Viernes 29 de Marzo de 2024

Hoy es Viernes 29 de Marzo de 2024 y son las 08:07 -

PANDEMIA

1 de junio de 2020

Pandemia: Argentina, con test insuficientes para usar la mejor estrategia

Consiste en testear masivamente, rastrear y aislar casos positivos y sus contactos, mientras no se detiene la vida económica. El antecedente de la Gripe A de 2009

Sábado 30 de Mayo de 2020

El virus del Covid-19 ha dado lugar a una respuesta nunca vista en la Historia. Por lo drástica. Vale comparar con la pandemia de gripe A de 2009. Hubo entonces alerta mundial, información copiosa, medidas de cuidado personal (fue cuando todos nos familiarizamos con el alcohol en gel) y no pocos recurrieron al barbijo. Pero no se pasó de ahí y la vida social y económica continuó con pocas alteraciones. Argentina y Rosario padecieron al virus, el A (H1N1) y tuvieron un número de fallecimientos importante. Argentina registró oficialmente 12.477 casos y 685 muertes, según el Ministerio de Salud. Santa Fe, a agosto de 2009, registraba 89 fallecidos. Al finalizar la pandemia, la OMS dio un número estimativo de 20 mil fallecimientos en todo el mundo. Años después, un estudio retrospectivo del mismo organismo con el aporte de los prestigiosos CDC de EEUU elevó sustanciamente esa estimación. Habrían fallecido entre 200 mil y 400 mil personas por la gripe A en 2009/10. Conste que la vacuna se obtuvo hacia noviembre de 2009. El virus se instaló desde entonces como el de la gripe estacional, tanto en el hemisferio Norte como en el Sur. La OMS estima que cada año mueren en el mundo por la gripe estacional, o sea por la gripe A (H1N1), hasta 650 mil personas (informe de diciembre de 2017). El estimado anterior era de todos modos impactante: de 250 mil a 500 mil muertes por año en todo el planeta. Pese, vale repetirlo, a que hay una vacuna eficaz y disponible. En el invierno boreal de 2018/19, Estados Unidos registró unos 35 millones de casos, con un balance de 32.500 muertes. Ninguna de estas cifras impresionantes obtuvieron titulares, ni nadie les prestó atención. Es que se consideran parte de la normalidad. Se asume que los fallecidos por gripe estacional son parte del panorama de la salud pública en todos los países del mundo.

Ahora, en contraste, y ante la ferocidad mostrada por el virus Sars-CoV-2, la actitud de los gobiernos y de las sociedades ha cambiado dramáticamente respecto a 2009. Al virus no se lo debe dejar pasar y circular. No se puede instalar en la población, como hizo el A (H1N1). Así actuó China, que bloqueó a las provincias infectadas y no las dejó moverse hasta que identificó y aisló a los infectados y sospechosos. En términos mucho mas respetuosos de los derechos de sus ciudadanos, países asiátcos democráticos y desarrollados, como Japón, Corea del Sur y Taiwán, adoptaron cuarentenas selectivas y el programa de las "tres T": testear, trackear (rastrear) y hacer trazabilidad. O sea, hacer test masivos y no sólo de casos sospechosos, detectar y seguir a los positivos incluidos los asintomáticos y sus contactos y aislarlos. El resto de la sociedad puede seguir su vida normal pero con medidas estrictas de higiene y distancia interpersonal. La cultura social asiática ayuda mucho a que se cumplan estas directivas. Se aplican cuarentenas en las zonas donde hay rebrotes, como pasó en Seúl con el enorme circuito de vida nocturna de la capital surcoreana. Alemania hizo algo parecido y Chile intentó aplicar este modelo, pero como se sabe no salió bien, al menos en la poblada Región Metropolitana y se debió recurrir al remedio paralizante de la cuarentena. De todas formas Chile testea como nadie en la región y "trackea" muy seriamente los casos positivos.

