OPINIÓN
7 de octubre de 2025
El 17% de los adultos mayores en la Argentina sigue trabajando

Uno de cada diez no cuenta con cobertura previsional. Además, persiste una brecha de género: las mujeres perciben, en promedio, un 27% menos que los hombres.
En Argentina, la jubilación no implica necesariamente dejar de trabajar. Según el último informe del Indec sobre personas mayores, el 17,1% de los adultos en edad jubilatoria continúa en el mercado laboral, con mayor actividad entre los 60 y 74 años, mientras que la participación cae drásticamente después de los 75.
El fenómeno responde a múltiples factores. La necesidad económica es un motor clave: uno de cada diez adultos mayores no cuenta con cobertura previsional, y muchos de quienes reciben una jubilación enfrentan haberes insuficientes para cubrir el costo de vida.
Además, persiste una brecha de género: las mujeres perciben, en promedio, un 27% menos que los hombres.
Sin embargo, no todos trabajan por obligación. Profesionales, docentes y emprendedores optan por continuar activos, encontrando en el trabajo un medio para mantener su identidad, vínculos sociales y sentido de utilidad.
Los datos del Indec reflejan esta dualidad: la tasa de empleo en la vejez es mayor tanto en los hogares más pobres, por necesidad, como en los más ricos, por elección profesional, mientras que en los sectores medios es menor.
Un problema adicional es que muchos trabajadores llegan a la edad de retiro con aportes incompletos. Aunque las moratorias previsionales permitieron el acceso a jubilaciones, estas suelen ser de montos muy bajos.
Este panorama no es exclusivo de Argentina. Países como Chile, Perú y México registran tasas similares o superiores de adultos mayores que siguen trabajando tras jubilarse.
Con proyecciones que indican que para 2050 casi el 25% de la población argentina tendrá más de 60 años, el debate sobre el envejecimiento activo cobra urgencia.
La realidad de la "jubilación sin retiro" expone las fallas de un sistema previsional en crisis, las desigualdades estructurales y la tensión entre la subsistencia y el deseo de mantenerse activo.
El desafío es claro: garantizar que la jubilación permita descansar y que quienes elijan seguir trabajando lo hagan por vocación, no por necesidad. Envejecer con dignidad debería ser un derecho universal, no un privilegio reservado para pocos.
Fuente: Cadena 3

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