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6 de mayo de 2020

Récord: Alberto Fernández le gana a Macri y a CFK y más autos pagan impuestos

Por la devaluación y la inflación, el tributo alcanza ahora a 0 km a partir de u$s26.000. Pronostican que muchos modelos importados se dejarán de vender.

Mientras todos los ojos están puestos en la crisis sanitaria, pasan cosas. El sector automotor no es ajeno a esta situación. La inflación y la devaluación en lo que va del año hizo que la presión impositiva alcanzara un nuevo récord. Esto se produce en el segmento de vehículos afectados por los impuestos internos que cada vez impacta a modelos de menor precio. Al no haberse actualizado desde enero pasado la base por la cual tributan, mientras el tipo de cambio y el costo de vida siguieron en alza, el valor de los 0 km que hoy tributan es el más bajo de la historia. Tomando la cotización oficial de ayer, los autos de más de u$s26.800 dólares deben pagar este recargo. En enero, ese valor era de u$s28.699 mientras que al término de la gestión de Mauricio Macri alcanzaba los u$s31.089.

Este impuesto es un tributo de entender en su aplicación pero, para una fácil lectura, significa que a partir de ese valor los 0 km deben pagar un gravamen adicional. Comúnmente se lo conoce como “impuesto al lujo” y estaba apuntado al segmento de los modelos premium pero, desde su origen a hoy, ha ido degradando su esencia para convertirse en un gravamen que impacta a vehículos de valor medio. Además de la mayor presión impositiva, la forma de cálculo hace que tenga un impacto muy fuerte en los precios de los 0 km. Los modelos que caen en Internos sufren un aumento en el precio que va de 25% a 54%, según la escala que le toque. En la actualidad hay dos franjas impositivas: a partir de un valor al público de $1.850.000 deben pagar una alícuota del 20% (hace que el precio salte 25%) mientras que los 0 km de más de $2.400.000 tienen un tributo de 35% (precio sube 53,8%).

En la práctica, lo que produce este impuesto es que los vehículos afectados queden, por su encarecimiento, fuera del mercado ya que no habrá compradores esos valores. En su mayoría afecta a vehículos importados pero también alcanza a modelos de producción nacional. Ante esta situación, las marcas tratan de sostener el precio de sus vehículos justo debajo de las franjas impositivas todo lo que pueden pero, cuando la inflación o la devaluación, lo hace imposible directamente dejan de importar o producir esos vehículos lo que disminuye la oferta de modelos en el mercado.

La historia del Impuesto Interno a los autos se remonta a la época del ex secretario, Guillermo Moreno, cuando comenzó a restringir las importaciones por falta de dólares. El golpe más duro se lo dio el ex ministro Axel Kicillof, en enero del 2014, al subir las alícuotas y aplicar dos franjas tributarias. Con Macri – pese a que el expresidente había prometido en su campaña eliminarlo – volvió a cambiar. Se quitó la franja más baja (quedó sólo la de mayor precio) y se redujo la alícuota impositiva. También introdujo, por ley, un ajuste trimestral por inflación que le quitó incertidumbre. Hasta el momento, los ajustes se hacían de forma discrecional por parte del funcionario de turno.

Así, hasta la llegada de Alberto Fernández. Suspendió esa forma de actualización por un nuevo criterio. En lugar de la acumulación inflacionaria trimestral que mide el INDEC se pasó a un nuevo índice (IPIM), que toma los precios mayoristas de los 0 km pero que, en el sector, consideran que no es transparente. Esa herramienta debuta a fin de mes ya que el actual período termina el 31 de mayo. Según la forma anterior, el ajuste de la base tendría que ser de 7,5% (la inflación acumulada entre enero y marzo) pero el nuevo cálculo implicaría un ajuste de sólo 5%. A esto se suma que la devaluación del cambio oficial, desde el último ajuste, ronda el 15%. Los autos se fijan en pesos pero en base al valor del dólar Banco Nación. Otro elemento que juega en contra es que, por el cambio de forma de calcular, se salteó un ajuste. El último había sido en diciembre y debía haber otro en febrero, pero se pasó de un ajuste trimestral a otro semestral.

La incertidumbre se centra en lo que sucederá a fin de mes. Este impuesto, en realidad, no tiene objetivo recaudatorio. Más bien es una forma de frenar las importaciones. Ante un escenario de profunda crisis económica, falta de dólares y amenaza de default, las compras en el exterior de bienes no necesarios es un dolor de cabeza para el Gobierno. Cuantos menos autos se importen, menos dólares se van a demandar. La preocupación en el sector es que este tributo se utilice para reducir la oferta de vehículos importados cuando se levante la cuarentena. Más teniendo en cuenta que por la brecha cambiaria habrá una demanda de consumidores con ahorros en dólares, que pueden vender en el mercado negro a $120, que se verán tentados en comprar 0 km fijados a un tipo de cambio de $69, según los valores de estos días.

 

fuente: ambito

 

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