13 de diciembre de 2024
Milei y Cristina: soledad en la subida y soledad en la bajada
Poco a poco, como quien no quiere la cosa, un poco porque así lo quieren los protagonistas y otro poco porque así es la realidad, el campo político se termina de polarizar: Milei en un lado; Cristina en el otro. Está claro. Uno representa ciertas cosas; el otro, otras. Es como en los fogones campamenteros cuando piden “una que sepamos todos”. A esta la sabemos todos.
Una coincidencia, que tal vez no tenga nada de casual: los dos están solos. Y cada vez más solos. Pero por razones bien distintas.
Miremos el caso de Milei. La soledad de Milei es una soledad en subida. En el mejor momento. No es que Milei esté solo. Al contrario, va consolidando su equipo, su gabinete se afirma y adquiere experiencia e incluso algunos pueden transformarse en candidatos con onda. Pero no hay ningún igual a Milei. Nadie que tenga un proyecto político propio. Milei busca –legítimamente- capitalizar los riesgos que tomó, las apuestas fuertes que hizo, el huracán al que se subió, para él mismo. No quiere aliados, quiere políticos que se sumen a su equipo y que cumplan el rol que él defina para los objetivos que él fije.
Está en subida. Puede darse esos lujos. Es todo de él. Entonces puede excluir brutalmente a su vice, Victoria Villarruel, de todo acto, incluso borrarla de la celebración de su primer año de gobierno. O puede ignorar a Macri, que lo alentó en el momento crucial de ir a la segunda vuelta, le sentó a la crucial Patricia Bullrich en su gabinete y se ha cansado de conseguirle los votos fundamentales en el Congreso. Está lleno de políticos deseosos de treparse a su carro. En cada provincia hay 10. Pero él los ignora. Es la soledad del triunfador, el momento de gloria. La subida.
En el otro lado la vemos a Cristina. Hizo lo mismo que Milei en su subida, cuando ganó la reelección en 2011 ya sin Néstor, con 54%. Todos querían estar en la foto con ella, ser su aliado. Pero ella se transformó en “reina Cristina”, quiso ir por todo y dejó de tener iguales. De ahí en más no paró de hablarse encima sola.
Hoy, también está sola, cada vez más sola, pero por razones distintas. Nadie quiere quedar pegado. Ayer asumió como presidenta del Partido Justicialista al que muchas veces despreció. Y parecía una convención de ausencias. No estaba la CGT. No estaba Sergio Massa. No estaba Kicillof, la única esperanza electoral hoy del kirchnerismo. No estaban los gobernadores peronistas que se acercaron a Milei. Pero tampoco los que han sido sus perros fieles: Insfrán de Formosa, Zillioto de La Pampa, Zamora de Santiago del Estero. No estaba la legión de intendentes del conurbano que ahora está con Kicillof. Le queda La Cámpora. Pero “los pibes para la liberación” se reducen y pierden entusiasmo en la medida en que Máximo ya no puede garantizarles conchabos y sueldos en el Estado.
Hoy son las cabezas de la Argentina polarizada. Los dos están solos. Uno en la subida. La otra en la bajada. Tal vez Milei debería prestar atención, a ver si aprende algo que le pueda ser útil en el futuro.
Fuente:Cadena3
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