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OPINIÓN

15 de marzo de 2020

Señales políticas santafesinas

Claves. La instalación del coronavirus como casi exclusivo tema de la realidad debería llevar a una acción común de oficialistas y opositores. Pese a la enfermedad y sus contextos, la política tuvo su agenda propia en Santa Fe.

Suele decirse que toda crisis también representa una oportunidad. ¿Será el caso de la pandemia de coronavirus que afecta al mundo? En todos los casos problemáticos y trágicos, Argentina está adentro del mundo. Lamentablemente no sucede lo propio en otras circunstancias.

No será tarea de esta columna involucrarse en las particularidades de la enfermedad —para eso están los especialistas sanitarios y los opinators—, pero debe decirse que la política local no ha quedado en el freezer hasta nuevo aviso. Pasan cosas.

Como un efecto inverso a la generalidad de la malas noticias que expande el coronavirus, en la provincia de Santa Fe la convocatoria de Omar Perotti a ex funcionarios de Salud socialistas, para que integren junto a otros expertos un gabinete interrelacionado con el Ejecutivo, se constituyó en una buena noticia. La larguísima saga de imprecaciones entre el oficialistas y opositores podría tener un intermezzo y lograr lo que el sentido común les reclama a Perotti y Miguel Lifschitz: un gesto de distensión.

La semana política, pese al coronavirus, estuvo llena de condimentos políticos en la provincia y en Rosario. La reunión de los socios del Frente Progresista en Santa Fe, entre chorizos, vacío, asado de tira y ensalada mixta, amaneció caldeada, salcondiomentada con el alineamiento del intendente Pablo Javkin con los reclamos de Perotti por la necesidad pública.

Calma, progresistas

Ahí, en medio de vocinglerías, apareció la voz del presidente del radicalismo santafesino, Carlos Fascendini, ensayando una cita algo remixada del Martín Fierro. "Cuando se divide el Frente, se pierde poder", dijo el ex vicegobernador. Todo por la necesidad pública, al fin un flujo de recursos que los intendentes necesitan como agua en el desierto. Aquí, allá y en todas partes.

Toda la pelea alrededor de la necesidad/emergencia pareciera venir desde la eternidad. Por el tiempo transcurrido, por la reiteración de fundamentos y por la profundización de los tonos de la discusión. A saber: el ministro de Gobierno, Esteban Borgonovo, quien era el bueno del oficialismo en la historia a la hora de las declaraciones y la negociación con la oposición, (des)calificó esta semana a Lifschitz: "Si no sale la ley, Lifschitz va a ser responsable de impedirle al gobierno de contar con recursos que necesita el gobierno para atender la cuestión alimentaria, el boleto educativo gratuito y financiar el congelamiento de las tarifas. Y también va a ser responsable de quebrar una falta de convivencia política que había sido norma del 83 en adelante". Le colgó las siete plagas al ex titular de la Casa Gris.

Luego de esa descarga del ex ministro rosarino de Carlos Reutemann, pero sobre todo las de Javkin ("les recuerdo que el Frente Progresista gobierna 170 municipios, por eso necesitamos acuerdo. Es para todos los bloques y hacia el interior del Frente"), Lifschitz salió con una carta pública en las redes sociales haciendo memoria y balance y prometiendo agilizar el expediente de la necesidad en algunas comisiones.

Se verá si la realidad, repleta de chicanas y criticas, cede a un nuevo presente, o si la convocatoria a los ex ministros de Salud socialistas (bien recibida) no es más que una decisión obligada por la coyuntura.

Javkin, sabedor del poder actual de las instantáneas políticas, fue protagonista al comienzo de la semana de un encuentro compartido con dos primo cartello de Juntos por el Cambio. El ex ministro del Interior Rogelio Frigerio y el ex presidente de Diputados Emilio Monzó están pensando en una tercera vía, tan lejana de Macri como del kirchnerismo. Y nada mejor que intentar ampliar las señales almorzando con el intendente rosarino en un histórico restaurante del bajo ribereño.

La noticia generó un inesperado revuelo en la interna de Juntos por el Cambio y también en el Frente Progresista. A las 72 horas, el titular del Palacio de los Leones se encontró con el subsecretario de Gobierno porteño, Mauricio Colello (rosarino él) y las versiones de pasillo se retroalimentaron. Frigerio, Monzó y Colello no están tan lejos de Martín Lousteau, de buen vínculo con Javkin. Horacio Rodríguez Larreta les dio buen cobijo en la Jefatura de Gobierno. A buen entendedor, pocas palabras.

Aunque hablar de política en tiempos del coronavirus parezca un sacrilegio, los efectos de la pandemia también tendrán consecuencias en la dinámica de los gobiernos. Y si no que lo diga Ginés González García, por ejemplo, que aparecía como la estrella del gabinete nacional y un par de desaciertos verbales lo pusieron al tope de los funcionarios más criticados.

Hay una chance para la política, los gobiernos y las oposiciones en estos días en que la peste es la única noticia. Además de alcohol en gel, deberán priorizar el sentido común, la unidad en la acción y contribuir a un frente monolítico en la emergencia.

Nadie les pide a los gobernantes y opositores que canten hermanados desde los balcones como los napolitanos en cuarentena, pero sí que, al menos mientras dure el temblor, dejen de pelear por nimiedades.

 

 

FUENTE: LA CAPITAL

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