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OPINIÓN

24 de junio de 2025

Tres de cada 10 argentinos gastan más de lo que ganan y el 40% no puede ahorrar

Tres de cada 10 argentinos gastan más de lo que ganan y el 40% no puede ahorrar

En los últimos 15 años, la inflación en Argentina moldeó un comportamiento financiero que se convirtió en parte del ADN nacional: gastar hoy para ganarle al aumento de precios de mañana. El ingreso, el ahorro o la deuda son los tres pilares del gasto hogareño, pero la inflación distorsionó este equilibrio, empujando a las familias a consumir más de lo que ganan.

 

Hoy, con una economía en transición hacia la estabilización, ese hábito de gasto desenfrenado se enfrenta a una realidad implacable: el pozo de la deuda se hace más profundo y la clase media, atrapada en el medio, lucha por salir.

La inflación, históricamente, fue un acelerador del consumo. Con precios que subían sin freno, el poder adquisitivo del ingreso se desvanecía, incentivando a los argentinos a adelantar compras. Las cuotas parecían baratas porque la inflación licuaba la deuda, pero ahora, en un contexto de inflación más baja, ese efecto desapareció.

Las tasas de interés, que rondan el 80% o más, superan ampliamente el crecimiento de los ingresos, que apenas crecen al 20%. El resultado es claro: tres de cada diez argentinos gastan más de lo que ingresa, cavando un pozo financiero con cada swipe de tarjeta.

La clase media, en particular, enfrenta una doble presión. Por un lado, los servicios esenciales —luz, gas, transporte— han aumentado más rápido que sus ingresos, forzándola a recurrir al ahorro o la deuda para mantener el nivel de vida de antaño. Por otro, el ahorro, ese refugio tradicional frente a la incertidumbre, se transformó en un lujo. Argentina tiene uno de los niveles de ahorro más bajos del mundo y lo poco que se guarda fuera del sistema financiero es en dólares bajo el colchón o en bienes. Cuando el ingreso no alcanza, tocar esos ahorros no es una decisión estratégica, sino un acto de supervivencia.

 

El panorama se complica con el aumento de la deuda bancaria. Antes, los argentinos recurrían a prestamistas, fiado en el almacén o favores familiares —deuda no bancaria— para llegar a fin de mes. Pero en los últimos años, el crédito bancario, como tarjetas y préstamos personales, ganó terreno. Esto trajo consigo un nuevo problema: la mora crediticia. Muchos tomaron deuda con tasas altísimas, esperando que la inflación las licuara, pero subestimaron la brecha entre sus ingresos y esas tasas. Comprar comida en cuotas, algo impensable hace una década, es hoy una realidad para quienes no llegan a fin de mes. ¿Cómo explicarle a alguien en esa situación que no debería endeudarse? Hace lo que puede.

El Gobierno, en su intento de domar la inflación, busca empoderar a la clase media, pero el camino es arduo. La estabilización económica exige sacrificios, y la clase media, que históricamente ha sido el motor emprendedor del país, está atrapada: compite contra un Estado que aún carga con impuestos altos y burocracia, y ahora también debe enfrentarse a un mercado más exigente. Ahorrar, en este contexto, implica un sacrificio presente que pocos pueden permitirse cuando el gasto está tan ligado al ingreso.

Para colmo, el mundo no ayuda. Conflictos como el de Medio Oriente amenazan con subir el precio del petróleo, encareciendo el transporte, el combustible y, en última instancia, los bienes esenciales. Esto podría desatar un nuevo impulso inflacionario, justo cuando Argentina intenta estabilizarse. Como dice Nassim Taleb en "El cisne negro", lo altamente improbable siempre tiene una probabilidad, y los argentinos lo sabemos mejor que nadie.

 

La clase media argentina está en una encrucijada. Gastar más de lo que se gana es un camino corto hacia el colapso financiero. La solución no es simple, pero pasa por recuperar el equilibrio entre ingreso, gasto y ahorro, y por políticas que alivien la presión sobre este sector castigado. Mientras tanto, el desafío cotidiano es resistir la tentación del consumo inmediato y apostar por un futuro más estable, aunque, por ahora, parezca un horizonte lejano.

Fuente: Cadena 3

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