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5 de mayo de 2025
El hundimiento del crucero ARA General Belgrano, 43 años después: el legado de Luis Borgonovo y una familia santafesina que nunca olvida

El hundimiento del crucero ARA General Belgrano atravesó a tres generaciones: Luis María Borgonovo recordó el terror y la esperanza en alta mar; su hermana Cristina revivió la angustia y las oraciones interminables desde Videla, Santa Fe; y Julián, su hijo, habló del orgullo inmenso que siente por su padre. Todo, en un emocionante "Abro Hilo", un programa especial de AIRE.
La historia de Luis María Borgonovo, santafesino nacido en la localidad de Videla, es la historia de la valentía, el dolor y el amor incondicional de una familia. A 43 años del hundimiento del crucero ARA General Belgrano, ocurrido el 2 de mayo de 1982, el excombatiente revivió junto a su hijo Julián y su hermana Cristina el drama que marcó sus vidas para siempre, en una conmovedora entrevista con Luis Mino, en el programa especial "Abro Hilo" por AIRE.
De Videla al Crucero General Belgrano y los días previos al 2 de abril
Luis María tenía apenas 19 años cuando terminó la secundaria y tuvo que "servir a la patria".
"Primero hicimos toda una introducción en Campo Sarmiento, que era lo lógico porque todos hacían lo mismo. Son dos meses y, después de eso, se declaraban los destinos: me tocó el Belgrano", recordó Luis María.
El sentimiento de la patria y del valor de esta guerra fue en el abandono del barco, con el himno que cantamos en la balsa y el Padre Nuestro que rezamos 20 veces
Sobre el barco, explicó –haciendo referencia a que el navío ya había participado de la Segunda Guerra Mundial– que "el Belgrano era un crucero de guerra, pero un poco viejito. Aún así, fue mi casa hasta el hundimiento, donde nosotros vivíamos".
Días antes del inicio de la Guerra de Malvinas, Luis María y sus compañeros comenzaron a advertir movimientos inusuales: "Empezamos a notar que se empezaron a cargar soldados del Ejército. Entraba comida, mucha comida. Nos empezamos a dar cuenta que algo raro iba a pasar".
Nadie nos dijo 'vamos a la guerra'
El 2 de abril de 1982, en medio de la creciente tensión entre Argentina y el Reino Unido por la soberanía del archipiélago, las Islas Malvinas fueron ocupadas por fuerzas argentinas, lo que dio inicio a la guerra.
Catorce días después, el 16 de abril, Luis María y sus compañeros zarparon hacia Ushuaia: "El 2 de abril se habían tomado las Malvinas. Sabíamos que la Argentina las había recuperado y que íbamos a ir a custodiar, pero no a la guerra. Nadie nos dijo 'vamos a la guerra'", afirmó.
"Al miedo no te lo saca nadie", aseveró respecto al momento de embarcar en el ARA General Belgrano, y puntualizó: "Teníamos la incertidumbre de pensar que íbamos a ir a una guerra contra un enemigo que todos sabíamos que no era una carmelita. Sin embargo, confiábamos en que esto no iba a llegar a mayores, que los ingleses no se iban a venir hasta acá".
El hundimiento del ARA General Belgrano y sobrevivir en medio del infierno
En los días previos a estar en el agua –cuenta el excombatiente– la rutina parecía normal: "Nuestro lugar era la Isla de los Estados. Nos manteníamos recorriéndola, circundándola. Nosotros comíamos cuatro veces por día. Nunca pensamos que íbamos a llegar a estar en la situación que se nos dio después".
El 1 de mayo, hubo una suerte de ataque de la Fuerza Aérea y el posterior zafarrancho de combate antiaéreo que dejó en alerta a toda la tripulación. "Tuve que ocupar un puesto de combate cuando se produce eso, en el que yo nunca había estado, en un cañón antiaéreo. Estuvimos ahí en silencio, navegando en silencio", rememoró Luis María.
Pero el 2 de mayo –cuando pensaban que lo peor ya había pasado– a las 16.01 llegó el ataque que hundió la embarcación. "Yo tenía que tomar guardia a las 16 y el ataque fue 16.01. El primer torpedo da en la sala de máquina o proa. El primero de los ruidos fue un choque, yo estaba con Carlitos Miranda y Gómez por tomar unos mates".
Si el torpedo pegaba 20 metros más adelante, donde estaban todos proyectiles de los cañones, volaba todo. Pudimos haber muerto todos
El excombatiente recordó que "se cortó la luz y todo era gritos de 'rajemos, volemos de acá'", y que en ese momento el barco estaba estanco: todas las puertas de las escaleras estaban cerradas por un tambuche.
