La tecnología ha ido infiltrándose lentamente en nuestras vidas y, con su omnipresencia, también ha traído una mayor sensación de estrés y ansiedad. Desde el "doomscrolling", que es el hábito de pasar largos periodos navegando sin cesar por noticias negativas, hasta la constante comparación en redes sociales, nuestros dispositivos pueden afectar significativamente nuestra salud mental.

Uno de los mayores contribuyentes a la ansiedad digital es el "doomscrolling". Hoy en día, tenemos acceso a información trágica o alarmante directamente desde nuestros teléfonos, sin necesidad de encender la televisión. Este flujo constante de noticias negativas puede generar sentimientos de ansiedad y malestar.

Cómo combatir el doomscrolling

Para mitigar estos efectos, es crucial limitar nuestra exposición a noticias negativas. Establecer horarios específicos para revisar notificaciones y evitar el consumo compulsivo puede ayudarnos a mantenernos informados sin sentirnos abrumados. Aprender a moderar nuestra exposición nos permite vivir más en el presente y reducir el malestar emocional.

Redes sociales y ansiedad

Por otro lado, las redes sociales también juegan un papel importante en la generación de ansiedad. Los "deberías", esos estándares autoimpuestos que nos hacen ser autocríticos, se amplifican hoy en día con las redes sociales, fomentando la comparación constante.

La comparación en redes sociales puede ser devastadora para la salud mental, especialmente entre adolescentes. Ver eventos a los que no fuimos invitados, sentir la presión por publicar contenido atractivo y obtener "me gusta", o que alguien publique algo sobre nosotros sin nuestro control, pueden generar incertidumbre y ansiedad.

Dispositivos y aislamiento

Los especialistas advierten que la tecnología también puede llevarnos a un estado de "mindlessness", donde estamos físicamente presentes pero mentalmente ausentes. Navegar sin pensar por nuestros dispositivos puede robarnos momentos valiosos y desconectarnos del presente. Revisar el teléfono por aburrimiento o hábito nos aleja de nuestras vidas reales.

Practicar la atención plena, o "mindfulness", implica estar presente en el momento. En contraste, el "mindlessness" nos distrae y nos desconecta. Permitir que nuestros dispositivos pasen a un segundo plano y enfocarnos en el presente puede traernos numerosos beneficios: vivir experiencias más plenamente, sentirnos más conectados con nuestro entorno y reducir la ansiedad.

Fuente: El Litoral