OPINIÓN
4 de septiembre de 2025
Mugre electoral y violencia: un cóctel en campaña

Mugre electoral y violencia: un cóctel en campaña
En medio de la campaña electoral, Argentina parece atrapada en un déjà vu de tensiones, escándalos y prácticas políticas que, lejos de sorprender, indignan por su naturalización. La polémica desatada por filtraciones de audios, escuchas ilegales y episodios de violencia política en la provincia de Buenos Aires no es solo un reflejo de la torpeza del Gobierno, sino también de un sistema político que, con descaro, perpetúa el atraso y la intimidación como herramientas de poder.
El caso de las grabaciones filtradas, que salpican a figuras cercanas al presidente Javier Milei, como Eduardo Lule Menem, Martín Menem y Karina Milei, es un ejemplo claro de lo que Ricardo Lorenzetti anticipa como una reacción obvia si el asunto escalara a la Corte Suprema. Estas filtraciones, típicas de la “mugre” electoral, no solo exponen posibles irregularidades —como sospechas de sobreprecios que la Justicia debería investigar con seriedad—, sino que también revelan la fragilidad del oficialismo, que cae en la trampa de la “chambonería” política al intentar justificar o contrarrestar estas maniobras. La idea de censura previa, planteada como solución, no hace más que agravar un problema que podría resolverse con transparencia y claridad política.
Sin embargo, el verdadero escándalo no está en los audios ni en las tiendas de campaña digitales que se desmontan tras la campaña. Lo grave es la violencia política organizada, especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo, con 40 años de hegemonía, parece enviar un mensaje claro: “Aquí no se entra si no sos nuestro”. Lo vimos en Moreno, donde al presidente se le advirtió que no podía pisar una calle de tierra por el riesgo de “cascotes sueltos”. Lo vimos en Lomas de Zamora, donde corrieron a cascotazos a Milei, en un episodio que no puede leerse como un simple enojo popular, sino como una acción orquestada desde el poder. No es solo un ataque al Presidente; es una advertencia a los votantes: “No se te ocurra votar diferente”.
El caso de Martín Insaurralde, exjefe de Gabinete de Axel Kicillof, es paradigmático. Mientras firmaba decretos desde un yate de lujo en el Mediterráneo, acompañado por una "profesional del amor" y gastando fortunas diarias, el sistema político que lo sostiene seguía intacto. Ese mismo sistema, que mantiene al conurbano bonaerense sumido en el atraso, organiza la violencia y la intimidación como estrategia electoral. No se trata de defender a Milei, cuya temeridad al exponerse en zonas hostiles es discutible, sino de rechazar la naturalización de un mensaje mafioso que busca disciplinar a la sociedad.
En este contexto, ¿Quién está detrás de las filtraciones que comprometen al oficialismo? ¿Es el peronismo, maestro en estas lides, o hay fuego amigo desde dentro del propio Gobierno? La sospecha de que alguien cercano, quizás desplazado del círculo de poder, pueda estar moviendo los hilos agrega una capa más de complejidad a esta “mugre” electoral que, como siempre, se disipará tras los comicios del 26 de octubre, cuando se defina el verdadero poder en el Congreso.
Esta es solo la pelea preliminar, la de la provincia de Buenos Aires, pero quedan más de 50 días de campaña. Si algo nos enseña la historia argentina, es que la política no se limpia con promesas, sino con acciones concretas. La Justicia debe investigar las denuncias de corrupción, el Gobierno debe aprender a no tropezar con su propia torpeza y la sociedad debe rechazar la violencia como moneda de cambio.
Fuente: Cadena 3

COMPARTIR:
Notas Relacionadas
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!