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OPINIÓN

30 de octubre de 2023

A las puertas del balotaje, se rearma el escenario político

Y oigo una voz que dice con razón: vos siempre cambiando ¡ya no cambias más! Y yo estoy cada vez más igual. Ya no sé qué hacer conmigo. El Cuarteto de Nos

La idea del cambio atravesó toda la campaña electoral, incluyendo los intercambiables nombres de fantasía con que eligieron ser identificadas las distintas listas de cada fuerza política, ya desde las Paso.

Asumido como un valor en sí mismo, independientemente de su orientación o contenido específico, el cambio como tal se instaló como idea fuerza y única alternativa posible frente a lo que se veía como una percepción generalizada y creciente en la sociedad: esto así ya no da para más. En cualquier aspecto de la existencia, los cambios pueden ser para bien o para mal. En este caso no parecía haber opciones.

rearmadoTras quedar afuera del balotaje, Bullrich mostró su apoyo a Milei. Ilustración: Lucas Cejas

Alguna divinidad alocada y dotada de un perverso sentido del humor pareció escuchar esa plegaria. Y los cambios, a menos en determinado nivel, se sucedieron con una vertiginosidad y alcance difícil de asimilar. Quizá a los 540 grados imaginados por Javier Milei, que a la manera de una calesita descontrolada proponía primero un giro de 360 grados que sacase "a pasear a toda la casta", para a continuación "meter el cambio 180 grados".

En pocos días (los seis que median entre las elecciones presidenciales y la publicación de estas líneas), Sergio Massa pasó de ser el candidato ubicado en tercer lugar en las Paso a ser el más votado, Javier Milei de aspirar a coronarse en primera vuelta a quedar bastante cerca de incluso ni siquiera tener la chance del balotaje, y Patricia Bullrich debió archivar el sueño de acceder al poder, aspiración que un año atrás parecía reservada de antemano a quien ganase la interna de Juntos por el Cambio. Una interna que, por lo mismo, se volvió feroz, y como una serpiente que se muerde la cola acabó siendo una de las razones de la derrota.

El panorama entró a partir de allí en una reconfiguración acelerada. El apresurado acercamiento de Bullrich a Milei, en medio del movimiento sísmico que sacudía a Juntos por el Cambio, apuró los tiempos para una definición que enseguida entró en las hipótesis de trabajo de los dirigentes y analistas: si era viable la continuidad de un acuerdo entre fuerzas cuya vinculación resultaba cada vez más forzada y trabajosa, y acaso había perdido razón de ser.

En los últimos días, todos evitaron darla por destruida. Pero unos y otros atribuyeron a los demás haberla abandonado. Radicales, coalicionistas cívicos y moderados del PRO comenzaron a pensar nuevos nombres para un espacio que eventualmente abarque incluso a otras fuerzas, pero que ya no contenga al sector más fuertemente identificado con Mauricio Macri, y ahora volcado a las huestes libertarias. Desde el macrismo se aclaró que no se trataba de otra cosa que de un apoyo electoral y no de la configuración de una "nueva alianza", aunque los antecedentes y las actitudes dejaron en claro que ésta sí contiene la compañía con la que el ex presidente se siente más cómodo. Con la misma estrategia discursiva de evitar admitir la implosión, y en todo caso pensar en un "blanqueo" empujado por el abandono de los otros, Macri corroboró la ruptura de vínculos con fuertes acusaciones de colaboracionismo a los radicales. En ese punto, resulta prácticamente absurdo pensar en una marcha atrás, y quizás ya nadie la quiera.

Los próximos días darán pie al esbozo de un nuevo escenario político-partidario, y también parlamentario. La fluctuante relación de fuerzas, quiebres y asociaciones dibujará un mapa en las cámaras del Congreso que, en los hechos, no se verá representado por la actual disposición de colores, y que aún deberá ajustarse al que sea finalmente el resultado de las elecciones presidenciales tras el balotaje. Recién entonces podrá saberse cuántos grados habrá girado la conformación del esquema político, y si eso representa una verdadera modificación, o apenas otro despliegue gimnástico que, sinceramientos aparte, haya dejado todo más o menos en el mismo lugar.

Fuente:El Litoral

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