Martes 19 de Agosto de 2025

Hoy es Martes 19 de Agosto de 2025 y son las 14:53 -

OPINIÓN

11 de agosto de 2025

Saluden al votante tradicional que se va

Saluden al votante tradicional que se va

A menos de tres meses de las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre de 2025, Argentina se enfrenta a un escenario político que parece un rompecabezas desarmado. Los votantes, acostumbrados a un bipartidismo que marcó décadas de la política nacional, se encuentran hoy ante una realidad fragmentada, donde los sellos partidarios tradicionales han perdido su peso y las figuras políticas migran entre alianzas con una fluidez desconcertante. Este panorama plantea una pregunta clave: ¿Qué hará el votante tradicional en un contexto donde las lealtades partidarias se diluyen y las agendas temáticas ganan protagonismo?

El bipartidismo, esa pulseada histórica entre el peronismo y la Unión Cívica Radical (UCR), es cosa del pasado. Dos momentos disruptivos recientes marcaron su declive: primero, la llegada de Mauricio Macri al poder en 2015, rompiendo el molde con el PRO, una fuerza que no encajaba en los esquemas tradicionales; y luego, el ascenso meteórico de Javier Milei en 2023, quien sin una estructura política consolidada alcanzó la presidencia con La Libertad Avanza (LLA). A esto se suma el kirchnerismo, que, si bien logró cooptar gran parte del Partido Justicialista (PJ), no representa a todo el peronismo. En provincias como Córdoba o Salta, por ejemplo, persisten sectores peronistas enfrentados al kirchnerismo, como el caso de Juan Manuel Urtubey, exgobernador salteño, que en estas elecciones se alinea con el espacio K, o el peronismo cordobés liderado por Juan Schiaretti y Martín Llaryora, que se consolida bajo el sello de Provincias Unidas.

En Córdoba, el panorama es un reflejo de esta fragmentación. El votante radical tradicional, por ejemplo, enfrenta un dilema: ¿votará por la boleta de la UCR, que aún no define candidatos claros pero podría incluir figuras como Ramón Mestre? ¿O se inclinará por LLA, donde muchos radicales ya encontraron refugio, como el diputado Rodrigo de Loredo? ¿O tal vez optará por Provincias Unidas, que ha absorbido parte del aparato radical, incluyendo a la vicegobernadora Myriam Prunotto y hasta un gobernador como Maximiliano Pullaro? El peronista cordobés no lo tiene más fácil: ¿elegirá Provincias Unidas, con Schiaretti o Llaryora a la cabeza? ¿Se inclinará por Fuerza Patria, el espacio del kirchnerismo puro que podría liderar Pablo Carro? ¿O votará por Natalia de la Sota, cuyo apellido resuena con fuerza pero cuyo discurso tiene ecos kirchneristas?

Los votantes del PRO o de la Coalición Cívica, como los seguidores de Luis Juez, también enfrentan encrucijadas. Juez, que en el pasado atrajo a peronistas y macristas, ahora está asociado a LLA, pero muchos de sus votantes podrían optar por Provincias Unidas, donde figuras como el ex presidente del PRO cordobés y el gobernador Ignacio Torres, del PRO, se han integrado. Este cruce de lealtades sugiere que el votante tradicional ya no elige partidos, sino figuras, apellidos o propuestas concretas.

En este contexto, el discurso político se vuelve determinante. La Libertad Avanza pudo capitalizar dos temas centrales: la inflación y la inseguridad. Con Milei como bandera antiinflacionaria y Patricia Bullrich encarnando la “mano dura” en seguridad, LLA se posiciona como una fuerza que ofrece respuestas claras a las preocupaciones cotidianas. En la vereda opuesta, el kirchnerismo apuesta por un discurso centrado en la "crueldad" del ajuste, la inclusión y los derechos humanos, aunque evita hablar de inflación o seguridad, temas en los que su postura garantista genera resistencias. Provincias Unidas, por su parte, intenta un equilibrio incómodo: combina funcionarios de extracción garantista con políticas de seguridad que, en casos como el del ministro Juan Pablo Quinteros, trabajan codo a codo con Bullrich.

Esta fragmentación no solo desafía al votante, sino también a los candidatos y encuestadores. Las últimas elecciones muestran una tendencia preocupante: la participación electoral cae en cada comicio. En las recientes legislativas porteñas, la participación fue de apenas el 53,25%, una de las cifras más bajas desde 1983. El descreimiento en la política crece, alimentado por un electorado que ve a los partidos como cáscaras vacías y a los políticos saltando de un espacio a otro según conveniencia. “Nunca voté por un partido, siempre fui al candidato”, me decía un oyente, Daniel, resumiendo un sentimiento compartido por muchos.

El desafío para los candidatos será enorme: convencer a un electorado desencantado de que vale la pena ir a votar. Las divisiones temáticas marcarán la campaña. Quienes logren alinear su discurso con sus acciones, sin discordancias, tendrán una ventaja. Pero en un país donde los partidos tradicionales se desdibujan y las figuras políticas se reparten entre alianzas efímeras, la gran pregunta es: ¿podrán los candidatos hablarle a su "nicho" sin perderse en la confusión? El 26 de octubre, los argentinos no solo elegirán legisladores; decidirán si aún creen en un sistema político que parece haber olvidado cómo representarlos.

Fuente: Cadena 3

COMPARTIR:

Comentarios

Escribir un comentario »

Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!