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OPINIÓN

21 de agosto de 2017

Pase de facturas

"Una cosa es perder, y otra muy distinta que te ganen". La frase es de un ex funcionario y retumbó en medio de reproches el día después de las elecciones.

"Una cosa es perder, y otra muy distinta que te ganen". La frase es de un ex funcionario y retumbó en medio de reproches el día después de las elecciones. Los destinatarios eran varios de los que protagonizaron un inédito pase de facturas entre los referentes del Frente Progresista. Los grupos de WhatsApp se atropellaban con mensajes. "¿Qué pasó que la policía votó a Cambiemos?", le preguntó su jefe a un alto funcionario provincial. La respuesta no fue gentil: "¿Y qué nos pasó en Rosario?", replicó al borde del desafío. Se refería a haber quedado terceros en todas las seccionales. Le llevó varios días a las huestes socialistas procesar el mazazo que significaron unos números que no vieron venir o minimizaron. "Es probable que haya sobrado confianza", admitía el viernes el gobernador en su despacho, después de haber arengado a los suyos y redoblado la apuesta para octubre. No parece fingida la intención de dar la pelea. La suscribió el propio Pablo Javkin en un emotivo discurso el jueves en Metropolitano. Lo que nadie sabe es si alcanzará con la voluntad y el trabajo militante, que parece haber sido de media jornada en la pasada campaña. Pobres los otros Es curioso cómo se analiza la política. Según con quién se hable, los que están más jodidos son los otros. Para los de Cambiemos no es difícil. Al tope de las elecciones, con un candidato desconocido, sueñan con un resultado inimaginable en octubre: que ingrese al Congreso incluso el quinto de la lista, Gonzalo del Cerro. Desde el socialismo se tranquilizan entre ellos: "Estamos entrenados en remontar las internas difíciles", y se entusiasman apelando a la historia reciente. Tienen una ventaja: es difícil caer más bajo, por lo que es muy probable que puedan mejorar en octubre los resultados conseguidos el pasado domingo. A quien todos le auguran una segunda vuelta más difícil es a Agustín Rossi, que cosechó muchos votos que va a retener, pero sumó los de Alejandra Rodenas, con quien se enfrentó en la interna. A ese paquete de votos todos lo están esperando para "caranchearlos". Los de Cambiemos, los del Frente Progresista y también Diego Giuliano. "Que no se hagan ilusiones. El 50% de los que votaron a Rodenas son peronistas. Y los peronistas se tapan la nariz, aprietan los dientes, pero votan peronismo", pronostican en el PJ. La autocrítica Muy cerca del gobernador no pierden la calma. "Cuando se bajó Antonio ya sabíamos que iba a ser difícil", comentan sin dejar pasar el reproche al ex gobernador que no quiso encabezar la lista. Se refieren a la falta de conocimiento del candidato muleto, quién, además, para muchos radicales en el Frente "tiene un discurso piantavotos". Si hasta cuentan que cuando se inauguró el hospital en Ceres, los mismos que aplaudieron a Miguel Lifschitz murmuraron por abajo después de que habló el ministro de la Producción. Igual esa es opinión interesada. La cuentan los que quieren llevar al socialismo a un frente con Cambiemos, algo impensado en el centro de decisión del partido de la rosa. Quienes apuestan a esta variante tienen argumentos de peso: "Los radicales que se fueron del Frente Progresista ya no están, y con los que quedan, no les alcanza". "Yo podría ser un gobernador estrella de este gobierno" suelen escucharle decir a Lifschitz a la hora de defender su equidistancia tanto del PRO como del kirchnerismo. "Igual lo podría haber sido Bonfatti del gobierno de Cristina", parangona. "Pero seguimos acá". También el tironeo vendrá desde el peronismo. ¿Es muy descabellado pensar para 2019 en un frente entre socialistas y peronistas que mantenga las identidades partidarias? Lo que resulta claro es que son tiempos difíciles para transitar la cada vez más angosta avenida del medio. No son los mejores momentos para estar alejado de los extremos. Esa parece haber sido una de las enseñanzas de la pasada elección. Aunque muchos socialistas dicen ver ahí una gran oportunidad. La de instalar los temas locales como prioridad en los comicios y no tanto si se apoya o no al gobierno de Macri. En las sesiones de autocrítica del jueves último, tanto el gobernador como la intendenta contaron anécdotas de gente que los elogiaba por la gestión al tiempo que les revelaba que no los iba a votar porque prefería respaldar al presidente. No debería ser la única explicación de sus derrotas. Al menos para que no les achaquen que la culpa la ven siempre ajena.

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