OPINIÓN
31 de octubre de 2024
La recuperación de la democracia en perspectiva
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Al llegar a finales de octubre, para quienes llevamos algunos años, esta época evoca la primera elección y el proceso democrático que se inició en 1983, donde Raúl Alfonsín fue el principal protagonista.
Se puede hablar mucho sobre su legado, pero es indudable que la restauración democrática no hubiera sido posible sin su liderazgo y convicción. Alfonsín cometió errores, como todos los líderes, pero es imposible no reconocer su papel fundamental en ese contexto. Algunos aspectos de su gestión se rescatan más que otros.
El presidente Milei adoptó una postura muy agresiva en la Fundación Mediterránea, que no resultó del todo convincente ni consistente respecto a los partidos. Rescató la figura de Carlos Menem, un personaje clave en el justicialismo. Además, culpó a Alfonsín de la caída de Fernando de la Rúa, calificándola de golpe de Estado.
Todos sabemos que este fue un proceso muy complejo, marcado por un vacío de poder vinculado a la catastrófica derrota electoral de De la Rúa en octubre de 2001. No justifico lo ocurrido, simplemente relato lo que viví al hablar con varios protagonistas, incluyendo a los expresidentes Alfonsín y Eduardo Duhalde. Ellos buscaban evitar un golpe institucional más profundo y una posible caída de la democracia.
Si Milei tiene evidencia de que hubo una violación de la Ley de Defensa de la Democracia, debe denunciarlo, ya que aún hay muchos protagonistas vivos de ese proceso. La historia cuenta sobre los esfuerzos entre octubre y diciembre de ese año para generar un balance y reconocer la debilidad de De la Rúa, intentando formar un gobierno de coalición.
El politólogo Andrés Malamud tiene razón al señalar que el presidente busca construir un espacio propio, utilizando en parte los retazos de lo viejo, como ha ocurrido en otros momentos históricos. Este fenómeno se dio con el radicalismo y el peronismo, donde siempre hay una mezcla del pasado con una nueva narrativa y liderazgo. Milei, en este sentido, presenta una visión selectiva y algo sesgada respecto a la historia reciente.
Un apunte interesante es que la feroz interna del radicalismo actual se convierte en un regalo para el sector disidente, como el de Martín Lousteau y Facundo Manes, complicando la situación de aquellos radicales que desean colaborar con el gobierno. Ayer, el bloque de comisiones oficialistas del radicalismo se debilitó aún más, con Mario Barletta, un exintendente de Santa Fe y diputado experimentado, quien decidió romper con De Loredo. Esto deja a De Loredo en una situación muy compleja, en un partido que ya enfrenta un proceso de fragmentación difícil de recomponer.
Fuente: cadena 3
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