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AGROCLAVE

6 de enero de 2021

Agro: los grandes cambios generan pandemia

El climatólogo e ingeniero agrónomo, Eduardo Sierra, hace un repaso de las grandes pestes y plagas que llegaron de la mano del desequilibrio entre la población y la actividad agrícola

El olvido de los líderes políticos, no percibió lo que venía. Es más, las políticas agrarias y compartimientos sociales no interpretaron que el planeta ya perdió 175.337.300 personas, partiendo desde el cólera hasta la gripe porcina, sin contar el coronavirus, a través de la historia.

Según el ingeniero agrónomo Eduardo Sierra, uno de los agroclimatólogos más importante de nuestro país, la peste negra fue la peor pandemia de la humanidad. Se en el siglo XIV, entre los años 1347 y 1353. En aquella época, esta enfermedad, que se transmite a través de las pulgas de las ratas, convivía desde hace mucho tiempo en la región de Turquestán y su zona limítrofe con China.

La referencia se sitúa en el primer episodio en el mundo, relacionado a dos factores; el clima y el movimiento de personas.

Los archivos dicen que por esos años sucedió la denominada pequeña edad de hielo, que abarcó un período frío y se extendió en varias campañas agrícolas, con una alta falla en los resultados de las cosechas y movimiento de los campesinos. La consecuencia fue que las ratas mal alimentadas por la carencia de granos se enfermaran y perdieran la resistencia al virus por su debilidad.

La vulnerabilidad, generada por un cambio en el clima, hizo que una enfermedad endémica se vuelva pandémica y varias cepas de la bacteria que produjeron su propagación recorrieran el mundo y alcanzaron a matar a más de 150 millones de personas y cerca del 30% de la población de Europa.

Salvando las distancias, otro ejemplo podría referenciarse con las langostas y el período húmedo de muchos años previos y cercanos al 2008. Desde aquel año, por olvido o descuido, muchas regiones del mundo no controlaron esta plaga, y el movimiento de estos insectos en grandes mangas se viene dando por la falta de alimentos.

La población y el agro han ignorado estos mecanismos de defensa que tienen los seres vivos. Han sido partícipes de las recientes destrucciones de cultivos por gran cantidad de tucuras que cambian sus hábitos y salen a buscar como alimentarse frente a una situación de escasez que ya se extiende sobre Sudamérica, Africa, y el sur de la península arábica. Todas regiones que conviven con mucha pobreza y dificultades.

"La población y el agro han ignorado los mecanismos de defensa que tienen los seres vivos

Argentina no ha estado exenta al daño, ya que en 1930 perdió el 52 % de toda el área agrícola por la proliferación de esta plaga. Actualmente, la facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Fahce) de la Universidad de La Plata, mantiene en sus registros datos estadísticos más cercanos como las 15 mil hectáreas devastadas en 1992, en dos provincias del sur argentino. Cabe destacar que desde 1970, en el mundo los daños por insectos, son consecuencia de que se quintuplicaran los precios de los alimentos, y los cereales aumentaran un 60%.

El disparador siempre es climático. El agro sabe que después de tres décadas de buen clima, le seguirá un periodo regular o malo. Es decir, estamos en plena pandemia climática y muchos trabajos científicos remarcan que esta zoonosis (coronavirus) se ha instaurado por medio de los murciélagos y el efecto del hombre al modificarle su hábitat.

Todo comenzó durante el llenado de la represa de las tres gargantas, ubicada en China, sobre el río Yangtsé. Se trata de la planta hidroeléctrica más grande del mundo en capacidad instalada y extensión. Hubo que mover ciudades enteras y cerca de 2 millones de personas, que vivían aisladas de las grandes urbes y realizaban actividades rurales. Con ellas, migraron los murciélagos y el virus. Sierra afirma que otra vez se perdió el hábitat y se juntaron poblaciones que tenían la enfermedad pero ya eran inmunes y la habían sorteado, con otras que nunca habían estado en contacto con esa realidad.

“Se sorteó la susceptibilidad, al igual que lo que pasó con la viruela, la tuberculosis de los españoles y la sífilis de los indios en los tiempos de la conquista, todo se generó en muchas poblaciones rurales; algo que aún siguen afirmando las escuelas climatológicas del mundo, que se basan en la filosofía, la geografía e historia de todos los tiempos”, dijo.

Sin dudas, las eventualidades climáticas y otras variables que se generan en el mal manejo de las áreas rurales fueron disparadores de muchas pandemias, epidemias y enfermedades de alto impacto social y económico en todo el mundo.

En los últimos años, los sectores avícolas y porcinos están evidenciando un crecimiento inesperado por la inestabilidad sanitaria de las principales naciones productoras de estos animales de granja.

La oportunidad para Argentina

De la crisis generada por la Influenza (gripe) Aviaria (2003), Argentina sacó provecho e inició el verdadero proceso de crecimiento de su segmento avícola. En esa oportunidad, Tailandia, el primer productor de pollos del mundo, se vio afectada en 36 regiones productivas. De golpe se necesitaron con urgencia 34 millones de pollos para satisfacer las necesidades alimenticias. Nuestro país aprovechó la situación e inicio un proceso de crecimiento del 88% con ingresos (2004) superiores a u$s 120 millones.

"De la crisis generada por la gripe aviar, Argentina sacó provecho e inició un proceso de crecimiento en el sector avícola

Un poco más adelante, el 11 de abril de 2009, México y EEUU, anunciaban una posible pandemia de gripe porcina. Este virus, que se originó en los cerdos, todavía circula por el mundo como una gripe estacional, y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 51 países siguen siendo vulnerables a la enfermedad.

Otra vez, Argentina encontró un camino de recuperación a raíz de esta crisis. A partir de 2006 inicio el proceso de recomposición del 40 % de su stock porcino caído y; sobre el cierre del 2020, junto a Brasil, figura entre las dos regiones del planeta capaces de abastecer con proteína animal (cerdos), la producción caída por esta y otras enfermedades nuevas. Un juego riesgoso, que sólo los grandes productores de cereales, por ahora, pueden sortearlo.

Fuente:Agro Clave

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