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OPINIÓN

17 de mayo de 2021

La política santafesina es un rompecabeza

Claves. La política provincial debe resolver en muy poco tiempo cómo concurre a elecciones. Sin Lifschitz, parecen favorecerse los procesos de polarización. Radicales, con valija en la mano. ¿Quién arma las listas en el Frente de Todos?

En tiempo récord, y en medio de un cuadro feroz de la pandemia, la política santafesina tiene que resolver todos los intríngulis. Desde aquí hasta el momento de las elecciones no surgirá nada nuevo, porque la gente está ocupada en otra cosa, y no se ocupará de lo electoral nunca, ni una semana antes de la hora señalada.

  En Santa Fe la situación de incertidumbre se agudiza. Como dice José Sacristán en el monólogo ochentista de Solos en la Madrugada: “Ya no tenemos papá”. En la provincia, no corre aquella cita usada y mal usada: “Los políticos viejos son la vieja política”. Acá, los políticos viejos fueron buenos. En un breve lapso, la biología se llevó a Jorge Obeid, Héctor Cavallero, Hermes Binner y Miguel Lifschitz. Va a costar una enormidad reemplazar a esos cuadros políticos.

  Hoy, más que nunca, los partidos políticos tienen que ampliarse, buscar referencias afuera, integrarlos, crear cuadros de conducción. Los emergentes de esos líderes tienen que hacer un esfuerzo máximo para que Santa Fe sea calificada. Está en ellos el resultado.

  La muerte de Lifschitz dejó sin gran elector a la bota. No le dice este periodista político, lo mencionaban todas las encuestas. Lifschitz, como la mayoría de los políticos que saben que son influyentes, cometió un error: no dejó ningún heredero en condiciones de gobernar. Como pasó antes con Obeid. O con Carlos Reutemann, quien se recupera de su dolencia. Cuando estuvo activo no dejó herencia política. En el cockpit entra uno solo.

El presidente que viene

Lo único que era seguro, ocurrió. Pablo Farías queda al mando de la Cámara de Diputados. Ya se sabía que ocurriría lo propio si Lifschitz era senador. Esa es una buena noticia: el santafesino es un dirigente previsible, con buena relación con todos los sectores políticos. Todo lo demás está por verse, y no hay que escandalizarse. Esto es política, no un juego de niños en el recreo.

  La política, la de cuero duro, no es otra cosa que la lucha por llegar o mantenerse en el poder. Y ahora, sin Lifschitz, esa historia se reabrió. Desde los pueblos hasta las ciudades los radicales del NEO buscan ensanchar el espacio en un frente de frentes. No sucederá. El socialismo rechaza en todos sus términos la posibilidad de ir a un frente con el PRO, aun a riesgo de quedarse sin votos y salir tercero. Ya le pasó. Y, probablemente, le vuelva a pasar. Aunque los votos se cuentan de a uno.

  Maximiliano Pullaro y Felipe Michlig van tanteando en el interior los gustos de los intendentes y presidentes comunales. El menú es cortísimo: pasta o pollo. Por algo Lifschitz no se cansó de recorrer la geografía santafesina buscando evitar el rompimiento de las lealtades. Lifschitz no esta más y en los pueblos se vive como en ningún lado el antiperonismo, ya no el antikirchnerismo. Ahí Juntos por el Cambio podría hacer pata ancha.

  Ahora bien, cómo encarnarán los radicales progresistas como Pullaro y Michlig (agréguese Fascendini) a una entente de centro derecha como es Juntos por el Cambio. José Corral, quien hoy dispone de un grueso cargo en el Enacom, tiene su propia vida. En el PRO, aparece Federico Angelini para disputarles la senaduría.

  Pero se trata de una grieta nacional, los de acá importan poco en ese vector. ¿O acaso no ganó las últimas elecciones legislativas Albor Cantard, a quien, aún, no lo conoce casi nadie fuera del círculo rojo? Y otro interrogante: ¿se imaginan una primaria entre Angelini, Corral y Pullaro o Michlig?

 Por estas horas se define el destino del NEO en las negociaciones por las autoridades de la Cámara. Los socialistas deben entender también, aun en medio del duelo, que la UCR fue siempre al pie, fue siempre segunda de un socialista (Binner, Bonfatti, Lifschitz).

 Lo que deben evaluar los correligionarios es si les conveniente ir hacia un espacio que no los recibirá precisamente con los brazos abiertos. Como decía Eduardo Angeloz cuando le proponían jugar por afuera de la UCR: “Saben qué, muchachos: afuera hace frío”.

  Para el Frente de Todos también cambió la realidad. Ir a un escenario de tres tercios beneficiaba a Omar Perotti y a los muchachos y muchachas peronistas, porque la oposición quedaba dividida. Ahora, la diáspora, podrá ser interna en el Frente Progresista pero para alimentar la grieta. En Santa Fe, en las últimas elecciones a presidente ganó Juntos por el Cambio.

  Ese escenario preocupa a Cristina y a Máximo (se escribió en esta columna hace bastante tiempo). Habrá que ver cómo juega Agustín Rossi a la hora de armar las listas. ¿Estará más cerca de Cristina o de Perotti?. Algunas lenguas bífidas dicen que la relación con Cristina no atraviesa el mejor momento. En Santa Fe, el vínculo de Rossi con Perotti está a punto caramelo. Un rossista como Roberto Sukerman conduce el Ministerio de Gobierno.

  Esos son los dos liderazgos que tiene el peronismo: el gobernador —que dispone de la lapicera hasta el 10 de diciembre de 2023— y el ministro de Defensa. ¿Encabezará Mirabella o Sacnun a senador? Históricamente, es el gobernador el que define el primer lugar.

  Afortunadamente, las elecciones primarias se postergaron hasta el 12 de septiembre. Todas las carpas políticas están hoy desarmadas.

Fuente:La Capital

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