la lucha contra el coronavirus.

00:00 hs - Domingo 29 de Marzo de 2020

Ezeiza. 21 de marzo, por la noche. El aeropuerto estaba lleno de gente que había llegado a destino, que se había encontrado con su vuelo suspendido, que estaba en tránsito porque el avión que los llevaba se había desviado, que caminaban de acá para allá cargando bolsos, con caras preocupadas. En uno de los sectores de embarque, nueve mujeres, cubiertas con barbijos y guantes, se sacaban una foto con la mirada desafiante y el brazo derecho doblado en alto, como la que ilustra esta nota. Viajaban a Estados Unidos, con el objetivo de poner en marcha un test rápido, portátil y económico para el coronavirus. Ellas, mujeres de ciencia, formadas en el Conicet, sabían que estaban dando un paso fundamental para la lucha contra la pandemia y querían retratar ese comienzo con una foto.

   Una semana antes, Julia Lara estaba en su casa en Rosario y recibió el llamado que la invitaba a unirse al grupo. Por esos días, ni siquiera tenía pasaporte pero igual, dice, “no lo dudé un segundo, fue una locura, pero la causa no podía esperar. Era de esta forma o nunca”, recuerda ahora, en el audio de WhatsApp que manda desde la casa de San Francisco que comparte con otros doce investigadores, de los cuales nueve son mujeres.

   La mayoría femenina, explica Julia, no obedece a ninguna casualidad. “Hay muchas mujeres muy bien preparadas para hacer lo que nosotros hacemos. De hecho, la fundadora de la empresa que desarrolla el proyecto (Caspr Biotech) es una mujer, Carla Giménez, y debería haber muchas más porque hay un montón de mujeres preparadas”.

   Lara tiene 35 años y llegó a Rosario hace unos 8 años cuando se sumó al Instituto de Biología Molecular y Celular (IBR-Conicet) donde cursó un doctorado y un posdoctorado. En el equipo que está en Estados Unidos hay otros dos investigadores rosarinos, Ivana Parcerisa y Guillermo Repizo, quien ya adelantó detalles sobre la inciativa a La Capital.

Una carrera contrerreloj  

En diciembre del año pasado, a Lara la contactaron para integrar un grupo de personas “que desarrollaban kits rápidos para detección de enfermedades. La idea era armar un pequeño grupo de trabajo con sede en Rosario”, recuerda.

   En esto estaban, cuando el coronavirus empezó a extenderse por el mundo. “Entonces surge la posibilidad de armar un kit de detección rápido que se pueda usar de manera práctica y que además sea barato. Y ahí comenzó la aventura”, cuenta.

   Con un prototipo ya desarrollado, se necesitaba poder trabajar con velocidad para hacer las pruebas necesarias que permitan validar la prueba. Y con ese objetivo, las nueve investigadoras se subieron a un vuelo especial que les permitió llegar hasta San Francisco donde, a través de la empresa aceleradora biotecnológica IndieBio, consiguieron los fondos y la infraestructura necesaria para poder iniciar la producción.

   “Estar acá nos permite tener a disposición lo necesario para imprimirle velocidad al proyecto”, señala Lara y recuerda la odisea que significó el viaje. “Lo vivimos con una gran angustia por dejar a nuestras familias, sin saber lo que puede llegar a pasar, y porque realmente no sabíamos si íbamos a llegar hasta acá. De hecho, de Argentina no podríamos haber salido de no ser por el apoyo de Cancillería y del gobierno nacional. Pero una vez en vuelo, las fronteras se iban cerrando a medida que íbamos viajando. Cuando llegamos al aeropuerto de Miami, tampoco teníamos certeza de poder llegar a San Francisco, porque se decía que California iba a cerrar sus fronteras por la cantidad de casos de coronavirus que había. Todo el viaje fue asi”.

Como gran hermano   

Pero, en San Francisco esperaba “el gran desafío”: jornadas de trabajo en el laboratorio de 8 a 22, domingos incluidos, la convivencia en una gran casa “como gran hermano” y mantener, como todos por esos días, en todo momento las precauciones necesarias para no enfermarse.

   “El lugar donde trabajamos tiene todo para que nosotros aceleremos al máximo nuestro proyecto. Estamos todos parando en una casa gigante. Vamos todos juntos a todos lados. No se puede circular mucho en las calles ni queremos hacerlo porque tratamos de ser lo más cuidadosos posibles para no enfermarnos, porque sabemos que si alguno se enferma podría enfermar a todos. Así que nos movemos en Uber, de casa al laboratorio y al revés, desinfectamos todas nuestras cosas cuando llegamos a cada lugar. Somos muy cuidadosos”.

   Lara no llegó a despedirse personalmente a sus padres antes de viajar, María Rosa y Cacho (que viven en Merlo, provincia de Buenos Aires), tampoco de sus tres hermanos ni de sus siete sobrinos. “Mis papás tienen más de 70 y siempre vivo preocupada por ellos, más en esos días, como cualquier hija. Y también dejé a mi compañero de vida, Walter, que se que le encanta estar encerrado trabajando en la computadora y no va a tener peligro de contagio, pero igual me preocupa”, escribe desde San Francisco.

   Sin embargo, reconoce, no tiene tanto tiempo para pensar en ellos. “Ahora tenemos que lograr tener el kit lo antes posible, para que le sirva a todo el mundo. Para llevar a Rosario a Santa Fe, a todos lados. Ese es nuestro objetivo y realmente tenemos un compromiso social muy importante. Si bien en el laboratorio siempre tratamos de hacer lo mejor, ahora sumamos un plus. Así que estamos muy contentos con nuestro trabajo”.

 

 

fuente: la capital

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