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POLITICA

24 de marzo de 2025

A 49 años de la dictadura, una recorrida por uno de los centros clandestinos de detención más feroces de Santa Fe

En la ciudad de Santa Fe, algunos de los centros clandestinos de detención de la dictadura funcionaron en el Servicio de Inteligencia y en las comisarías 1°, 3°, 4°, 8° y 9°.

La dictadura cívico militar que se inició el 24 de marzo de 1976, y concluyó en octubre de 1983, dejó emblemas del horror que existieron durante esos años en la Argentina. Se trata de los centros clandestinos de detención (CCD) donde se concretaron las peores torturas, vejaciones y violaciones de los derechos humanos.

En la ciudad de Santa Fe, algunos de los centros clandestinos de detención funcionaron en el Servicio de Inteligencia que funcionaba en San Martín y Obispo Gelabert y en las comisarías 1°, 3°, 4°, 8° y 9°.

Por la comisaría 4°, ubicada en Zavalla al 2400, pasaron alrededor de 398 personas, algunas de ellas luego fueron puestas a disposición del Poder Ejecutivo (presos reconocidos por el Estado), pero muchos otros, fueron desaparecidos. Este CCD operó bajo la órbita del Cuerpo II de Ejército (Rosario), Subzona 21 y área 212, con jefatura en el Comando de Artillería 121 de Santa Fe, teniendo como responsable máximo al Coronel Juan Orlando Rolón.

Esta comisaría fue parte de la estructura represiva de la provincia de Santa Fe y tuvo como responsables durante esos años a los comisarios Mario Facino y Ricardo Silvio Ferreyra, que fueron juzgados y condenados por delitos de lesa humanidad.

Una recorrida entre el recuerdo y el dolor

AIRE recorrió las instalaciones del ahora espacio por la Memoria junto a Juan Carlos Ojeda, militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y una de las casi 400 personas que pasaron por el horror de comisaría 4°. Juan Carlos fue secuestrado y detenido en el período democrático (antes del inicio de la dictadura) en diciembre de 1975 y liberado en octubre de 1983, cuando se levantó el estado de sitio.

"Fuimos detenidos junto con mi esposa en la casa donde vivíamos y nos llevaron a la comisaría 1° a los dos. Eran cuatro personas de civil con armas largas en un auto sin patente", relató Juan respecto al momento de su detención. Luego agregó que en ese período fue "sacado de la comisaría de noche, vendado y esposado en algún vehículo y trasladado a un lugar incierto", donde fue torturado repetidamente con picanas eléctricas, golpes y el submarino, "que es dejarte sin capacidad de respirar".

"En algún momento, durante la tortura, me atendió una persona que, supuestamente, era un médico porque me auscultó con un estetoscopio. Me preguntó si tenía problemas del corazón. Les dije que sí, porque efectivamente yo sufría de arritmia, a lo cual me contestaron que no me hiciera problema, que me lo iban a corregir con la picana", recordó Juan, quien además sostuvo que "la experiencia de Coronda fue nefasta porque allí fallecieron tres compañeros por falta de atención médica".

Por la comisaría 4°, ubicada en Zavalla al 2400, pasaron alrededor de 398 personas, algunas de ellas, luego pasaron a estar a disposición del Poder Ejecutivo (presos reconocidos por el Estado), pero muchos otros, fueron desaparecidos.

Al recordar su paso por la 4°, Juan Carlos señaló que fue llevado desde Coronda con la cara descubierta: "Nos encapuchaban solamente cuando nos iban a sacar para darnos una paliza. En teoría éramos presos legales, más allá de que esa legalidad no te garantizara demasiado, éramos presos legales".

"Yo estaba en un calabozo y en un determinado momento me encapuchan, me esposan las manos atrás y llevan a un lugar que yo creo que era el comedor de los policías. Me dieron una paliza fenomenal argumentando que yo y otro compañero nos queríamos escapar", contó Juan y precisó: "Los primeros días estaba desnudo, no había comida, no había nada, hasta que después no empezaron a dar alguna cosa para comer. No había posibilidad de ir al baño. Era una sobrevida bastante elemental".

Una de las características que tuvo la mayoría de los presos políticos durante la dictadura militar fue la resistencia psicológica. Sobre eso, Juan comentó: "Nosotros nos hablábamos, nos contábamos quién era cada uno y más o menos por qué motivo estábamos. Nos dábamos fuerzas, nos decíamos que eso en algún momento se iba a terminar. La idea era tratar de salir vivos, enteros y sanos. A contrapelo de lo que decía el comandante de Gendarmería: "de acá salen locos o muertos"".

