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OPINIÓN

29 de junio de 2020

El invierno de la incertidumbre

Claves. Lo que prima en este nuevo tramo de la cuarentena es la duda. Los gobernantes están temerosos de lo que depare el presente y el futuro. Así y todo, la política prepara sus herramientas electorales.

Nadie sabe qué es lo que viene. Nadie sabe hasta cuándo la cuarentena seguirá dejando en la lona a la economía.

El nivel ascendente de la pandemia (con muchísimos más casos que los que revelan las cifras oficiales) asustó al presidente de la Nación y a todos quienes tienen responsabilidades de poder. Además, ya el aislamiento y sus contextos no generan buenos números para los gobiernos.

Se trata de volver atrás, casi al punto de partida. Lo peor no pasó, ni siquiera empezó. Así como el coronavirus se constituye en un interrogante sin respuestas para los médicos, las consecuencias políticas de la peste es una inmensa pregunta que los cientistas políticos no pueden responder. Acá no hay Harari (intelectual israelí) que valga.

De infectología deben hablar los que supuestamente saben, pero en esta columna se escribe de política. Pero la política tendrá vibraciones dependientes de la salida de la pandemia. Y se habla de 2021, año de elecciones, y no de mañana o pasado mañana.

Circula en los pasillos del micromundo político que la idea de algunos gurúes de Fernández es suspender los comicios legislativos de mitad de mandato hasta otro momento. Nadie podría salir a afirmar con toda la voz que la pandemia habrá desaparecido del mapa argentino a la hora de iniciar el cronograma electoral, que no es sólo el momento de ir a votar. En ese sentido, los comicios sí pueden estar en riesgo.

La guerra y las elecciones

Sin embargo, los opositores ya comenzaron a poner el grito en el cielo, tomando el interrogante como una jugarreta del gobierno para evitar ir a elecciones con la economía desplomada. Se sabe: casi no hay antecedentes de gobernantes que hayan ganado elecciones después de haber triunfado en las guerras.

Así como la verdad es la segunda víctima de una guerra, la economía es la primera. Pero también hay una verdad no escrita en los manuales que indica que los gobiernos son los primeros en asistir a las víctimas. Los funcionarios son los primeros que la gente ve a su alrededor tratando de asistir en la catástrofe.

Hay ejemplos en la provincia de Santa Fe. Carlos Reutemann ganó con cifras récord en las zonas inundadas de la ciudad de Santa Fe, pocas horas después de la tragedia. Los santafesinos de esas barriadas le reconocieron que se haya puesto las botas para recorrer la zona. La política no lo entendió nunca.

Los dispositivos hechos de moneda constante y sonante con que hoy el gobierno ayuda a empresarios a pagar sus sueldos o le proporciona alguna renta a sectores bajos de la sociedad podría mantenerse en el tiempo. Tal vez llegue la hora de la renta universal como un parche para la catástrofe. Que nadie lo dude: el gobierno jugará a fondo su centralidad.

Pero escribamos de política santafesina, provincia en la que no habrá 2023 sin 2021. Lo sabe el gobernador Omar Perotti, quien tiene un candidato propio, de su riñón. Su delfín se llama Roberto Mirabella. Aunque no sea conocido ni tenga tracción ni intención de voto, es lógico que el jefe de la Casa Gris vaya a las elecciones con su candidato.

Ayer, cuando el sol de invierno del mediodía intentaba neutralizar el frío gélido, una autorizada voz de la Casa Gris le planteó un interrogante a su interlocutor: "No se olvide de María Eugenia Bielsa". ¿Y Mirabella? "Puede ser Bielsa-Mirabella, o viceversa", clausuró el informante. Esos dos nombres abrirían una grieta electoral con el kirchnerismo, que tiene sus propios nombres. Pero para algo existen las Paso.

A tal punto empiezan a hacer cosquillas las elecciones del año próximo que Miguel Lifschitz se lanzó a las rutas santafesinas para empezar a recorrer por enésima vez pueblos, pueblitos y ciudades. "Acá no se trata de si Lifschitz quiere o no ser candidato. Hay territorios que son del Frente progresista y hay que defender. Si él hace eso, y gana, el 2023 lo tiene allanado. De lo contrario, analizamos todo de nuevo", soltó un radical de la geografía profunda de la provincia.

No es neutral que Lifschitz sea o no el candidato. Eso condicionará al resto. "Si Lifschitz no va, será urgente hacer un frente de frentes con Juntos por el Cambio. De lo contrario, nos vuelve a boletear el peronismo", amplió el informante.

En Juntos por el Cambio están los del zoom y los de la gestión. Entre los primeros aparece la voz y figura de Patricia Bullrich, quien preguntó en qué anda su amigo Maximiliano Pullaro, como una manera de tirar líneas hacia los radicales santafesinos.

Pullaro está en un excelente momento de la relación con Lifschitz, pero también esta convencido de que si en 2023 no hay un frente casi único no peronista, el PJ volverá a cantar victoria en la Casa Gris. Es matemática, no elucubración teórica.

Las elecciones nacionales y las municipales en las grandes ciudades irán marcando el futuro político. Pablo Javkin, en Rosario, y Emilio Jaton, en Santa Fe capital, deberán confirmar sus votos y deberán ser reconocidos sus liderazgos. De nada le servirá al Frente Progresista llegar al tramo electoral con sus líderes mirándose con desconfianza.

Todos deberían mirar ese pasado y obra del jefe de todos los jefes que le permitió al Frente Progresista acariciar el cielo con las manos: Hermes Binner. "Hay sumas que restan", decía Binner, pero no le trepidaba el pulso para trazar alianzas de poder.

De la mano del médico socialista, el no peronismo llegó al poder de la provincia. Y en ese barco sumó a todos. Nadie se quedó afuera. Porque afuera hace frío.

 

fuente: la capital

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