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PANDEMIA

6 de junio de 2021

Por qué hay personas vacunadas contra el Covid que están en terapia intensiva

Preocupación por los fallecidos que habían recibido ambas dosis. Especialistas analizan el escenario actual y defienden la inoculación

Un informe de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) publicado esta semana reveló que el 14% de las personas internadas con Covid, en casi 180 terapias intensivas del país, habían recibido al menos una dosis de alguna de las vacunas disponibles. Un 1,5% tiene colocado el esquema completo.

El dato salió a la luz luego de que se conociera que en la Argentina fallecieron, a causa de complicaciones por Covid, varias personas que ya se habían vacunado. Dos de esos casos fatales sucedieron en la ciudad: el del jefe de la policía de Rosario, Adrián Forni, quien murió a los 52 años, y el enfermero del hospital Roque Sáenz Peña, Rubén Bentos, de 55 años. Los dos tenían el esquema completo.

Las personas vacunadas pueden contagiarse igual, eso ya es información conocida, pero que se agraven o puedan morir es un dato que sorprendió a buena parte de la población y que genera atención en la comunidad médica y científica.

La Capital habló con el médico e investigador Oscar Botasso y con el infectólogo Marcelo Leguizamón quienes respondieron a preguntas que despiertan enorme inquietud. ¿Funcionan las vacunas contra el Covid? ¿Por qué alguien que fue inoculado puede tener síntomas moderados o graves o necesitar asistencia respiratoria mecánica? ¿Por qué se mueren personas con el esquema completo de alguna de las vacunas?

Bottasso, miembro de la Academia Nacional de Medicina, señaló que “las vacunas no son esterilizantes” y agregó: “El hecho de estar vacunada o vacunado no significa que el virus no tiene posibilidad de replicarse. Lo que sabemos, en pruebas de laboratorio con hámsters, por ejemplo, es que si se los expone al virus y están vacunados no desarrollan lesión pulmonar pero sí replican y eliminan virus a través de la nariz”.

“En los ensayos con humanos lo que se vio es que las vacunas tienen una eficacia que oscila del 60 al 90 por ciento, y más, pero ninguna dio el 100%”, detalló el médico.

Por otra parte, Bottasso destacó que “la mayoría de las vacunas que conocemos hasta el momento fueron aprobadas a fines del año pasado y a principios del presente, momentos en los que circulaban mucho menos las variantes que se nos presentan ahora, por lo que podrían tener un poco menos de protección frente a algunas, lo que no quiere decir que no funcionen”.

Respecto a los decesos que se produjeron en personas que tenían incluso el esquema completo de vacuna contra el Covid, el médico e investigador comentó que “en los estudios previos al lanzamiento de las vacunas se hicieron pruebas en grupos grandes, pero que no llegan a ser comparables a la cantidad de gente que se inmuniza luego, cuando la vacuna se aplica en forma masiva, como se está dando ahora en todo el mundo. Allí pueden presentarse nuevas situaciones porque en la administración a gran escala algunas personas tienen comorbilidades o situaciones que interfieren un poco con el nivel de competencia de la respuesta inmune”.

Bottasso puntualizó: “Aunque se trata de hechos un tanto preocupantes y que la comunidad científica está mirando de cerca hay que observar los resultados globales. Y en este sentido aparece claro que el beneficio es superior a cualquier tipo de riesgo y que la efectividad es alta a nivel poblacional”.

“En este escenario del Covid, estamos escribiendo la obra en la medida que la vamos llevando adelante y todos somos protagonistas. El libreto no está terminado. No sabemos el final”, ejemplificó el especialista.

Más allá de la incertidumbre que puede existir con relación al futuro, Bottasso fue contundente: “Siempre es mejor estar vacunado que no estarlo”.

Experiencias y conocimiento

“Sí, efectivamente funcionan”, dijo el infectólogo Marcelo Leguizamón en relación a las vacunas, más allá de los casos trágicos que se conocieron en los últimos días de enfermos de Covid, vacunados, que tuvieron un desenlace fatal. “Cuando el organismo tiene contacto con la enfermedad original, apela a defensas adquiridas para evitarla o minimizar sus efectos. Las vacunas le enseñan a reconocer al agente infeccioso, del que llevan una porción (en este caso, la proteína S) para que responda. La infección natural también entrena al sistema inmunitario, pero hay riesgo de generar síntomas leves, incluso algunos graves o la muerte”.

Un dato significativo a tener en cuenta, dijo el profesional —que es miembro de la Sociedad Argentina de Infectología y de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas— es el momento en el que comienza la protección de la vacuna.

“Se inicia a los 12 días de la inoculación y se completa a los 14 días de completado el esquema. La eficacia conocida en los estudios previos es para la protección pulmonar y es generalmente menor en la protección de las vías aéreas superiores que son las que más contagian. Esto motiva que algunas personas puedan infectarse nuevamente y tener capacidad de contagio, pero tendrían menor cantidad de virus y sus cuadros serían más leves que si no estuvieran vacunados”.

Al igual que Bottasso, Marcelo Leguizamón señaló que “las investigaciones previas a la salida de las vacunas se desarrollaron en condiciones ideales que luego no siempre se reproducen en la realidad cotidiana, por eso algunas tienen diferentes niveles de efectividad en diferentes contextos, por ejemplo, la Sinovac tuvo un 91% de eficacia en Turquía y un 51% en Brasil”.

En relación a las personas que aún vacunadas generaron cuadros severos o murieron, el infectólogo dijo: “Las vacunas aprobadas tienen la evidencia de evitar las muertes y las formas graves de una enfermedad en un porcentaje mayor al 50%, que es el piso que exige la OMS. En Argentina las disponibles tienen una eficacia entre un 70 y un 92%. Sin embargo, puede existir un porcentaje muy bajo de pacientes, se estima no mayor a un 5%, que no desarrollan las defensas adecuadas posvacuna”.

Ambos profesionales insistieron en la necesidad de seguir tomando todos los recaudos en cuanto a las medidas de protección (uso de barbijo, distanciamiento, no asistir a reuniones sociales o familiares, lavado de manos, ventilación de ambientes) antes y después de ser vacunados. Y no dudar: son mayores los beneficios de la vacunación que los riesgos.

Pedido de los médicos a las autoridades sanitarias

“La ciencia aportó, en menos de un año, conocimientos extraordinarios de la historia natural de la enfermedad, los modos de transmisión, los test diagnósticos, los tratamientos y las vacunas. Esperamos que las autoridades sanitarias y políticas acompañen estos adelantos. El trípode actual debería ser más testeos, más rastreos, más vacunas y menos restricciones a ciegas”, opinó el infectólogo Marcelo Leguizamón. El profesional señaló que “es inadmisible que, habiendo vacunas disponibles, no se diseñe un plan ampliado de testeos, por ejemplo, cuando se detectan focos en empresas o grupos familiares. Cuanto más tiempo tardemos en vacunar, más tiempo le damos al virus para enfermar nuevas personas, mutar y hacer que las vacunas pierdan eficacia. No sirve derivar a la persona a su obra social si tiene problemas para autorizar testeos o mandarlos a testearse a la cola de un hospital”.

Fuente:La Capital

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