"Había algo muy importante que es que, cuando nos podíamos comunicar, cantábamos o nos contábamos chistes. Nos reíamos y los milicos nos puteaban porque nos estábamos riendo. No había nada que los pusiera más nerviosos que escucharnos, cantar o reír. Pero en Coronda pasaba exactamente lo mismo: se hacían peñas y cantábamos por la ventana. No nos veíamos, pero nos escuchábamos. De alguna manera éramos reprimidos porque no aceptaban. Era tomado como un acto de rebeldía", agregó.

Los momentos de terror

"El sentimiento del miedo, del terror era cuando se escuchaba abrir el portón. Era realmente un momento difícil porque no sabías a quién podían venir a buscar. Podía ser a vos, al vecino... En esa época escuché a una chica gritar mucho, porque la golpeaban. Después no tuve más noticias de ella, no sé qué fue de su vida. Esas cosas pasaban habitualmente", narró juan Carlos respecto a los momentos en que se daban las tremendas palizas a los detenidos.

Juan Carlos fue secuestrado y detenido en el período democrático (antes del inicio de la dictadura) en diciembre de 1975 y fue liberado en octubre de 1983, cuando se levantó el estado de Sitio.

Otra escena del espanto vivido durante esos años, fue relatada con suma crudeza: "A veces, se escuchaba de noche un acordeón a piano. Había un músico vecino de la comisaría, que se lo escuchaba de noche tocando el acordeón. Algunos dicen que tocaba fuerte cuando había gente torturada, como para tapar los quejidos".

"Yo sufrí picanas eléctricas, golpes y el famoso submarino. Eso de las picanas eléctricas fue en todo el cuerpo. En la boca, en la cara, en los testículos, en el ano, en los lugares más clásicos. Yo lo sufrí, pero estoy acá, vivo y lo puedo contar. ¿Cuántos compañeros lo sufrieron peor y no lo pueden contar? ¿Cuántos se quedaron en la cama de tortura o en la camilla de tortura? Ellos no tuvieron la oportunidad que tengo yo de poder hablar de esto", contó Juan, con la angustia brotando en su garganta.

"La derecha en la Argentina siempre optó por estos métodos"

Juan Carlos también se refirió a ciertas actitudes tomadas por un sector de la sociedad argentina que minimizan o niegan lo ocurrido durante la dictadura cívico militar, o bien, lo justifican. "Creo que los jóvenes que reivindican eso lo hacen, creo, por ignorancia, porque no saben, porque nunca tuvieron acceso a este tipo de información. Seguramente muchos de ellos no recorrieron nunca la ESMA, ni los otros centros de la memoria. Es inconcebible, inaceptable, inentendible que estemos viviendo lo que estamos viviendo hoy en nuestro país", dijo, aunque reconoció: "No nos sorprende, porque la derecha en la Argentina siempre optó por estos métodos. No es novedoso lo que está haciendo este gobierno, no es novedoso lo que hace la ministra de Seguridad golpeando, persiguiendo, sin motivo".

La importancia de la memoria

"La memoria es indispensable para avanzar en la historia. Sin memoria no hay posibilidades de recuperación de nada. La memoria nos recuerda a las épocas del primer y segundo gobierno de Perón, también nos recuerda a los fusilamientos y todas las etapas que vinimos viviendo posteriormente", remarcó Juan.

Una de las características que tuvo la mayoría de los presos políticos durante la dictadura militar fue la resistencia psicológica.

Además, el militante de la Juventud Universitaria Peronista destacó la necesidad de contar con espacios de la memoria. "Es importante para la historia del país contar lo que pasó desde la década del 70 hasta la llegada de la democracia. Debe ser recordado porque no nos merecíamos pasar por una situación como la dictadura militar. Se podrán criticar cuestiones, de algunas cuestiones que se pueden achacar, que no sé si son tales, lo que quieren borrar es la memoria. Quieren borrar de la memoria los gobiernos de los Kirchner, quieren borrar de la memoria la historia de la juventud de los 70, con todo su sacrificio, con todo lo que aportó. Es muy importante que vengan las escuelas primarias y secundarias a recorrer este lugar oscuro por donde pasaron cosas muy difíciles de soportar". 

Fuente: Aire Digital

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