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OPINIÓN

12 de noviembre de 2025

Despidos: cómo transformar la indemnización en un seguro

Despidos: cómo transformar la indemnización en un seguro

La idea suena técnica, pero puede redefinir décadas de relaciones laborales en la Argentina: transformar la indemnización por despido en un seguro de cese laboral. El concepto, que forma parte del debate sobre la reforma laboral, apunta a reemplazar los pagos que hoy deben afrontar las empresas al despedir empleados por un esquema de ahorro previo.

En ese modelo, el empleador realiza aportes mensuales a un fondo individual del trabajador, administrado por un ente público —en el caso de la construcción, por la ANSES—, que el empleado puede retirar al terminar la relación laboral. No habría, entonces, una suma a pagar en el momento del despido: el dinero ya estaría reservado.

El sistema no es nuevo. La UOCRA lo utiliza desde 1980, en un rubro donde la rotación de personal es alta y los contratos son temporales. Durante el primer año, las empresas aportan el 12% del salario; a partir del segundo, el 8%. Ese fondo reemplaza por completo la indemnización tradicional.

El ministro de Economía, Luis Caputo, mencionó la posibilidad de extender este esquema al resto de la economía, incluso compensando el costo con una reducción de las cargas patronales. "Estamos viendo de bajar los aportes patronales y reemplazarlos por un fondo de cese", dijo, dejando abierta la puerta a un cambio estructural.

Pero el planteo abre más preguntas que respuestas. Si los aportes patronales, que hoy financian el sistema jubilatorio, se reducen, ¿Cómo se sostendría el régimen previsional de reparto? La Argentina tiene millones de jubilados que dependen de esos aportes. Un traslado de fondos a cuentas individuales, como el propuesto para el cese laboral, podría desfinanciar el sistema.

Además, el modelo de la construcción no es fácilmente trasladable a otros sectores. En industrias con baja rotación o relaciones laborales estables, la lógica del ahorro previo puede generar nuevos incentivos perversos: desde empresas que prefieran este sistema para abaratar costos, hasta trabajadores que vean el fondo como un capital propio y no como una herramienta de transición entre empleos.

El debate, en el fondo, no es solo contable. Supone una transformación cultural: pasar de una idea de empleo estable y permanente a otra basada en movilidad y flexibilidad. El propio mercado laboral global va en esa dirección, pero la cultura argentina, históricamente anclada en la estabilidad del trabajo formal, no parece haber hecho aún ese giro.

Como ocurre con toda reforma de fondo, el riesgo está en los detalles. Sin claridad sobre quién financia, cómo se administran los fondos y qué garantías se ofrecen al trabajador, la propuesta puede terminar siendo una simple transferencia de riesgos desde el Estado y las empresas hacia el individuo.

Entre la promesa de un mercado laboral más ágil y el temor a perder derechos conquistados, la discusión sobre el "seguro que viene" recién empieza. Y, como suele pasar en la Argentina, el verdadero desafío no será solo técnico, sino cultural.

Fuente: Cadena 3

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