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POLITICA

2 de julio de 2025

"Estrés económico": la mitad de los argentinos percibe que sus ingresos no alcanzan, ni permiten ahorrar

Esta condición supera el 75 % en hogares pobres y es de 30 % en hogares no pobres. No siempre coincide con el aumento o descenso del índice de pobreza del Indec. Alcanzó su máximo en 2024.

Estrés económico: "manifestación de insuficiencia de ingresos por parte de los miembros del hogar; es decir, la percepción de que los ingresos totales del hogar no les alcanza para cubrir los consumos básicos habituales y sostener los patrones de consumo, declarando así también la imposibilidad de ahorrar". En este concepto están incluidos casi el 50 % de argentinos y argentinas, según el último estudio presentado por el Observatorio de la Deuda Social, de la Universidad Católica Argentina.

El trabajo, denominado "Estrés económico y movilidad social en la Argentina urbana (2010-2024)" analiza esa década y media pero hace foco particularmente en 2022-2024, período político y económico "convulsionado", tal cual definió el director del ODSA, Agustín Salvia, en la presentación del informe.

En medio de datos oficiales calculados por el Indec y celebrados por el gobierno que aseguran una baja en el índice de pobreza, este estudio incorpora la autopercepción de los encuestados sobre sus ingresos, un indicador conocido en la academia pero no tan difundido y que en la vida cotidiana se resume en un categórico "no llego a fin de mes". O, dicho de otra manera, "no me alcanza para lo que alcanzaba a cubrir". ¿Para qué? ¿Para un viaje al otro lado del mundo? Puede ser para aquellos sectores no pobres pero en realidad los resultados del estudio dan cuenta del efecto significativo que tienen, en este orden, el déficit en "Salud", la "Indigencia", "Dimensión Trabajo" y la "pobreza por ingresos" en aumentar el riesgo de estrés económico.

El concepto

"Entendemos al estrés económico como la situación en que los ingresos del hogar no son suficientes para cubrir los gastos", resumía Salvia en el programa de streaming "Hagamos lío" de la UCA, donde las conclusiones fueron presentadas de manera oficial.

Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina perteneciente a la UCA. Crédito: Archivo/Luis Cetraro.Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina perteneciente a la UCA. Crédito: Archivo/Luis Cetraro.

A diferencia de las medida de pobreza objetiva, en este caso "es un reporte que surge de la evaluación del principal referente del hogar respecto a si los ingresos son suficientes para cubrir los patrones habituales de consumo, si no llega y si se puede ahorrar". Es una suerte de autopercepción que no debe confundirse con los efectos subjetivos que tiene esa imposibilidad.

Una de las conclusiones es que entre 2010 y 2024 los niveles de estrés económico fueron superiores a los de pobreza medida por ingresos, a la vez que ambos indicadores aumentaron. Y en el segundo semestre de 2024 este estrés llegó a su máximo punto. En definitiva, "la mitad de la población registró que no le alcanzaba para vivir (tal como lo venía haciendo según sus parámetros de consumo) ni para ahorrar".

¿Cómo se explica este dato con una inflación en baja? "La inflación baja y los ingresos, por esa misma razón, tienen una mejora pero cambió el sistema de precios y la población tiene que cubrir más gastos fijos. Esto hace que el 47 % de la población urbana perciba que los ingresos no alcanzan para cubrir sus necesidades", sintetizó Salvia.

Dicho de otra manera, la pobreza está bajando de acuerdo a la medición del Indec, pero la capacidad de consumo de los hogares no mejora. Esto se observa particularmente en hogares medios y pobres, de acuerdo a la investigación desarrollada por Julieta Vera y Juan Ignacio Bonfiglio, quienes analizaron los resultados obtenidos luego de repetir la misma pregunta en las principales urbes del país : "¿Usted diría que la plata que juntan por mes en su hogar. Les alcanza y pueden ahorrar algo/Les alcanza, pero no pueden ahorrar/No les alcanza?".