Ahora, ¿qué hace Argentina y cómo se ubica en el ránking de países que hicieron las cosas bien o mal o muy mal? Argentina tuvo un acierto inicial cuando decretó una cuarentena nacional estricta temprana. Claro que lo hizo después de dos meses de inacción. Aún en marzo Ezeiza era un colador. El ministro de Salud claramente no creía, allá en el tramo final del verano, que se fuese a llegar a algo más que el Sars de 2003, o sea, una epidemia regional. De todas formas, la cuarentena estricta aplicada a partir del 20 de marzo permitió evitar la diseminación del virus, como ocurrió en Brasil, Perú, Ecuador y EEUU. Ahora, pasados 70 días, el país se enfrenta a un desafío: la economía no aguanta más, ya que estaba muy mal antes del inicio de este drama, y a su vez la cifra de casos no deja de subir cada día, pese a que los fallecimientos siguen siendo pocos. Argentina no cuenta tampoco con los enormes recursos financieros de los países desarrollados, como la UE, EEUU o Japón, para auxiliar a sus agentes económicos y sus asalariados. Algunas provincias argentinas, que han registrado la remisión casi completa de contagios, se animan a reabrir, como Corrientes y Mendoza. Otras reabrieron pero los nuevos casos las obligaron a volver atrás (Córdoba). En contraste, el lunes Italia reabrirá piscinas y gimnasios, pese a que este sábado 30 registró 67 muertes. Se plantea un problema de fondo: ¿se debe tratar al virus de Covid-19 como a los anteriores, como el de la Gripe A, y se aceptará una tasa de contagio relevante hasta que se desarrolle inmunidad colectiva y llegue la vacuna, o se trata de escudarse indefinidamente para evitar su instalación y expansión? Esta segunda opción es la de Argentina y del presidente Fernandez. A cualquier costo, parece. China dice haber logrado esto, pero tiene un Estado policial que obtiene un sometimiento total de su población a un control orwelliano. Nunca antes se intentó detener a un virus que ya es cosmopolita, pandémico. Parece imposible mantener la puerta cerrada para siempre cuando el virus circula por todo el mundo...y cuando se dejó la puerta abierta durante dos meses. No se trata de un virus de alcance sólo regional, como lo fue el citado Sars o luego el Mers (Medio Oriente) o la gripe de Hong Kong. El Sars-CoV-2 ya está en todo el planeta por eso hay una pandemia. Dejar que la población joven, de menor riesgo, salga a la calle, circule, trabaje y estudie y que se cree la inmunidad de grupo con el paso del tiempo mientras se protege estrictamente a la población de riesgo parece la medida mas realista en este punto. Esa fue la tesitura desde el inicio de Alemania, Japón, Suecia, Corea del Sur y muchas otras naciones. Frenar el virus y mantener a toda la población a salvo de él parece utópico, imposible y de un enorme costo social, económico y también de la salud, porque por fuera del Covid-19 hay muchas patologías cuyo tratamiento la cuarentena obligó a postergar.

 

El tema de fondo es así la estrategia elegida, querer detener al virus en la puerta y mantenerlo afuera hasta que pase el ciclo natural del patógeno y ahogar los focos del virus que ya ingresó. Hay aquí al parecer una doble falacia: por el citado tipo de gobierno que se necesita para lograr esto, una dictadura policial y un Estado orwelliano, que en Argentina por fortuna no existen (pese a que el Gobierno exhibe una clara vocación hegemónica, por eso no están demás las alarmas, como el manifiesto firmado por 300 científicos e intelectuales); y porque el virus ya circula en los mayores centros urbanos del país. Por aquel descuido del verano, ahora faltan en número suficiente los kits del test que recomiendan los especialistas, los PCR. En la CABA y Conurbano, como se sabe, el virus ya está instalado y en circulación. De allí salen casi todos los más de 700 casos diarios reportados, pero seguramente si se hicieran muchos más "hisopados" en todo el país los portadores sanos o asintomaticos aparecerían en otros puntos del mapa. Ya ocurrió cuando se comenzó a testear en cantidad importante en la CABA, primero, y luego en el Conurbano. Pero los test diarios en Argentina son muy pocos. Aunque mejoró desde mediados de abril, Argentina sigue en la parte baja del ránking de países en cantidad de test diarios. Según el sitio ourworldindata.org, el 16 de abril Argentina hacía apenas 0.04 test por cada mil habitantes. Ese día Alemania hizo 0.77. Para el 26 de mayo Argentina mejoró mucho: llegó a 0.09, pero siguió por debajo de Ecuador aunque superó a la India. Y quedó muy lejos de Italia (1.03) y de Chile (0.78). Y si se toma el número oficial de test diarios, que el viernes superó por primera vez los 5.000, ese índice resulta aún mucho más bajo. Falta así una piedra basal en ciencias estadísticas: la "muestra representativa". Otro índice epidemiológico del que se habló al inicio de la pandemia, el índice de contagio RO, no se volvió a mencionar. Una clara señal de la falta de esa muestra representativa. A partir de este déficit, es imposible implementar la política de las "tres T", que parece ser la única viable para esta emergencia sin precedentes.

 

fuente: la capital

COMPARTIR:

Comentarios

Escribir un comentario »

Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!