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15 de septiembre de 2025

El mito de que el campo no tiene votos: son millones y podrían definir las elecciones

Lejos de ser un actor menor, el agro reúne una fuerza electoral capaz de inclinar elecciones. Falta organización y lobby para que su voz pese en la política.

El reciente resultado de las elecciones provinciales en Buenos Aires volvió a poner en debate la importancia del voto del “campo” y, particularmente, a quién vota el “campo”. Por supuesto, hay mucho para debatir y aportar para clarificar el tema. La primera cuestión a definir es qué se entiende por “campo”, y allí el primer error es limitar esta definición —en un tema como el que nos ocupa— a los productores de granos y/o ganaderos.
Para el caso de una elección en la que se definen las políticas que se aplicarán al principal sector de la economía, debemos entender que ese “campo” involucra a todos los que, directa o indirectamente, tienen una actividad vinculada al sector agroindustrial.

El mito de que el campo no tiene votos

Según datos de FADA, este sector genera 4,1 millones de puestos de trabajo. De ese total, el 33% corresponde a producción, el 26% a comercialización, el 22% a industria, el 9% a transporte, el 6% a servicios conexos y el 4% a insumos y maquinarias.

Entre el 65% y el 70% de las exportaciones argentinas provienen de la agroindustria, es decir, del campo, ya que sin la producción primaria el resto de la cadena no existiría. Lo mismo sucede con los recursos tributarios consolidados, cuyo aporte del sector es del 48% del total. La actividad agroindustrial se realiza en todas las provincias y hay más de 276 mil establecimientos productivos familiares. Otro dato fundamental es que existen alrededor de 20 mil industrias vinculadas al campo.

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Es necesario e imprescindible que la dirigencia política en su conjunto entienda la realidad de este sector fundamental de nuestra economía.

Esto significa que, cuando hablamos del campo, lo hacemos desde un lugar muy amplio: nos referimos al sector más poderoso de la economía. Y todo se origina en el núcleo del sistema: los productores agropecuarios. Sin su trabajo, ninguna de las otras actividades existiría. A ello se suman las cuestiones vinculadas al arraigo y al efecto que la actividad agroindustrial tiene sobre el resto de las actividades económicas de los pueblos y ciudades del país. En ese contexto, la continuidad y multiplicación de los productores es clave para evitar o limitar el proceso de concentración que vivimos desde la década del 70.

La desconexión entre peso económico y poder político

Es por estos números concretos que maneja el sector —aunque pareciera no saberlo— que la capacidad de lobby es fundamental para conseguir objetivos y coordinar acciones. Si tenemos esta cantidad de trabajadores y el potencial que esto representa, lo que falta es trabajar con ellos para que entiendan que el origen de su trabajo nace en el campo. Por lo tanto, es indispensable que el campo funcione bien.

En este contexto, es necesario e imprescindible que la dirigencia política en su conjunto entienda la realidad de este sector fundamental de nuestra economía. Solo así podrán generarse los cambios que permitan un verdadero despegue de la agroindustria, el cual solo será posible si se establecen bases sólidas para el crecimiento de la producción que da origen a todo el sistema, es decir, el trabajo de los productores argentinos. El año 2025 pone a los productores frente a un nuevo desafío.

Los argentinos tenemos, una vez más, dentro del sistema democrático que recuperamos en 1983, la posibilidad de elegir a nuestros representantes en el Congreso Nacional. Sin embargo, una vez más la discusión se repite: ¿el sector agropecuario tiene poder de voto?, ¿responden esos votos al peso que tiene (o debería tener) el campo en la vida cívica de nuestro país?

En este sentido, cuando se habla de política en el sector agropecuario, generalmente se repite una frase como si fuera una gran verdad y que, en realidad, le hace mucho daño al sector: “el campo no tiene votos”. Y ya no es solo una idea instalada desde afuera, sino que son los mismos productores quienes la repiten: que son pocos, que no tienen votos, que no pueden conseguir nada. Pero este es un error que el sector está pagando demasiado caro.