"Este trabajo presenta un doble propósito: por un lado, estimar la incidencia, movilidad y persistencia del estrés económico según características de los hogares; por otro,

Identificar los factores que explican sus cambios, prestando especial atención al rol de las carencias en salud, alimentación y seguridad laboral. Al hacerlo, se busca contribuir al debate sobre las formas de medir las privaciones económicas, recuperando el valor analítico de las percepciones, experiencias y expectativas de los propios actores como indicadores de malestar económico en contextos de alta vulnerabilidad", explicaron los investigadores.

Los resultados del estudio de la UCA dan cuenta del efecto significativo que tienen, en este orden, el déficit en Salud, la Indigencia, el déficit en la Dimensión Trabajo y la pobreza por ingresos en aumentar el riesgo de estrés económico. Crédito: Mauricio Garín.Los resultados del estudio de la UCA dan cuenta del efecto significativo que tienen, en este orden, el déficit en Salud, la Indigencia, el déficit en la Dimensión Trabajo y la pobreza por ingresos en aumentar el riesgo de estrés económico. Crédito: Mauricio Garín.

La posición que se asume en este trabajo parte de que la autopercepción de ingresos insuficientes "no implica necesariamente una situación objetiva ni subjetiva de pobreza, pero señala una vivencia de estrés económico, como tensión cotidiana que sienten los hogares al enfrentar dificultades para cubrir sus gastos, y en tanto tal implica una situación de privación asociada a la falta de recursos económicos".

Esta última definición explica que un 30% de hogares no pobres se perciban dentro de esta categoría de "estrés económico".

Sin embargo, como cabe esperar, la cifra crece y más que se duplica entre familias pobres o muy pobres, donde llega al 75-80 %.

Algunas conclusiones

  • Entre 2011 y 2013, el estrés económico se mantiene elevado y creciente (sube de 35% a 41%), mientras que la indigencia y pobreza por ingresos es más baja (entre 17% y 19%) y relativamente estable.
  • En el 2015, se evidencia un descenso en el estrés económico, mientras esto no se observa en el indicador de pobreza por ingresos. Asimismo, el pico de crecimiento de los déficits en el año 2016 es común a los tres indicadores presentados.
  • En la fase 2017-2019 se registra un aumento en todos los indicadores; sin embargo, el crecimiento de la pobreza por ingresos es más pronunciado que el de estrés económico.
  • En el periodo 2019–2020, la divergencia es notoria: la pobreza por ingresos se incrementa del 31% al 35%, mientras que el estrés económico disminuye. Esto podría estar asociado a un contexto complejo de crisis económica y sanitaria y un escenario de aislamiento o distanciamiento social.
  • En la recuperación parcial post pandemia se exhibe una tendencia descendente en los déficits. Sin embargo, a partir de 2022, las curvas vuelven a ascender. - En el total de hogares, alrededor del 37% (período 2010-2016) y del 45% (período 2017-2024) declaran percibir estrés económico, es decir, manifiestan que los ingresos que percibe su hogar no les alcanza para cubrir las necesidades básicas. Ahora bien, este porcentaje asciende a alrededor del 71%-76% entre los pobres, y a alrededor del 86%-90% entre aquellos en situación de indigencia. Es decir, hay un mayor estrés económico a medida que aumenta la privación monetaria. Esto muestra una correspondencia importante entre las tasas estimadas en base a los ingresos percibidos y el alcance subjetivo del estrés económico.
  • En el período 2017-2024 (en comparación al período previo), se acentúa la asociación entre las medidas monetarias y la autopercepción subjetiva: el 75,7% de los hogares pobres y el 89,8% de los indigentes reportan estrés económico. Asimismo, cabe destacar que solo el 10,2% de los indigentes reporta no tener estrés, bajando respecto del 14,5% de la fase anterior: esto implica mayor alineación entre pobreza extrema y estrés desde una perspectiva subjetiva en los últimos años del período analizado.
  • Por último, en 2022-2024 la manifestación de estrés económico se ha profundizado -en mayor proporción- entre no pobres por ingresos.

"La inflación baja y los ingresos, por esa misma razón, tienen una mejora, pero cambió el sistema de precios y la población tiene que cubrir más gastos fijos. Esto hace que el 47 % de la población urbana perciba que los ingresos no alcanzan para cubrir sus necesidades". Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina.

Fuente: El Litoral

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