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OPINIÓN

19 de abril de 2021

Matando enanos a garrotazos

Claves. Hay un aquelarre político que piensa más en los beneficios políticos propios que en la salida de la crisis. El único milagro es que no hayan existido estallidos. La clase media, al límite

Mauricio Macri sabe que no volverá a ser presidente. Su gestión fue muy mala. Pero la política argentina, tomada como globalidad, es, aun, más mala que el gobierno de Macri, y tal vez el ex presidente pueda influir adentro de Juntos por el Cambio para que, al menos, no sea jefe del Estado el que él no quiere.

  En Argentina hay un aquelarre político. No tiene políticas de Estado, el oficialismo muestra los dientes tratando de que Horacio Rodríguez Larreta muerda el polvo de la insensatez y el jefe de gobierno porteño lo muerde. Todo es mala onda, mala vibra, mala relación, mala política.

  Alberto Fernández y Cristina Kirchner ya saben que van a una derrota nacional, salvo un milagro de última hora. La realidad no hace otra cosa que matar enanos a garrotazos, como el título del libro del genial Alberto Laiseca. La clase media es la que soporta el pésimo novel de gestión.

  ¿Qué hace Nicolás Trotta todavia en el gobierno? Además de haber demostrado su incapacidad como ministro de Educación ni siquiera es tenido en cuenta para informarlo sobre lo que el presidente piensa hacer sobre la reapertura o no de las escuelas. ¿Por que no renuncia Trotta, ya que no lo echan? Porque, como muchos, están en la primera línea de la grilla para tener un lugar en la planilla. No más. Ni menos.

  En un país en el que todo se olvida al otro día, nadie recuerda la salida de María Eugenia Bielsa del gobierno. De la que se salvó la arquitecta. Se fue de este mal gobierno y quedó en línea de largada para cualquier candidatura que se le ocurra en la provincia de Santa Fe. A veces hay que decir que no. Y eso hizo María Eugenia cuando desde el Ejecutivo nacional le proponían el típico: “Hace esto,después vemos”.

  Por cuarto año consecutivo la inflación le ganará a los salarios. Todos los rubros están abajo del índice de precios. Las paritarias nunca se terminan de abrir ni de cerrar. El único milagro argentino es que el país no haya sufrido hasta aquí estallidos ni saqueos. Los sectores mas bajos están recubiertos a fuerza de planes sociales. A la clase media la están despellejando.

  Se cuentan decenas de presuntas frases que Cristina le dispensa a Fernández. Todas horrendas. Pero Fernández no hace nada para que no se lo tome en solfa. ¿Quién asesora sus salidas mediáticas? ¿Frankestein?

  Fernández es un presidente porteñocéntrico y bonaerense. Sólo les da notas a periodistas amigos del Amba. Ni una sola vez ha dado entrevistas exclusivas a medios del interior. Eso parece una nimiedad, una pavada, pero no lo es. En ese sentido, el gobierno de Macri fue mucho más amplio con el la prensa del interior.

  ¿Por qué hace eso Fernández? Porque sólo se siente a resguardo con los medios oficialistas, no quiere saber nada con lo que no conoce. Y no tiene al lado a nadie que lo esté poniendo al día sobre ese error. El Frente de Todos va a perder en Córdoba, Mendoza, Caba. Sólo podrá ganar Santa Fe si la oposición se divide. De lo contrario, no tiene ninguna chance.

  La sociedad ya percibe que los gobernantes —todos— piensan más en sus beneficios personales que en las mejores medidas restrictivas de la pandemia. Por primera vez son tantos los gobernadores peronistas que no acatan una decisión de un presidente peronista. No le hagan caso a una Cristina presidenta conjetural, si era ella la sujeto emisora de las medidas que anunció Fernández, a ver cómo les va.

  El gobierno de Fernández luce viejo -como se cansa de decir el gran Jorge Asís—, sin adrenalina ni ganas de ir por un lugar en la historia. El presidente no quiso ir en busca de otro lugar en el peronismo para ampliar las bases de sustentación propias y darle batalla al kirchnerismo. Ahora depende de Cristina y de La Cámpora hasta para decir buenos días. El futuro llegó hace rato, Fernández.

  La ventaja que tiene el gobierno es la oposición. Lo único que hacen en conjunto es la firma de comunicados. No se les cae una idea. En lo que debería ser el ocaso de su vida política, Patricia Bullrich se convierte en fruta de estación. Imaginen a un sujeto que se durmió en aquellos tiempos en que Bullrich le bajaba el sueldo a los trabajadores y se levantó ayer. La ex funcionaria de casi todos tiene en Rosario una imagen positiva cercana al 51%.

  Va a tener muchos problemas Rodríguez Larreta si se deja llevar por esa táctica discursiva de Bullrich. El jefe de Gobierno llegó a su lugar de poder contrastando con lo que era Macri. No deberá hacer oposición por la oposición misma. A la sociedad les gusta ver juntos a los gobernantes y a los ex gobernantes. Algo que, por ejemplo, no entendió Omar Perotti en Santa Fe, peleado desde que ganó con quien lo antecedió en la Casa Gris.

  El mejor momento de Fernández, Rodríguez Larreta y Kicillof fue en aquellos tiempos en que se juntaban para tocar una misma partitura. Ahora, los tres están en problemas. Y lo estarán mucho más.

  Santa Fe ha decidido no adherir a las medidas nacionales. Nadie se salva solo. Ojalá sea la excepción y el territorio provincial no vuelva a ser uno de los focos principales de la peste.

  Mientras tanto, en algún momento habrá que decidir cuándo serán las elecciones. Las Paso y las generales. La única manera de zafar de esta mediocridad gubernamental general es con más y mejor política. No queda otra.

Fuente:La Capital

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