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EDUCACIÒN

27 de marzo de 2021

La voz estudiantil: entre pérdidas y la escuela como territorio de encuentros

Una encuesta indaga sobre las experiencias emocionales de adolescentes de sectores vulnerables en pandemia.

Escuchar a las y los jóvenes, sus experiencias emocionales relacionadas a la educación durante la pandemia y cómo fue su vínculo con sus compañeros y con la escuela, son algunas de las cuestiones que indaga un estudio de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Entre otros puntos, señala que ocho de cada diez estudiantes de sectores vulnerables mantuvieron contacto con sus docentes durante las clases a distancia, que el WhatsApp fue el principal canal de comunicación y que casi 9 de cada 10 expresan el deseo de volver a la modalidad presencial.

“Emociones y escolarización en tiempos de pandemia, desde la perspectiva estudiantil” es el nombre del informe que presenta los primeros resultados de un estudio socioeducativo que se propone recuperar la voz de adolescentes y sus vivencias subjetivas durante la escuela no presencial. Se trata de una encuesta realizada a 2200 estudiantes de 1º a 6º año de secundarias públicas de la provincia de Buenos Aires, que atienden a una población en contexto de vulnerabilidad.

   

La encuesta fue realizada por Carina Kaplan y un grupo de académicos y estudiantes universitarios que conforman su equipo de investigación, en el marco de los proyectos UBACyT y PIP Conicet, que integran el Programa de Investigación sobre Transformaciones Sociales, Subjetividad y Procesos Educativos, con sede en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Carina Kaplandestaca que si bien el estudio fue realizado en provincia de Buenos Aires puede servir para pensar la realidad de otras provincias, “porque apunta a la vivencia subjetiva frente a una experiencia inédita que vivimos todos”. Y afirma: “Creo también que la voz de las y los estudiantes no fue muy escuchada, incluso para tomar algunas decisiones como la de volver o no volver a la presencialidad”.

Sobre este punto, el 86 por ciento de los consultados manifestó que le gustaría volver a la escuela presencial de manera regular (como era antes del aislamiento). Y sobre la modalidad a distancia, solo un 17 por ciento dijo que le gustaba: un 24% dijo sentirse mal y el restante 59% reconoció haberse adaptado pero que no le gustaba. A la pregunta sobre qué es lo que más extrañan de la escuela, responden el pasar tiempo con compañeros y compañeras, el estar en el aula, los abrazos y el contacto físico, y los intercambios presenciales.

“Creo que hay algo de la revalorización de la escuela como un lugar donde amarrarse subjetivamente. Por eso me parece necesario realzar la voz de los pibes en los debates públicos, están diciendo todo lo que significa este tiempo de sueños incumplidos en una escuela que es también una promesa de igualdad”, reflexiona Kaplan.

   

Ritos escolares

Entre las conclusiones del informe, se destaca que las principales preocupaciones de las y los adolescentes están relacionadas con el contagio, la enfermedad y la muerte. Respecto de lo académico, más de un tercio (el 37 por ciento) identifica como inquietud “la pérdida del año escolar”.

La soledad —dice en las conclusiones del informe— es un sentimiento que experimenta una significativa cantidad de estudiantes —seis de cada diez— en relación con la falta de contacto social con sus pares generacionales”. Sobre este punto, Kaplan dice que el dato revela que los y las jóvenes rescatan de la escuela el lugar de socialización entre compañeros. Y que “hay algo que evidentemente hace a la convivencia diaria en la escuela que ellos reivindican y que necesitaron”. Y menciona: “A veces la ritualidad escolar es la que organiza subjetivamente la vida de los jóvenes”. Ante la pregunta de si tuvieron contacto entre pares durante el aislamientos, uno de cada tres dijo haber perdido todo contacto con el resto del curso, cifra que trepa a casi la mitad (47 por ciento) entre quienes cursaron primer año del secundario en 2020. “Pasaron de nivel y casi no conocieron a sus compañeros. No pudieron hacer los rituales de pasaje y eso habla también de cómo se construye el oficio del estudiante en una escuela no presencial”, apunta Kaplan.

   

Con el retorno durante este mes a la presencialidad en las escuelas de todo el país, para la especialista será necesario trabajar, a la par de lo académico, el cuidado socioafectivo, la dimensión emocional y las vivencias subjetivas. “Ahí la escuela tiene un lugar central. Incluso la Educación Sexual Integral (ESI) tiene un eje sobre valorar la afectividad. Bueno, es eso, poner en valor la dimensión afectiva y de interacción necesaria. La escuela es un lugar que transmite y ayuda a formar cierta idea del cuidado de sí y de los otros. Entonces, trabajar para que la distancia física no se transforme en distancia simbólica. Que el otro siga siendo siendo mi par generacional”, afirma.

Para Kaplan resulta imperioso profundizar el trabajo pedagógico sobre la dimensión socioafectiva de la experiencia escolar en tiempos de pandemia y también en la pospandemia. “La pedagogía del afecto —dice— consiste en producir trama intersubjetiva y ayudar a elaborar el dolor social que nos toca atravesar. La escuela es una experiencia humana que ensancha la oportunidad de la restitución simbólica del lazo social. En el marco de una política pedagógica del cuidado, el abordaje de las emociones en la trama escolar significa habilitar espacios para elaborar las vivencias socio-subjetivas de sufrimiento individual y colectivo. Poner en palabras y socializar los sentimientos es una vía de reparación simbólica de las heridas que marcan nuestra época. Aprender a cuidar de sí y del otro es un signo de amorosidad que posibilitan las instituciones escolares. La escuela representa un refugio emocional para las infancias y juventud frente a los sentimientos de miedo y soledad que manifiestan. La escuela es un territorio simbólico de sueños y esperanzas”.

Fuente:La Capital

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