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PANDEMIA

17 de mayo de 2021

Terapistas ante el dilema moral de definir sobre la vida y la muerte

La médica laboralista Silvia Aiello habla del estrés continuo, la negación del dolor y las consecuencias físicas y subjetivas que padecen quienes trabajan en unidades de cuidados intensivos cuando por la falta de camas se achica el margen de acción

El “desgaste acumulativo" y la necesidad de "atender tempranamente" los síntomas del estrés al que los equipos de salud están sometidos desde hace más un año son clave en este contexto de pandemia para la directora de la Carrera de Medicina Laboral de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Silvia Aiello. La especialista señala la situación específica de quienes se desempeñan en las unidades de terapia intensiva y analiza “las estrategias defensivas" que los propios médicos, enfermeros y trabajadores desarrollan ante el escenario que transitan cotidianamente. “Ahí lo que aparece es la negación del sufrimiento", afirma.

Con un año de pandemia sobre los hombros, y en el marco del intenso trabajo en unidades críticas donde la totalidad de las camas están ocupadas y cuando se libera una plaza se ocupa en apenas minutos, decidir quién es "prioridad" para esas contadas camas disponibles y definir día a día quién tienen más posibilidades de sobrevida es claramente estar expuesto a una situación límite.

Los trabajadores de la salud están ciertamente preparados para eso. De hecho, las Guías Bioéticas para el Acceso y Tratamiento Apropiado en el Contexto de la Pandemia de Covid-19 que el Ministerio de Salud de la provincia elaboró en 2020 y que se puso a circular nuevamente por estos días no son más que marcos y protocolos donde los profesionales se apoyan y que ellos mismos, admiten, los alivia.

Decisiones, como señala el mismo documento, "vinculadas a la efectiva implementación de los principios de justicia y solidaridad en contextos de escasez y de saturación de los servicios de cuidados intensivos es uno de los dilemas que presenta mayor dificultad de resolución; porque cualquiera sea la alternativa elegida, se transformará en un nuevo problema".

Defenderse del dolor

Así y todo, ni los protocolos ni la formación ni el estar preparados, exime a los trabajadores de las consecuencias de esa presión constante a la que estuvieron sometidos durante más de un año, y que no solo sigue sino que se profundiza. Quienes trabajan en áreas críticas, así como también en emergencias, más de una vez se autodefinen como “duros”, como dijo días atrás el propio director del Sies, Cristian Botari. Su colega, médica y especialista en medicina laboral, señala que esas manifestaciones no son más que “estrategias” defensivas para quienes en el día a día trabajan al límite. Y ese límite es entre la vida y la muerte.

“Para quienes están trabajando en esos límites lo que se ponen juego son cuestiones subjetivas muy complejas", dice Aiello, y agrega que una de las estrategias defensivas es justamente “la negación del sufrimiento y el dolor” propios.

Se habla de “decidir" entre quién vive y quién muere. O incluso sobre quién tiene mayores probabilidades de supervivencia de acuerdo a los protocolos vigentes. Aiello señala “esas vivencias no pueden pasar inadvertidas" en los médicos y trabajadores.

“En esos casos, tan extremos, podría aparecer en estas personas una patología que es la del estrés postraumático, que no es más que la reexperimentación de esa vivencia y ese hecho que puede aparecer en síntomas asociados como pesadillas o incluso síntomas panicosos", explicó.

Pocas y malas estrategias

Cuando además esa situación de estrés y desgaste es acumulativo, los efectos se multiplican. Aiello enmarca la situación que atraviesan hoy los trabajadores de la salud, pero sobre todo los que están en las áreas críticas, dentro de lo que la Medicina Laboral llama “riesgos psicosociales del trabajo” y se manifiestan en “la fisiología del estrés continuo: eso es problemas en el sueño, irritabilidad, problemas en la concentración, estado de alarma y sobresalto, aumento del consumo de sustancias”.

Sin contar además el aumento de las posibilidades de errores, falta de atención, accidentes de trabajo y situaciones que no solo ponen en riesgo a los trabajadores mismos, sino a quienes están recibiendo la atención.

“Eso algo que lleva años estudiado y que tiene que ver con el aumento de los niveles de cortisol que provocan esas situaciones de tensión sostenidas en el tiempo", dice la médica y agrega que además de esos síntomas puede asociarse a patologías físicas que van desde cefaleas e hipertensión hasta cardiopatías.

Es más, Aiello señala que "pueden parecer y sonar a obviedades", sin embargo, en el caso de la pandemia de Covid-19, pocas son las estrategias que amortiguan esos efectos que se pusieron en práctica para aliviar a los equipos.

“Hay que pensar que lo primero que se hizo fue suspender las vacaciones y las licencias, toda una paradoja", señala la docente de la UNR y afirma: “Ante ese escenario, lo que debe hacerse es planificar estrategias de aumento de personal y no solo del número de camas, de rotación de puestos y pensar también en los turnos porque a todo eso se suma que muchos de los trabajadores hacen trabajo nocturno, lo que ya tiene un impacto en sí mismo".

Fuente:La Capital

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