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OPINIÓN

20 de junio de 2025

La máquina de lavar una mano con la otra

La máquina de lavar una mano con la otra

El papá del bebé Francisco habla sobre la indolencia del Estado, refiriéndose a una "máquina de no avivar giles". Esta afirmación resuena con el caso de Brenda Agüero, donde muchos de los absueltos argumentan ignorancia sobre lo que sucedía. Sin embargo, esta ignorancia parece ser una constante en el sector público, donde se crea una red en la que "una mano lava la otra".

Todos creemos que el Estado es un lugar donde se preserva lo público, un sistema imparcial que controla y corrige fallos. Sin embargo, la realidad muestra que hemos creado una máquina infernal llena de corruptos e ineptos. Los casos son numerosos, como el de un juez en Rosario que renuncia antes de ser echado, tras descubrirse que su contador era el mismo de los narcos que extorsionaban a empresas.

En Córdoba, hay una preocupación constante por la falta de clases en las escuelas municipales, mientras que el intendente permanece en silencio. La situación se agrava cuando periodistas advierten sobre la entrada de drogas y celulares en el Servicio Penitenciario, pero nadie parece darse cuenta de lo que sucede. La corrupción y la ineptitud son evidentes en la Legislatura, donde empleados fantasmas siguen cobrando sin que nadie lo note.

El caso de Aerolíneas Argentinas también ilustra la indolencia del Estado. Con 1500 empleados menos, la empresa funciona mejor, lo que demuestra que muchos de los que ocupan cargos no son necesarios. En las ciudades, la falta de árboles en las veredas se ignora, a pesar de contar con empleados para cuidar los espacios verdes.

La justicia debe actuar, pero muchos casos no llegan a ella. Existen licitaciones donde el propio Estado paga precios exorbitantes por productos. La excusa de la inflación no justifica la ineficiencia. Las opciones son claras: son corruptos, ineptos o indolentes. La situación es crítica y afecta a todos.

El caso de Cristina Fernández es un ejemplo de esta realidad. A pesar de las denuncias sobre corrupción en Vialidad, mantuvo a los implicados en sus puestos. La inacción y la falta de respuesta son preocupantes y reflejan un patrón en el que todos somos los giles.

Es necesario que la ciudadanía despierte y se dé cuenta de la realidad. La ingenuidad y la inocencia pueden llevar a la complacencia. Sin embargo, un día, la gente se avivará y exigirá cambios. La máquina de no avivar giles debe detenerse, y es responsabilidad de todos hacerlo antes de que sea demasiado tarde.

Fuente: Cadena 3

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