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OPINIÓN

9 de septiembre de 2025

El desafío político de Milei: ¿autocrítica o estrategia?

El desafío político de Milei: ¿autocrítica o estrategia?

El gobierno de Javier Milei enfrenta un momento crítico tras los resultados electorales en la provincia de Buenos Aires, que dejaron expuestas fisuras en su estructura política y generaron dudas sobre su capacidad de cumplir las promesas de cambio que lo llevaron al poder. El Presidente anunció el domingo por la noche dos compromisos: mantener el rumbo económico y realizar una profunda autocrítica en términos políticos. Sin embargo, a 48 horas de esa declaración, la autocrítica parece desdibujada, y las señales de cambio, inexistentes.

El principal problema radica en la falta de un diagnóstico claro sobre las causas de la derrota electoral. Dentro del Gobierno, las críticas evaden la cuestión económica y se centran en el armado político y electoral, particularmente en las decisiones de Karina Milei, hermana del presidente y figura central en la estrategia política de La Libertad Avanza. 

Su rol, que va más allá de una relación fraterna y se traduce en un poder político descomunal, generó cuestionamientos incluso dentro del propio oficialismo. Voces internas advierten que delegar el armado electoral y la estructura partidaria a una persona sin la preparación necesaria fue un error estratégico, reflejado en los magros resultados en Buenos Aires.

La ausencia de cambios concretos, ya sea en nombres o en actitudes, refuerza la percepción de que el Gobierno no está dispuesto a revisar sus errores. La incorporación de figuras como José Luis Espert a la mesa de decisiones no parece suficiente, y la falta de un Ministro del Interior o una reestructuración en la Jefatura de Gabinete evidencia una parálisis en la gestión política. 

Además, persisten sospechas de corrupción sobre funcionarios cercanos al entorno presidencial, como los casos de Spagnuolo o las acusaciones que involucran a figuras como "Lule" Menem. La decisión de no apartar a estos actores, a pesar de los reproches internos, sugiere que la lealtad personal prevalece sobre la necesidad de enviar una señal de transparencia.

En el plano electoral, el Gobierno enfrenta un desafío aún mayor: recuperar los votos que lo consagraron en la segunda vuelta de 2023. El 56% que respaldó a Milei incluyó a electores de Juntos por el Cambio y otros sectores que, desencantados por el estilo confrontacional, los escándalos y la falta de resultados económicos tangibles, optaron por la no participación o por alternativas antiperonistas en Buenos Aires. Partidos como Somos Buenos Aires capitalizaron este descontento en zonas tradicionalmente antiperonistas, dejando al oficialismo con una regresión a los niveles de la primera vuelta, apenas sumando un 4 o 5% adicional.

El ajuste económico, aunque respaldado por un mandato legítimo, trajo consecuencias sociales que el Gobierno no parece dispuesto a analizar. La falta de explicación sobre medidas que afectan a sectores vulnerables, como los jubilados, o la persistencia de figuras cuestionadas en el entorno presidencial, alimentan la percepción de un Gobierno desconectado. La promesa de barrer con la "casta" choca con la realidad de un círculo íntimo que parece intocable, incluso frente a acusaciones graves.

El tiempo apremia, y la campaña electoral hasta el 26 de octubre no será un terreno propicio para el diálogo, sino para la polarización y la búsqueda de votos. Cambiar el estilo discursivo o ajustar slogans puede ser visto como mera estrategia electoral, un "maquillaje" que no aborda los problemas de fondo. 

Si Milei quiere recuperar la confianza de quienes lo votaron, debe empezar por un diagnóstico honesto que incluya tanto los errores políticos como las consecuencias sociales de su gestión económica. La relación directa con sus votantes, basada en la promesa de un cambio profundo, es su mayor activo, pero también su mayor desafío. Sin acciones concretas, como apartar a figuras cuestionadas o abrir canales de diálogo con sectores dispuestos a colaborar, el gobierno corre el riesgo de seguir perdiendo apoyo en un escenario político cada vez más fragmentado.

La pregunta que queda es si Milei está dispuesto a hacer ese diagnóstico y actuar en consecuencia, o si optará por mantener un rumbo que, aunque sostenido con convicción, podría alejarlo de aquellos que alguna vez creyeron en su proyecto.

Fuente: Cadena 3

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