En medio del ataque, Luis María pudo llegar a una balsa. "Logré salir de ese lugar en proa y tengo 150 metros de caminata hasta donde estaba la balsa. Para ese entonces, el barco ya se estaba inclinando y cuando salimos el agua ya estaba a un metro y medio de la cubierta principal".
El peligro era extremo: "Pudimos haber muerto todos. Se supone que el torpedo pegó en sala de máquina. Si pegaba 20 metros más adelante, estaba la Santa Bárbara. Y ahí había proyectiles de los cañones. Volaba todo".
Sobrevivir en alta mar fue una odisea. Las balsas eran arrastradas por el mar embravecido, bajo una tormenta implacable.
"En la balsa, esa noche después del hundimiento, se produce una tormenta de viento, lluvia. La balsa era un cascarón que el agua llevaba para donde quería. Pensábamos que nos moríamos", sostuvo Luis María y, sobre sus condiciones en la balsa, recordó: "Yo solo me cubría con pantalón y camisa de grafa, el gamulán y por suerte no me mojé. Desde ese día dije 'tengo claustrofobia'. La puertita la teníamos abierta y el agua del mar entraba a la balsa".
Luis María y sus compañeros resistieron 25 horas en el mar, compartiendo unos pocos caramelos, rezando y alentándose unos a otros: "El sentimiento de la patria y del valor de esta guerra fue ese momento del desembarco, del abandono del barco, el himno que cantamos en la balsa y la oración del Padre Nuestro que rezamos 20 veces", consignó el excombatiente.
La angustia de la familia en Videla, un telegrama y el reencuentro con la vida
Mientras tanto, a más de 2.000 kilómetros de distancia, la familia, los amigos y conocidos de Luis María en Videla vivían horas de desesperación. "Lo añoré. Escuchaba las radios uruguayas, que eran las únicas que nos decían más o menos qué pasaba", apuntó su hermana Cristina.
Y recordó que los habitantes de la localidad se organizaron para rezar: "Todos sus compañeros se organizaron e hicieron un rosario que no paró nunca. Se rezaba permanentemente hasta que supiéramos si estaba vivo o muerto".
El primer dato sobre la situación de Luis María llegó a través de Radio Carve de Uruguay: "Los militares dijeron que al Belgrano lo habían torpedeado, pero que volvía a puerto. Sin embargo, Radio Carve nos decía que lo habían hundido".
Recién tres días después del hundimiento, el 5 de mayo, llegó la información a la familia: "Mi primo llegó corriendo y gritaba 'está vivo, está vivo, está vivo'".
Sucedió que, al llegar a Ushuaia, Luis María se encontró con Omar Silvestre, su amigo de la secundaria: "Ese día que nosotros volvemos a Puerto con el barco, en un rincón lo veo a Omar, que me levanta los brazos y nos unimos en un abrazo gigante. Le pedí que llame de alguna manera y avise a mi familia".
Se rezaba permanentemente hasta que supiéramos si estaba vivo o muerto
Ese telegrama, enviado por Omar, fue el primer alivio para los Borgonovo, cuyo mensaje trasladó el primo: "Luis María está bien, va rumbo a Puerto Belgrano, cariños Omar", rezaba el telegrama que todavía conservan.
Increíblemente, pese ese a todo lo vivido, Luis María no volvió de inmediato a Videla: "No fui licenciado porque teníamos que cumplir los 14 meses del Liceo Militar".
La mirada del hijo: un orgullo inquebrantable
Julián Borgonovo, su hijo que actualmente tiene 32 años, expresó con emoción: "Ser hijo de un héroe de Malvinas, de un excombatiente de Malvinas y un exsobreviviente del Belgrano es el orgullo más grande que puede haber. No hay otra manera de describirlo. Es más que un superhéroe, ni la palabra superhéroe le entra. Mi papá es mi orgullo, es un capo, es el uno, es un crack. Es todo".
Que me digan que no saben qué pasó el 2 de mayo es una bala que me atraviesa el corazón. ¿No te acordás del 2 de mayo?, mi papá estuvo ahí
Recordó, además, cuando conoció la balsa en la que su papá sobrevivió: "Vi la balsa en la que estuvo mi papá. Me acuerdo que estaba con él y lo primero que le pregunté fue... '¿Vos estuviste acá adentro?'. A mí se me paró el corazón. '¿Vos estuviste acá adentro todo ese tiempo con el agua helada veinticinco horas?'".
Hoy, como profesor de educación física, Julián busca mantener viva la memoria: "Trato de enseñarles un poco de historia a los chicos y a la gente en general. Hay muchos adultos que no les interesa, o no lo saben. Vos le preguntás, ¿sabés que es el 2 de mayo? Y no tienen ni idea".
"Que me digan que no saben qué pasó el 2 de mayo es una bala que me atraviesa todo el corazón. ¿No te acordás del 2 de mayo?, mi papá estuvo ahí", concluyó.
Fuente: Aire Digital

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