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GANADERIA

20 de junio de 2025

Fin del peso mínimo de faena: una decisión con respaldo ganadero y polémica en la industria

Productores y criadores valoran la flexibilización por su potencial para reducir sanciones y mejorar márgenes. En cambio, frigoríficos exportadores advierten que podría afectar la disponibilidad de animales pesados y la competitividad externa.

El gobierno decidió esta semana derogar la restricción que establecía un peso mínimo de faena de 165 kilos por res de novillito y de 140 por res obtenida de la faena de vaquillonas.

El impacto en la ganadería: más libertad, nuevos desafíos

La medida se puso en vigencia en 2007 y desde entonces tuvo algunos cambios. Poner en marcha una medida de esas características requiere del acompañamiento del poder de policía del Estado para controlar que los vivos de siempre no salten el cerco.

En el sector de la carne vacuna eso es bastante complicado ya que se trata del seguimiento de procesos biológicos y de la producción y comercialización de un alimento que se consume a las 48/72 horas de haber sido producido.

En 2007 el peso de faena fue de 216 kilos. En 2009, año de intensa seca, bajó a 210 kilos, luego comenzó a recuperarse y con oscilaciones se mantuvo entre 225 y 230 kilos por res.


Tomando como referencia un rinde promedio de toda la ganadería argentina de 57% y un kilaje de la res de 228 kilos (fue el promedio del año pasado), el peso promedio de la hacienda enviada a la faena en Argentina es de 400 kilos.

Ese indicador es mucho más alto en países vecinos como Uruguay, que no sólo no han intervenido su comercio de hacienda, de carne, ni las exportaciones, sino que por el contrario favorecieron el desarrollo de la cadena mediante un mayor y mejor acceso a los mercados internacionales.

En Uruguay el peso medio de la res es de casi 260 kilos, lo que significa que el peso promedio de la hacienda que faenan es de 450 kilos. En el caso de los novillos, categoría en extinción en Argentina, el kilaje asciende a más de 500 kilos.

Producción de carne: qué cambia para criadores y feedlots

Dicho esto, consideramos que la restricción al peso de faena hubiera sido una medida positiva si se la hubiera acompañado de estímulos a la producción. Hubiera significado poner en marcha varias medidas y haber evitado otras.

Entre los estímulos hay que considerar la financiación para la inversión en hacienda o en infraestructura. También modificaciones impositivas, como el castigo que rige a la tenencia de animales lo que es gravado -entre otros tributos- con el impuesto a las ganancias, que se carga sobre un bien en el stock pero que no fue comercializado. Es decir, se paga por haber invertido cuando esa hacienda todavía no generó ingreso alguno, ni siquiera ganancias al productor propietario del ganado.

 

Por otra parte, no se deberían haber intervenido ni al viejo Mercado de Liniers, como se hizo desde 2005, ni las exportaciones de carne vacuna, como se hizo desde 2006. Medidas que desembocaron en una caída de las exportaciones en los últimos años de la gestión de Cristina Fernández a menos de 200 mil toneladas anuales. Es decir, apenas el 20% del total vendido al extranjero el año pasado y muy por debajo del potencial que tiene el país.

Ganaderos a favor: por qué apoyan el fin de la exigencia mínima

La decisión de eliminar el peso de faena generó diferentes repercusiones, en la mayoría de los casos hubo acuerdo respecto de la decisión oficial.

Desde entidades de productores como la Sociedad Rural Argentina, la más ganadera de las que componen la Mesa de Enlace, se manifestaron a favor y consideraron que va en línea con el proceso de desregulación que encaró el gobierno. En la misma línea se expresaron los directivos de la Asociación Argentina de Angus, que representa a la mayor parte de los criadores de elite del país.

Entre los feedloteros también hubo manifestaciones a favor de la decisión. Creen que esto ayudará a que los engordadores que tenían complicaciones para llegar a los 300 kilos por animal en pie tengan más flexibilidad y corran menos riesgos de ser sancionados por no dar con el peso exigido.

Los engordadores a corral estiman que el año próximo aparecerá algo más de ganado de 280/290 kilos y que se reducirá la oferta de lotes de 300/330 kilos, pero que habrá también más disponibilidad de hacienda de más de 350 kilos, gracias a que este año se están haciendo recrías a campo por el acompañamiento del clima para la producción de pasto.

Frigoríficos exportadores alertan: temen perder volumen y calidad

En la industria frigorífica hay posiciones divididas. Los exportadores, nucleados en el Consorcio ABC, dijeron que la medida podría favorecer la producción de animales livianos y que desalentaría la producción de hacienda pesada que es su materia prima.

Además aprovecharon la ocasión para recordar que el stock de novillos es cada vez más bajo y que hacen falta medidas de apoyo a la producción de esos animales, entre las que destacaron la quita de las todavía vigentes retenciones de 6,75% para la carne de esa categoría vacuna.

En tanto, desde FIFRA, la entidad que nuclea a los frigoríficos mayormente de consumo de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos se mostraron a favor de la decisión. Su titular, Daniel Urcía, dijo que en los últimos 20 años el peso de faena no subió por la norma prohibitiva sino “por el contrario, lo hizo cuando hubo la rentabilidad suficiente como para enviar a faena animales con más kilaje”.

En definitiva, el precio y su renta consecuente, son los anzuelos necesarios para las inversiones y el desarrollo en la actividad ganadera.

Urcía agregó: “Promovemos trabajar con incentivos para acelerar el proceso, desde créditos para instalaciones, pasturas, genética y retención de hacienda, a los efectos de que se logre agregar más kilogramos o la propia retención de vientres para cría”.

Y finalmente resaltó la necesidad de cambios fiscales en el sector. “El cambio de criterio en la valuación de la hacienda que debiera hacer el Congreso ayudaría y mucho en este proceso de aumentar el rodeo y la producción de carne que, en Argentina, está estancada desde 1980, es decir 20 años antes del inicio de la prohibición de peso mínimo de faena”.

Fuente: Aireagro

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