¿Cuántos petroleros hay? Sin duda, menos que productores agropecuarios. Lo mismo ocurre con ciertas industrias, los banqueros y otros sectores de la economía.

El problema de la falta de unidad y lobby

No es que el campo no tenga votos; el problema es que el campo no hace valer correctamente los votos que tiene. Esto se explica básicamente por dos cuestiones principales:

  • La falta de unidad y de visión conjunta de futuro (las entidades representativas son cada vez menos representativas).
  • La incapacidad del sector agropecuario para defenderse, entre otras cosas, ejerciendo la capacidad de lobby que otros sectores —menos relevantes para el país— manejan con éxito.

Para comprender mejor esto, podemos compararlo con otros sectores importantes de la economía argentina. No se puede argumentar que el campo no tiene votos solamente contando la cantidad de productores. Ese razonamiento sería tan irreal como decir que el sector petrolero no tiene votos. ¿Cuántos petroleros hay? Sin duda, menos que productores agropecuarios. Lo mismo ocurre con ciertas industrias, los banqueros y otros sectores de la economía. La diferencia es que petroleros, banqueros e industriales tienen una capacidad de lobby que les permite protegerse, tener un rumbo común y, en consecuencia, generar influencia en el voto de quienes pertenecen a su sector.

La falta de conciencia sobre la importancia del sector en la sociedad y en la clase política se evidencia cuando actualmente tenemos un presidente de la República que entiende al campo como la Exposición Rural de Palermo.

Siguiendo con el ejemplo de otros sectores, pensemos en los camioneros: la mayoría de los productos que transportan provienen del campo o de la agroindustria. Sin embargo, para los dirigentes —históricos y actuales— siempre resulta más relevante el sindicato de camioneros que el “sindicato” de productores. Esto es un grave problema de representatividad, que está directamente relacionado con la manera en que el sector se defiende.

Terminar con la confrontación entre los argentinos debería ser un objetivo común si realmente aspiramos al bien de la Nación.

Qué necesita el campo para convertirse en un actor decisivo

Cuando hablamos de representatividad aparece uno de los principales problemas del campo desde el conflicto de 2008: la confusión de roles y objetivos. Cuando se habla de política, de negocios o de defensa sectorial, no puede tratarse todo en un mismo ámbito. En los últimos años, la representación gremial del sector confundió estos roles y nunca tuvo claros sus objetivos. De esta manera se pierde representatividad, porque no se puede hacer política gremial, política de negocios y política partidaria al mismo tiempo en un mismo lugar.

La política de defensa sectorial debe hacerse en las entidades, que existen para defender y luchar por la solución de los problemas del sector. No se debe mezclar la defensa gremial con negocios ni con política partidaria. Para los negocios está el circuito comercial; no se puede pretender hacer defensa sectorial y negocios a la vez.

Mucho menos se debe hacer política partidaria dentro de las entidades, como ha ocurrido en los últimos años. La política partidaria se hace en los partidos políticos, y allí sí debe haber productores que representen al campo, pero no como una única línea orgánica. Hay que tener en cuenta que la gran cantidad de productores implica que estos elijan diferentes partidos políticos.

Por lo tanto, no se puede embanderar a una entidad con un solo partido político ni con un solo candidato. Si gana el candidato que no elegimos, esa entidad igual debe sentarse a trabajar, dialogar y negociar con él, aunque no nos guste o no lo hayamos votado. Para lograr ese cambio en las entidades es imprescindible una mayor participación de los productores y su sostenimiento económico directo.

Este punto debe quedar claro en la cabeza de los dirigentes gremiales del sector: el gobierno necesita del trabajo, el esfuerzo y las ganas de todos los argentinos. No será posible alcanzar los cambios que el sector necesita si no se trabaja en conjunto, sea quien sea el presidente elegido por la mayoría. Terminar con la confrontación entre los argentinos debería ser un objetivo común si realmente aspiramos al bien de la Nación. Hay que acabar con la descalificación y la agresión hacia quien piensa distinto. Hacen falta gestos de grandeza de los 47 millones de argentinos.

Fuente: Aire Agro

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