¿Qué aprendieron de esta sequía extraordinaria? 

Todavía estamos evaluando, todavía no sabemos a qué piso vamos a llegar, porque los datos publicados la semana pasada quedaron lejos y altos. Es una sequía muy atípica, porque ya en los primeros días de diciembre veíamos que el techo estaba abajo en 10 quintales. En las zonas de alta productividad el productor ya estaba expuesto por la siembra tardía y porque los pronósticos no eran favorables.

¿Qué hemos aprendido? Qué cuando la sequía es tan extrema no hay manejo que pueda dar respuesta. Estamos en el medio de la cosecha, y esto que estás preguntando nadie lo imagina antes de mediados de junio. Todavía es tiempo de evaluación. 

Siempre te deja enseñanzas. Debatía con la Asociación de Mejoradores y coincidimos que son sequías muy extremas que, a veces, no dejan nada, pero también durante mucho tiempo otras sequías nos han permitido ir mejorando en el nivel genético de las variedades, que con prácticas de manejo -cuando no es tan extremo- demuestran una superioridad. Hay que dejar pasar unas semanas para tener la información completa y poder definir qué enseñanza nos dejó.

¿Puede Argentina recuperar el liderazgo en producción de soja?

Las condiciones están, desde varios puntos de vista. La cadena (de la soja) está intacta. Hubo una disertación de ´Producir Conservando’ donde se habló de que podemos llegar a producir más de 60 millones de toneladas e incluso más, si se dieran determinadas condiciones.

Lo que complica es el tema arancelario. Pero desde el punto de vista técnico, tecnológico, de la capacidad de poder crecer en superficie y en rendimientos, la cadena de la soja está intacta. Se tienen que zanjar las condiciones que determinaron la caída.

Lo que hemos visto en estos 5, 6 ó 7 años es que esta desventaja de la soja respecto a los otros cultivos, ha sido una sustitución de áreas. No ha crecido la agricultura como podríamos haber crecido en estos años, y con precios buenos.

Algo está pasando. El tema de las retenciones es clave para la soja. Tenemos una industria instalada con 70 millones de toneladas de capacidad de proceso y hoy está operando en menos de la mitad. 

La producción y la tecnología de soja están intactas, pero no se aplica en cierta magnitud -como la reposición de nutrientes por los fertilizantes- porque el margen está determinado por el impuesto al precio que tenemos. Y no es una queja de los productores, es de toda la cadena. Todos pensamos que este nivel de aranceles en la soja, en relación a los otros cultivos y en el valor absoluto, es lo que va a frenar la recuperación y acelerará la caída que está teniendo el complejo sojero. 

Volver a los terceros productores y los primeros exportadores es cuestión de medidas que escapan a la cadena. Son medidas que tienen que venir de la política, de la economía, para tener previsibilidad y que los productores puedan producir; más allá del clima que nos está jugando una mala pasada.

¿Por qué no se le puede agregar todo el valor posible a la soja, acá en Argentina? 

El 85% o más es industrializado en la primera etapa: harina y aceite, que éramos líderes en exportación mundial, y biodiesel. Todo lo otro que pueda generarse tiene que ver con el valor agregado de harina y aceite, fundamentalmente.

En Argentina tenemos tecnología para eso. Cuesta generar atractivos. En la Cadena estamos haciendo, por segunda vez, un concurso de agregado de valor y detectamos que hay universidades, institutos que están trabajando en esto, y lo que queremos hacer es que tenga una orientación de mercado. Vamos a ver cuántos se presentan, pero son incentivos que se hacen desde la Cadena. Muchas veces en Argentina no hay financiamiento, el mercado es chico, a veces es difícil exportar. Son temas variables, pero el esfuerzo lo estamos haciendo. Ciertamente es lento.

Tenemos cientos de empresas extrusadoras, pymes que generan proteína texturizada, aislados de soja. Hay una exportación de muchos millones de dólares, de lo que casi no se habla, y tenemos un techo que podría multiplicarse por diez. Estamos trabajando en eso.

Nueva gestión

“En esta nueva gestión, con un equipo en parte renovado, los objetivos permanecen porque en esta decadencia del cultivo de soja de los últimos años, extremadamente afectada por la sequía que estamos sufriendo, tenemos objetivos claros”, afirmó Rossi.

Entre esas metas se destacan “la mayor producción, aumentar el área, que la agroindustria no tenga esa capacidad ociosa increíble que tiene, aumentar las exportaciones; un combo para volver a tomar ese sendero para poder lograr los objetivos de las 60 y pico millones de toneladas que alguna vez tuvimos y que seguramente las vamos a volver a hacer, con el esfuerzo de todos”. 

“La incorporación de tecnología es un factor fundamental. Estamos con un sistema tecnológico intacto para producir, que cada vez genera más información, más estrategias de poder producir más con menos, y con más sustentabilidad. Son los factores externos lo que, en soja, condicionan”, dijo. 

Rossi remarcó las peripecias que debe hacer el productor que, muchas veces llega a hacer la cuenta y decide fertilizar menos, usar una semilla de menor calidad, le escapa al agroquímico, aunque lo necesitaría. “Debemos incorporar tecnología -que la tenemos disponible- dar las condiciones para eso. Y también obviamente cambiar aquellos temas de competitividad interna de la cadena, internas del país, como solucionar la hidrovía, la logística, entre otros aspectos”. 

Optimismo a pesar del escenario complejo

“Después se verá de qué manera -con recursos propios y ayuda externa- se puede encarar una siembra para que, tanto la de invierno como la del verano próximo, tengamos récord; si se dan las condiciones se van a poder dar”, animó.

“Veremos. Hay tiempo. La situación realmente es que se están dando pocas ventas y la industria realmente necesita procesar. Las plantas están con una capacidad ociosa prácticamente récord, cosa que a nadie de la cadena le gusta”, completó Rossi. 

Fuente: Expo Agro