La política argentina se asemeja a un rompecabezas de cuatrocientas piezas que, al lanzarse al aire, cae desordenado. Esta semana, observamos cómo las piezas se ensamblaron de manera diferente en el Congreso. La votación del DNU, en la que se unieron Mauricio Macri, el kirchnerismo y el radicalismo, es un claro ejemplo de que las alianzas pueden formarse en contextos sorprendentes para rechazar el DNU de fondos para la SIDE. A veces, la política parece un juego de azar, donde los resultados son impredecibles.

Por otro lado, en la comisión de acuerdos del Senado, el candidato a la Corte, Ariel Lijo, compareció ante una coalición de fuerzas que incluía a Milei, kirchneristas y parte del radicalismo. La pregunta que surge es si esta dinámica es sostenible en el tiempo. ¿Puede realmente construirse una lógica política sobre estas bases tan frágiles? La situación se complica aún más cuando consideramos el enojo de la vicepresidenta Victoria Villarruel por no haber sido invitada a la cena de las Fuerzas Armadas, lo que refleja una tensión palpable en el gobierno.

Villarruel, que había manifestado su desacuerdo con el nombramiento de Lijo, ahora se siente desplazada y ha optado por expresar su opinión públicamente. En este contexto, la relación entre ella y Karina Milei se ha vuelto tensa, y esto podría convertirse en un rival político que el gobierno no tenía. La pregunta es: ¿hay necesidad de generar conflictos donde podrían existir alianzas?

El gobierno parece no tener claro cómo manejar sus relaciones políticas. La estrategia de lanzar el rompecabezas al aire repetidamente no parece estar dando resultados positivos, como lo evidenció el rechazo al DNU. Además, se vislumbra un futuro complicado en el Senado con la reforma jubilatoria, que podría enfrentar un veto presidencial. Este escenario podría resultar en una ley que imponga una política económica que contradiga los esfuerzos fiscales actuales.

Si el gobierno continúa dilapidando sus oportunidades de acuerdo, podría enfrentar una situación en la que el Congreso insista en una ley e imponer una política económica tan importante como el gasto en materia jubilatoria. Sería un enorme retroceso al enorme esfuerzo fiscal que está haciendo el gobierno y que estamos haciendo todos para encuadrar las cuentas públicas. Esto nos lleva a reflexionar sobre el estilo y la inexperiencia del gobierno de Milei. La agresividad en las relaciones políticas está convirtiendo los acuerdos en complicaciones, y esto podría ser un factor determinante en su éxito o fracaso.

En última instancia, la transformación de Argentina es un deseo compartido por muchos, incluso por aquellos que no votaron por Milei. Sin embargo, es fundamental que el gobierno aprenda a negociar y a construir puentes en lugar de barreras. La falta de cintura política podría resultar en un deterioro que impida el cambio que la mayoría de los argentinos anhela. 

Fuente: El Litoral