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CAMPO

27 de noviembre de 2018

Las Toscas dio por terminada la zafra y precipitó la extinción de la cuenca cañera

Las dificultades que ocasionó la lluvia para avanzar con la cosecha impulsaron a los administradores del ingenio a concluir la campaña. Estiman que quedaron cerca de 40.000 toneladas de caña en pie. Ya no hay superficie suficiente para que sea viable una próxima molienda.

A raíz de las complicaciones climáticas de las últimas semanas, con lluvias que dificultaron el ingreso de cosechadoras a los campos, la empresa “El Riachuelito S.R.L” anunció el viernes 23 de noviembre que daba por finalizada la zafra de caña de azúcar 2018, iniciando el “proceso de liquidación de fábrica” (terminar de procesar la materia prima que ya está dentro del circuito fabril). Se trata de la peor noticia para la cuenca cañera. Casi la confirmación del fin del cultivo en el norte provincial. La crisis, que viene madurando hace años, habría llegado a su etapa terminal ante la sumatoria de varios factores. Entre los principales puede mencionarse que los productores dejaron de sembrar y para el año próximo no habría casi caña para moler, lo que tornaría inviable la puesta en marcha del ingenio. Concretamente: sin complicaciones climáticas, en 2019 habría apenas 30.000 toneladas de caña para moler; mientras el ingenio precisa unas 150.000 para que valga la pena ponerlo en movimiento. Hasta el momento no hay mayor información que la comunicada por la industria a través de un mensaje de Whatsapp a los frente de cosecha y los productores. Desde la Asociación Civil Mesa Azucarera y Desarrollo Regional -entidad que unos días antes advirtió que la cuenca se encontraba en “caída libre”- estimaron que serían 1.200 las hectáreas no cosechadas y entre 30 y 40.000 toneladas las que quedaron sin moler. Tenés que leer La cuenca cañera santafesina estaría transitando la zafra final “Esto agudiza la crisis y acelera la caída; hay mayores posibilidades de que sea el fin de la cuenca cañera”, dijo a Campolitoral Claudio Cremona, presidente de la entidad. Los productores -señaló- le comentan la intención de “no sembrar más” y los afectados por el fracaso de esta zafra serían unos 30, aunque el dirigente consideró que suman 60 al incluir quienes se encuentran endeudados de campañas anteriores. Ocurre que a través de la Mesa Azucarera se otorgaron préstamos (con aportes del gobierno provincial) bajo la modalidad de fondo rotatorio para financiar la siembra durante los últimos años, pero ahora la crisis les impide saldarlos. “Algunos, que ya dejaron el cultivo, están sacando de la jubilación para pagarlos”, reveló. En este sentido, también indicó que la reconversión más conveniente para los campos cañeros sería destinarlos a la ganadería, sobre todo porque la mayoría de los productores ya tiene hacienda. Así se lo hicieron saber a la Ministra de la Producción, Alicia Ciciliani, hace algunos meses, por lo que le sugirieron activar créditos con ese fin desde la entidad. Mientras tanto, los cañaverales podrían destinarse al alimento de los vacunos. No es la mejor dieta y en la zona se utiliza en situaciones de emergencia para sostener el estado corporal del rodeo (por ejemplo ante sequías o inundaciones) y mucho menos sería una salida para el volumen de caña en pie. “Este año serán unas 20 toneladas por hectárea, imaginate la cantidad que hay para el consumo”, dijo, y explicó que tampoco es la mejor época, ya que ahora los animales prefiere el pasto natural en lugar de la caña, que es más dura y fibrosa Tenés que leer ¿Sin azúcar en la cuenca cañera? Un par de día antes del anuncio de ingenio, la Mesa había difundido un comunicado que anticipaba la situación terminal, en el que daba cuenta de una propuesta de la empresa a los productores para cosecharles la caña como servicio de limpieza de los campos. Pero esa alternativa era válida con el ingenio funcionando, ya que se cobrarían el trabajo con el azúcar resultante. Ahora esa posibilidad tampoco sería posible, agravando el problema de los cañeros. Ocurre que la caña precisa ser cortada para que rebrote si se quiere cosechar al año siguiente y ese trabajo puede costar entre $ 200 y $ 250 por tonelada. Cremona se esforzó en aclara que esta situación no es culpa del productor, que siempre siguió apostando al cultivo a pesar de la falta de rentabilidad durante los últimos años; cuando “apenas cubría el costo de cosecha y flete, sin amortizar laboreo, insumos, amortizaciones y alquileres”. Y si bien son capaces de “sacar de otro lado para salvar esos costos”, sea ganadería o agricultura y hasta de sus jubilaciones, los números se volvieron imposibles. Por ejemplo dentro de la misma cuenca las distancias se tornaron inviables. Como ejemplo, dijo que los lotes de Campo Hardy y Florencia, a unos 30 kilómetros, “son inviables” porque el el precio del azúcar no alcanza para pagar el flete. “Debiera ser (el precio del producto) igual que el gasoil, $ 30/32 el kilo para que sea rentable; y hoy el productor con IVA está cobrando $ 12 final”.

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